Sala: Teatro Valle-Inclán Autor: Fernando Fernán-Gómez (versión de Ignacio del Moral) Directora: Carol López Intérpretes: Amparo Fernández, Antonio Gil, Andrés Herrera, Olivia Molina, Jose Ángel Navarro, Tamar Novas, Miguel Rellán y Camila Viyuela Duración: 1.40'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
Seré breve, por una vez: hacía tiempo que no me aburría tanto. Soporífero. Ah, otra cosa: la culpa no es de los actores.
Camila Viyuela, Tamar Novas, Antonio Gil, Miguel Rellán, Amparo Fernández, Andrés Herrera y Olivia Molina. |
P.J.L. Domínguez
Hay quien no opina lo mismo: la crítica de Javier Vallejo.
La crítica de Marcos Ordóñez. La verdad, no lo entiendo. Un tímido "algunos pasajes en los que me pareció que se empantanaba un poco el ritmo, cosa
que sin duda se habrá ajustado cuando aparezcan estas líneas". ¿Algunos pasajes? ¿Un poco? La versión es muy buena, sí. Los actores están muy bien, sí. Pero la dirección es un desastre. Les copio lo que dije, en ocasión parecida, con respecto al Cyrano de Bergerac de Broggi:
Si el curioso lector ha seguido el vínculo a la crítica de Marcos Ordóñez, habrá visto que no puede ser más divergente. Le daré más información: no conozco una sola que no haya puesto la función por las nubes. ¿Cómo es posible? se preguntarán, como me pregunto yo. Puedo asegurar que del Valle-Inclán ha salido bufando gente de criterio probado, pero esa opinión no ha dejado más traza -que yo sepa- que estas líneas. Al margen de la elemental explicación de la divergencia de gustos, tengo para mí que hay muchos factores que explican estas cosas. Hay corrientes de opinión sobre determinadas personas o colectivos que hacen dificílisimo confesarse a sí mismo que se acaba de asistir a una pésima representación. Sobre todo, si hay vínculos de amistad. No porque uno traicione a posta su conciencia elogiando al amigo, sino porque la objetividad es una condición frágil que cae herida de muerte ante el menor cruce con los afectos. Ojo: no estoy acusando a nadie de amiguismo en este caso concreto, es una observación general. Y hay también algo muy común en cualquier ámbito de opinión: a menudo, todo el mundo espera al primer trompetazo para seguir por ahí, y a ver quién es el guapo capaz de torcer luego el curso del torrente.
Por supuesto, también puedo estar completamente equivocado. Vayan y me lo cuentan.
Si el curioso lector ha seguido el vínculo a la crítica de Marcos Ordóñez, habrá visto que no puede ser más divergente. Le daré más información: no conozco una sola que no haya puesto la función por las nubes. ¿Cómo es posible? se preguntarán, como me pregunto yo. Puedo asegurar que del Valle-Inclán ha salido bufando gente de criterio probado, pero esa opinión no ha dejado más traza -que yo sepa- que estas líneas. Al margen de la elemental explicación de la divergencia de gustos, tengo para mí que hay muchos factores que explican estas cosas. Hay corrientes de opinión sobre determinadas personas o colectivos que hacen dificílisimo confesarse a sí mismo que se acaba de asistir a una pésima representación. Sobre todo, si hay vínculos de amistad. No porque uno traicione a posta su conciencia elogiando al amigo, sino porque la objetividad es una condición frágil que cae herida de muerte ante el menor cruce con los afectos. Ojo: no estoy acusando a nadie de amiguismo en este caso concreto, es una observación general. Y hay también algo muy común en cualquier ámbito de opinión: a menudo, todo el mundo espera al primer trompetazo para seguir por ahí, y a ver quién es el guapo capaz de torcer luego el curso del torrente.
Por supuesto, también puedo estar completamente equivocado. Vayan y me lo cuentan.
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Ánimo, comente. Soy buen encajador.