miércoles, 26 de febrero de 2014

PERFILES

Sala: La Casa de la Portera Autor y director: Sergio Martínez Vila  Intérpretes: Mercedes Castro y Miquel Insua Duración: 1.05'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Mercedes Castro y Miquel Insua.

Todos tenemos alrededor gente sola. Me temo que es un problema del bienestar. Y, perdónenme si ofendo a alguien, del egoísmo. Cuando me pongo en el lugar de un anciano de ochenta años que vive solo y que tiene no sólo serios problemas de organización, sino también una necesidad angustiosa de compañía, me pregunto cuáles son los mecanismos mentales que bloquean la solución de buscarse un inmigrante que, a cambio de una habitación, traiga la vida de vuelta a una casa premuerta. Mi barrio está repleto de ancianos solos e inmigrantes necesitados, de todas las marcas, tamaños y modelos. Hombre solo, mujer sola, familia, mujer con niño... ¿Quizá es que a esa edad uno ya no quiere conocer a nadie? Pues no. Me estoy acordando de mis difuntas vecinas Angelita y Teresa. Llevaban toda la vida odiándose, pero algo tenían en común: en cuanto llegaba un vecino nuevo, se le metían de inmediato en casa. Así que dependerá de cada uno. Me siento siempre impotente cuando la gente, a falta de poder preocuparse por alguien, me cuenta su horrible preocupación porque no le funciona el móvil.

O su búsqueda compulsiva de compañía en internet, eso por descontado. En cuanto nos quitan los quehaceres, y a nosotros nos han quitado los abuelos y los niños que siempre sobrecargaron la vida cotidiana de los adultos en las sociedades tradicionales, los seres humanos nos tiramos como locos a cualquier adicción. Si yo no tuviera que levantarme por obligación todas las mañanas y no acarreara diversos tipos de benditas cargas familiares, me haría yonki o algo peor antes de un año. No es broma. 

Estos de Perfiles también, más o menos. Están más solos que la una. En un estado de pobreza material y moral compartida que podría conducirles a constituir una sociedad de socorros mutuos. Una amistad, quiero decir. El texto escarcea alrededor de la posibilidad de llegar a una relación de pareja, pero no parece que esa otra opción (¿Más fácil o más difícil? No sé responderme) llegue a plantearse.

El texto es realista y, como sucede a menudo en La Casa de la Portera, el ambiente ayuda a la construcción del realismo: el piso de Silvia podría ser igualito a éste. El realismo y la humildad son quizá los dos rasgos más evidentes tanto de la pieza como de la puesta en escena: pequeñas escenas de la vida cotidiana, lenguaje llano, nada de grandes sucesos, interpretación relajada. Insúa está muy bien, es un tipo con mucho oficio, bastante camaleónico (hace unos meses fue mujer en La ceremonia de la confusión). Es creíble y, sin desbordar el perfil relajado de la función, capaz de mostrar los altibajos del personaje. Pero yo diría que Mercedes Castro está demasiado relajada. Sí, vale, es evidente que interpreta a una mujer que no levanta la voz ni cuando se enfada. Pero es que no levanta la voz nunca. Ni la voz  ni el gesto, si se me permite la expresión.

Puede ser un problema de dirección o de interpretación, pero tendría fácil arreglo. En muchos momentos, Insua intenta tirar para arriba, pero el tono de ella arrastra hacia abajo. Es una pena que este pequeño ejercicio de cámara no contenga al menos un par de arranques en los que la protagonista femenina demuestre tener sangre en las venas. Creo que se convertiría en una cosa bien distinta.
P.J.L. Domínguez
           

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