Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
Pablo Rubén Maldonado, Amalia Hornero, Julia Murillo, Ludy Ruiz y Pepa Chacón.
Si son presa del desconcierto al terminar de leer esta crítica, todo estará dentro de lo previsible. Yo también salí desconcertado, y bastante, de la función. Que conste que ésta es una apreciación positiva: de todas las sensaciones que se pueden experimentar en una sala, el desconcierto es una de las más estimulantes.
Amalia Hornero ya venía enredando con el asunto: Flamencas I y Flamencas II. Flamenkass se hizo en noviembre pasado en la Casa de la Portera (y yo sin enterarme). Me fui esta vez al Alfil como quien se va al Alfil. Me explico: es un espacio que basa su enorme éxito en la oferta estable de un teatro de humor bastante característico. Ésa es la base de la creación de públicos fieles, digámoslo de paso. Así que allá que me voy, con el cerebro atravesado en todas direcciones por los surcos neuronales trazados por Yllana, Sexpeare o Chirigóticas.
Pues no. Esto no es teatro de humor del que busca la carcajada constante. Tres flamencas vuelven del más allá y se ponen a cantar y bailar. Sí, en tono de comedia grotesca; se me escapa la risa por momentos. La cosa avanza más o menos... hasta que avanza menos... y termina empantanada, allá por la escena en la que la difunta Pimentona se encarna en una gitana de plástico para recuperar a Toro (su hombre, por emplear una terminología ad hoc). Ahí uno se dice "Dios mío, que termine pronto". De pronto, sin que se note mucho por dónde llega aquello, dos brevísimas escenas de completo y absoluto desfase, desparrame, despiporre, y no me salen más cosas que empiecen por "des". Sí: desmadre desorejado. En una, él (es una de las actrices, claro) está enamorado porque ella es inasible, incomprensible; es, en expresión de ella, "el ideal". Frase cumbre de la función: "¿Darías tu felicidad por saber si soy tonta o misteriosa?". En la otra, dos actrices son el toro y el torero en la plaza, con la tercera gesticulando desde la barrera. Completo y absoluto desconcierto.
Es posible que los altibajos deriven de que la obra es la amalgama de varias piezas breves anteriores (acabo de enterarme en la página de la Casa de la Portera). Pero, desde luego, aquí hay tomate. Me recuerda, muy lejanamente, a una pieza de Increpación Danza que se tituló Tablao. Y a una cosa de El Curro DT cuyo título no consigo recordar. Hay, desde luego, ideas y talento para empezar con el flamenco y terminar en la vanguardia, adobadas con un buen ojo para los aspectos plásticos y el vestuario (estupendo, estupendísimo). Más dos sorprendentes actrices, cantaora y bailaora en vidas precedentes: Julia Murillo y Pepa Chacón. La Chacón (en la foto), una de ésas que no dan punto sin puntada, hasta cuando no tienen texto. Esta mujer, como muy bien ha visto Hornero, no puede ser sólo bailaora, alguien tendría que ponerla inmediatamente a hacer un Jardiel.
En suma, si buscan un espectáculo redondo para reírse a carcajadas, no vayan. Si les gusta tener localizado a ese tipo de creador que cualquier día revienta con algo estrepitoso, vayan a ver a la Hornero. Flamenkass tiene mucho que pulir por muchos lados, pero abre un camino que Dios sabe a dónde lleva.
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