Sala: Matadero (Naves del Español) Autor: Jaime Pujol Director: Sergio Peris-Mencheta Intérpretes: Gorka Otxoa, Fele Martínez, Luis Zahera y Roberto Álvarez (intervenciones ocasionales de Marta Solaz y Xabier Murúa). Duración: 1.35'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
Salía yo a toda prisa del Matadero, y resulta que se me habían adelantado dos ancianitas. Bastante cascadas, apoyada la una en la otra. Una dijo: "En fin...". Y la otra le respondió: "Lo mejor lo último". Qué listas las ancianitas. No se puede fiar uno de ellas. El otro día oí decir a una en la piscina que se hace tres mil metros.
Estas dos dieron en el clavo con seis palabras. Yo diría que la responsabilidad plena del "en fin" es del texto. Qué quieren que les diga, ni fu ni fa. He leído por ahi que si surrealismo, que si absurdo. Ni una cosa ni la otra, ya le gustaría. La extrema desigualdad entre escenas debe de ser patente: eso les pareció a las ancianas, eso me pareció a mí y eso le pareció a quien escribió la que debe de ser primera crítica del espéctaculo, Saúl Fernández (de La Nueva España):
En conjunto, y en cierto sentido, la función da gato por liebre, aunque no es fácil explicar por qué. Verán, hay todo un conjunto de elementos significantes que rodean a un espectáculo y que avisan al espectador de por dónde va la cosa. Sin agotarlos: lugar (Matadero), director (viene de Botto, Shakespeare y Perec), intérpretes (un conjunto de cuatro personas que llamaron la atención en cuanto comenzó la promoción), título (tomado en préstamo nada menos que a Cortázar), línea gráfica... ¿Saben lo que todo eso anuncia? Teatro de corte intelectual, y ya me entienden. ¿Y en qué casilla está en realidad? Pues en Yllana y el Alfil, y ya me entienden. Ah, y son mejores los textos de Yllana, digo esto únicamente para ubicar el género.
Les he hurtado lo que Sánchez decía por ahí en medio, porque me reventaba el orden logico de mi propio texto, pero ahora se lo copio: Los hallazgos del espectáculo vienen de un director en estado de gracia. Pues también estoy de acuerdo. De Peris-Mencheta me gustó Incrementum, no me gustó nada Un trozo invisible de este mundo (lo siento, debí de ser el único, pero me parece la típica función de buenas intenciones) y me horrorizó Tempestad (que, además, me costó un disgusto). En Continuidad de los parques ha conseguido exprimir las piedras, cierto es que con el concurso de unos actores entregados. Como decía más arriba, alguna de las escenas es poco más que una sugerencia, y al menos cinco o seis de las ocho no van a ninguna parte en lo que al texto se refiere. Peris-Mencheta ha optado por plantear un abanico de estilos -de la comedia al clown, del humor gestual al drama- en un espectáculo que se sostiene única y exclusivamente por este esfuerzo de dirección e interpretación. A la pieza no le podía haber ocurrido nada mejor que tropezarse con tanto entusiasmo.
Los mejor parados son los dos de Luz verde: Luis Zahera y Fele Martínez. Zahera mucho mejor aquí, en esta contención del loco entrañable, que en el loco pirotécnico de Voces. Ojo, también está estupendo desatado, pero es más fácil gritar y contorsionarse que soltar estas andanadas con calma. Fele Martínez, soberbio escuchando (vean lo que William Layton decía de esto de saber escuchar). Se le lee en la cara todo lo que le va pasando por la cabeza; cómo el loco le produce primero estupor, luego risa... y por fin una suave amargura, cuando el discurso del extraño personaje le recuerda esa contradicción entre la realidad y el deseo que todos llevamos dentro y que procuramos olvidar. Perfecto también en todas las demás escenas que le tocan, del aprendiz de seductor al macarra del perro.
Muy bien también Roberto Álvarez, un pedazo de actor, como todo el mundo sabe. Otxoa, eficaz, más instalado en estereotipos de comedia que domina a la perfección. Los cuatro, estupendos en Yeguas en la noche, un ejercicio de estilo que recuerda a Tricicle.
Espero que esto no me cueste otra reprimenda, pero si me dedico a la crítica es porque creo que, alguna vez, sirve para algo. Peris-Mencheta ha demostrado con Incrementum y con esta Continuidad de los parques que sabe lo que se hace. Pero me parece oportuno señalar que le va mejor cuando hace menos y no más. Ejemplo: no aportan nada ni la recepción de los espectadores (Marta Solaz los va recibiendo y los presenta unos a otros), ni la música en directo, que podría estar grabada. Ambas cosas despistan de lo fundamental. Podar es siempre muy duro, pero hasta la mejor idea puede sobrar en el conjunto. Aquí, lo mejor es sin duda la dirección de actores.
Roberto Álvarez. La foto da un idea un poco pobre del rendimiento de la proyección del fondo. In situ resulta mejor. |
Estas dos dieron en el clavo con seis palabras. Yo diría que la responsabilidad plena del "en fin" es del texto. Qué quieren que les diga, ni fu ni fa. He leído por ahi que si surrealismo, que si absurdo. Ni una cosa ni la otra, ya le gustaría. La extrema desigualdad entre escenas debe de ser patente: eso les pareció a las ancianas, eso me pareció a mí y eso le pareció a quien escribió la que debe de ser primera crítica del espéctaculo, Saúl Fernández (de La Nueva España):
Lo malo de las comedias de "sketches" es la desigualdad entre los fragmentos. Y sucede en "Continuidad de los parques": dos números con truco final y un ascenso de potencial dramático hasta el prodigioso final. Y el recorrido pasa la comedia romántica, por el cabaret de magia, por el mimo, por el teatro absurdo y por un realismo de frenopático. Y sólo hay una pieza que disuena y que marca la "antigüedad" de la comedia. Me refiero al número del móvil, a la sorpresa. Forrest Gump mediante. [...] Pujol se bandea entre la genialidad y el redoble. Y cuando se mete con los redobles, uno desconecta. Pasa como con el soldado de "Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla": "Y luego, incontinente, / caló el chapeo, requirió la espada / miró al soslayo, fuese y no hubo nada". Menos mal que queda ese diálogo final para recordar y esa pregunta final: locura, realidad, transformación, necesidad de ser.Les he copiado el fragmento con el que estoy casi (ni surrealismo ni genialidad) completamente de acuerdo. De los (creo) ocho episodios, hay alguno rematadamente malo (Malas pulgas). Algún otro que no es más que un pretexto para que alguien se invente un número cómico (Yeguas en la noche). Hay también costumbrismo rancio (El Truquis) y explicaciones más o menos ingeniosas -más bien menos- de lo que parecía inexplicable (El Truquis, La seducción, Voces). A mi modesto entender, se salva, por ingeniosa precisamente, la repetición de Yeguas en la noche y, con enorme diferencia, el último fragmento, que creo que se titula Luz verde y en el que, por fin, hay chicha. Y donde se ve también que el autor tiene capacidad dramática.
Luis Zahera |
Les he hurtado lo que Sánchez decía por ahí en medio, porque me reventaba el orden logico de mi propio texto, pero ahora se lo copio: Los hallazgos del espectáculo vienen de un director en estado de gracia. Pues también estoy de acuerdo. De Peris-Mencheta me gustó Incrementum, no me gustó nada Un trozo invisible de este mundo (lo siento, debí de ser el único, pero me parece la típica función de buenas intenciones) y me horrorizó Tempestad (que, además, me costó un disgusto). En Continuidad de los parques ha conseguido exprimir las piedras, cierto es que con el concurso de unos actores entregados. Como decía más arriba, alguna de las escenas es poco más que una sugerencia, y al menos cinco o seis de las ocho no van a ninguna parte en lo que al texto se refiere. Peris-Mencheta ha optado por plantear un abanico de estilos -de la comedia al clown, del humor gestual al drama- en un espectáculo que se sostiene única y exclusivamente por este esfuerzo de dirección e interpretación. A la pieza no le podía haber ocurrido nada mejor que tropezarse con tanto entusiasmo.
Fele Martínez |
Muy bien también Roberto Álvarez, un pedazo de actor, como todo el mundo sabe. Otxoa, eficaz, más instalado en estereotipos de comedia que domina a la perfección. Los cuatro, estupendos en Yeguas en la noche, un ejercicio de estilo que recuerda a Tricicle.
Espero que esto no me cueste otra reprimenda, pero si me dedico a la crítica es porque creo que, alguna vez, sirve para algo. Peris-Mencheta ha demostrado con Incrementum y con esta Continuidad de los parques que sabe lo que se hace. Pero me parece oportuno señalar que le va mejor cuando hace menos y no más. Ejemplo: no aportan nada ni la recepción de los espectadores (Marta Solaz los va recibiendo y los presenta unos a otros), ni la música en directo, que podría estar grabada. Ambas cosas despistan de lo fundamental. Podar es siempre muy duro, pero hasta la mejor idea puede sobrar en el conjunto. Aquí, lo mejor es sin duda la dirección de actores.
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