jueves, 25 de febrero de 2016

HAMLET

Sala: Teatro de la Comedia Autor: William Shakespeare (versión de Miguel del Arco) Director: Miguel del Arco Intérpretes: Israel Elejalde, Ángela Cremonte, Cristóbal Suárez, José Luis Martínez, Daniel Freire, Jorge Kent y Ana Wagener  Duración: 2.35'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)





Poco dura la alegría en casa del discrepante. Estaba yo tan contento por haber coincidido con la opinión general sobre Vida de Galileo y... ¡zas! García Garzón en ABC y Javier Villán en El Mundo  cantan las loas del Hamlet de Miguel del Arco. Estupor. Pasmo. Me pregunto qué pasará cuando salgan las críticas del Sócrates de Gas. ¿Es una herejía impronunciable decir que los grandes -Gas, del Arco- también se equivocan? Me miro en el espejo de la autocrítica, me escudriño las entrañas exegéticas con fervor digno de un sacerdote rebuscando el futuro en el hígado de cualquier pajarraco. Nada. No encuentro la mínima grieta en mi convicción. Vuelvo a preguntar a los conocidos. Nada. Unanimidad: la función es un serio patinazo. Intento agarrarme a lo de los gustos y los colores, y se me queda corta la explicación. Una vez más, me resigno. Vale, pasaré por un ignorante, por un tipo mal informado que no sabía quién era Del Arco o que es incapaz de apreciar una puesta en escena no convencional. O -esto sería lo peor- por uno de los que claman que la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico no es lugar para experimentos. Pues, por si acaso:

    a) Tengo una enorme admiración por Miguel del Arco, al menos desde Los productores, donde actuaba, y no digamos después de La función por hacer. Les enlazo las críticas de Antígona, Misántropo, DeseoJuicio a una zorra y La función por hacer (y a ver si algún día me pongo a volcarlo todo aquí y dejo disponibles La violación de Lucrecia y De ratones y hombres). Precisamente por ese respeto, me parece que es mi obligación decir que esto no le ha salido, como no le salió El inspector. Creo que cualquiera compraría ahora mismo ese balance con los ojos cerrados.

    b) Ningún montaje es bueno por ser clásico o por ser rompedor. Si a uno no le gusta una puesta en escena de corte clasico eso no lo hace reo de vanguardismo descerebrado. Si no le gusta algo menos convencional esto no lo convierte automáticamente en retrógado. Es como si te llamaran machista y defensor de maltratadores por decir que te encanta Otelo. Son obviedades, pero no hay más remedio que repetirlas. Tampoco la Antígona la hubieran aprobado los eruditos que examinaron El Cid de Corneille, pero era fantástica. 

    c) Cualquier lugar es apto para experimentos. También la sede de la CNTC. Al parecer, soy del uno por mil al que no le gustó Cervantina, pero alguna opinión que he oído sobre el poco respeto a Cervantes en tan augusto lugar me parece una simple memez. 

Dicho todo esto, intentaré ser breve.

1.- La versión no es buena. No hay comparación posible con la de El misántropo, que también firmaba Del Arco. Todo lo que allí fue una operación a fondo de actualización del texto, se queda aquí en mezclar sin concierto el perfume arcaico y la retórica original con el desenfado y los modismos de hoy. Por no hablar de añadidos que, a mi modesto entender, no pasan de simple boutade, como el prólogo y el epílogo que pronuncia Hamlet muerto. Errores de traducción, como el sanctuary convertido en santuario, hacen las delicias de los críticos, pero tienen muchisima menos relevancia.

2.- No hay tono. No sé decirlo mejor. Lo diré en mexicano: no se sabe cuál es la onda en cada momento. La función es errática. Una de las mayores dificultades de Shakespeare es esa, a veces, constante oscilación entre lo dramático y lo cómico (con el problema añadido de que lo dramático es casi siempre intemporal, mientras que lo cómico pasa frecuentemente de moda, a veces hasta tal punto de convertirse en incomprensible). Aquí es un desastre. Hay ratos en los que el respetable no sabe si debe reír o llorar. El mejor ejemplo ya lo ha mencionado hoy Vallejo, en una crítica que da una de cal y otra de arena (y que ha aportado algo de alivio a mi soledad). Sale Ofelia -tras la peor escena, luego volveremos sobre esto- y Claudio pregunta: "¿Hace mucho que está así?" Impagable efecto Mel Brooks, carcajada general. Con los actores con cara de piedra en el escenario, porque el momento es profundamente dramático. La otra gran falla que casi todos mis conocidos mencionan es la de los enterradores con acento andaluz, que se las trae, efectivamente. Pero es mucho más grave que esta indefinición, este buscar infructuosamente el lugar desde el que nos cuentan la acción, recorra la función de parte a parte. Todas las demás pegas eran superables, ésta es mortal de necesidad.

3.- La falta de claridad en lo dramatúrgico se atenúa un tanto por la claridad del concepto escenográfico. Uno ve hacia dónde quería ir, y no está mal. No iré más allá del "no está mal" por dos motivos. Primero, porque hay un exceso de cama. Me explico: el único trasto es una cama que sirve para rotos y descosidos. Algunos de esos usos son ingeniosos, resultan. Pero se pasa toda la función dando vueltas de un lado para otro, cansa. Segundo, porque los acabados son -o parecen, que da exactamente lo mismo- de baratillo. Los paneles de los laterales del fondo y las superficies de la cama dan sensación de chapa de un milímetro que no ayuda nada, un pasar moderno de catálogo de Ikea. Las cortinas -que se abren y se cierran constantemente para crear distintas disposiciones del escenario- funcionan. Recuerdan poderosamente (pero en pequeñito, y esto abona la sensación de ahorro) a las enormes del Hamlet de Pandur en el Matadero. Me extraña que no lo haya dicho nadie.

Hay dos efectos muy logrados. Uno de escenografía, utilería y vestuario combinados, cuando los reyes -que creemos que estan sentados en la cama/trono con unas máscaras que reproducen sus propios rostros- salen a gatas de debajo de sus mantos. Otros dos actores los habían sustituido en el trono escondidos tras las máscaras. Lo que sigue (cada uno habla enfrentado al otro desde un atril, ligeramente iluminado) no funciona. 

Al final, el suelo del cementerio baja desde el peine, y un hueco practicado en su centro engloba la cama/tumba. Eso está muy bien.

3.- Creo que la función sería insoportable sin intérpretes de esta calidad. Elejalde se las arregla, y no sé cómo, para conseguir un personaje más o menos creíble en medio de la confusión. Daniel Freire y Ana Wagener están realmente estupendos, sin perder el pulso en un solo momento, y ya tiene mérito. Ángela Cremonte, obligada a representar la locura de Ofelia en lo que es el episodio más fuera de lugar (el del "¿Hace mucho que está así?" ya citado) conserva la dignidad incluso en ese momento. Siempre procuro suavizar los juicios negativos sobre los intérpretes, pero esta vez no puedo hacerlo, porque he leído alguna cosa que me resulta incomprensible. Cristóbal Suárez no da una. La oscilación de Laertes entre el dolor por la pérdida de su hermana y el deseo de venganza parece una parodia.
P.J.L. Domínguez


P.S. Ha salido la crítica de La Razón: cinco estrellas. A este colega bloguero no le ha gustado nada, pero extiende la opinión a toda la obra de Del Arco, cosa que no comparto en absoluto.
          
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3 comentarios:

Silvia dijo...

Que valiente eres. Después de tantas loas llegas tú y te agobiss de ser sincero. Hay veces q la corriente nos lleva y es difícil salirse. Me disgusté cuando al día siguiente de estrenarse vi q estaba todo agotado y pensaba ir a la gira pero tu crítica me ha hecho cambiar de idea aunque me pierda s Elejslde y a la Wsgenger

Anónimo dijo...

Gracias por la crítica. Me siento menos sola en mis valoraciones. Pese a ello, prefiero mantenerme en el anonimato, en previsión de que mi pronunciamiento suponga un linchamiento futuro de las hordas de fans -o debo llamarlos zombis- cegados por el "todoloquehaceMigueldelArcoestarábien". Y que conste que "La función por hacer", "Veraneantes" y "Juicio a una zorra" me parecieron excelentes.
Más que actualizar a "Hamlet" lo que me parece encontrarme es con El traje nuevo del emperador....

Anónimo dijo...

Coincido con la crítica de un modo general, pero discrepo en ciertos aspectos. No creo que las "actualizaciones" de los textos o las puestas en escena sean justificables. Este montaje es un gran ejemplo de ello, como muestra lo siguiente: puede coexistir un Hamlet con recortada y chandal de aparta gallinas con las alusiones a los normandos y a los sellos lacrados (pudiendo mandar un sms),personalmente cre que es un despropósito sin pies ni cabeza, otra cosa es hacer una versión estilo "West side story" de Romeo y Julieta. Otra escena de marras es la de Ofelia y su karaoke ambulante, en la crítica de la Cervantina se comentaba que la música era mala, si eso era así, como se puede calificar esta escena, la pobre Ofelia desafinaba de un modo "tremendebúrrimo". Para rematar la faena se ahoga literalmente por el peso del traje ¿¿??, si hubieran actualizado correctament se hubiera ahogado arrastrada por el carrito del karaoke, o electrocutada al entrar en contacto el mismo con el agua, pues bien tal como está representado es un absurdo mas y un mal trago indudable para la actriz.
No estoy de acuerdo con la crítica a la escena de los enterradores, personalmente cre que es un guiño a Luces de Bohemia, y para mi fue de lo mejor de la función. Por cierto creo que el acento (al menos del enterrador ex-Polonio) era mas bien extremeño que andaluz.
Finalmente creo que el personaje de Hamlet tuvo sus luces y sus sombras, que pienso que es dificilísimo encarnar un personaje así. Dicho esto, en los momentos de locura fingida algunas veces me llegaba a recordar a José Mota, en la cadencia y la entonación y solo faltó que llamara "cansino" a Polonio o al "padrino" del duelo final para encarnarlo totalmente.
La verdad es que tras la Cervantina (gustara mas o menos) creo que podían entrar ganas de leer alguna obra de Cervantes, tras este Hamlet también dan ganas de leer, pero a mi personalmente a Calderón o Lope

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