Sala: Teatro María Guerrero Autor: Juan Mayorga Director: Juan José Afonso Intérpretes: Ramón Esquinas, Alicia Hermida, Luisa Martín y Elena Rivera. Duración: 1.35'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
P.J.L. Domínguez
Martín, Hermida, Esquinas y Rivera. |
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
Si recuerdo bien, las últimas tramas
familiares que le he visto a Mayorga han sido Penumbra (firmada con Cavestany), El chico de la última fila y El
arte
de la entrevista. En ese orden, que no es el cronológico de su creación,
van hacia atmósferas más convencionales, tanto de asunto como de escritura. Ésta
es una hermosa pieza de corte clásico: el espectador no tiene que hacer el
menor esfuerzo para acceder a la comprensión, ni de un lenguaje desprovisto de concesiones
poéticas ni de una trama servida en contenedor realista. Funciona todo lo que
tiene que funcionar en un texto de este tipo: la dosificación de la
información, las entradas y salidas de los personajes, sus retratos y, quizá
por encima de todo, la comprensión de sus motivaciones.
Es también, con diferencia, lo mejor que le
he visto a Afonso. Aunque la dirección afloja bastante en la sección central, que
debe contrastar pero no debería perder tanta tensión, el flujo se recupera en
la escena crucial de las explicaciones entre madre e hija. Con el
extraordinario concurso, claro está, de las actrices. Alicia Hermida, que
envuelve con su físico frágil una voluntad de acero, atrae la atención como un
imán cada vez que pone pie en el escenario. Luisa Martín, que hace creíble todo lo que toca, hace creíble también la vuelta de tuerca que nadie espera, y que satisface ese deseo íntimo de todo espectador de que le revelen algo bien gordo.
Y lo que
no cabía allí:
Decía en
la crítica que es una hermosa obra de corte clásico. MUY clásico, con una clara
estructura en tres actos. Mayorga había ensayado una escritura convencional
también en Si supiera cantar
me salvaría (el crítico), pero fue un experimento fallido, a mi modesto
entender. Un planteamiento completamente clásico: dos personajes a solas que
van a dirimir un antiguo conflicto. No avanzaba. Aquí el planteamiento es igual
de clásico -familia feliz en la que se esconde un secreto-, y no lo es menos su
desarrollo, pero todo está infinitamente mejor. Desde la credibilidad de los
personajes hasta el avance de la historia, que tiene mucho espacio hacia donde
avanzar.
ATENCIÓN,
SPOILER (salte al siguiente párrafo si no quiere enterarse): Alguien ha
señalado como incoherencia que el personaje de Luisa Martín es quien pone en
marcha, con su insistencia en que la nieta entreviste a la abuela, el mecanismo
que terminará revelando lo que ella no quiere que se sepa. Me parece que no hay
objeción. Primero: ¿Estamos seguros de que no quiere que se sepa? ¿Sólo porque
se lo oímos decir? Quizá esté deseando que todo reviente. Segundo: También
puede estar deseando que todo reviente, pero de manera inconsciente. ATENCIÓN,
MADRE DE TODOS LOS SPOILERS: Al fin y al cabo, la pieza termina con el triunfo
de su venganza, que no parece improvisada, sino concebida -y argumentada- con sosegada saña.
Ya he dicho en la Guía que Hermida y Martín están
fantásticas. También me gustó Elena Rivera, aunque me pareció poco aprovechada.
Esquinas está más impostado, un poco fuera del tono general.
P.J.L. Domínguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ánimo, comente. Soy buen encajador.