jueves, 7 de septiembre de 2017

EN LA LEY

Sala: Cuarta Pared Autor: Sergio Martínez Vila Director: Juan Ollero Intérpretes: Carmen Mayordomo, Ángela Boix, Begoña Caparrós, Carlos Troya y Fabián Augusto Gómez Bohórquez Duración: 1.25
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)




Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

REDENCIÓN

Pasé los primeros diez minutos esperando la catástrofe: panorama postapocalíptico -y feísta-, texto espeso, pistas inconexas sobre lo sucedido y tres personajes atenazados por unas normas férreas que supuestamente aseguran su su supervivencia física y emocional. Diez minutos, pero no más: este plantamiento que ha dado lugar a tantos naufragios avanza firme durante hora y media y sin que se oiga respirar al público.

Es una alegoría, aunque como pasa a menudo (yo diría que casi siempre) sea imposible establecer con seguridad la realidad a la que remite. Cada uno leerá lo que le parezca. Yo vi una excelente proyección del recorrido interior que culmina en la redención de las tres mujeres. Una ilustración dramática de lo que tantos espectadores habrán vivido, a tortas consigo mismos o de la mano de un terapeuta. El espanto del mundo exterior que rodea a la minúscula comunidad es sólo metáfora y marco necesario para el drama interior, como en los cuentos de hadas con lobos o dragones.

Ollero y Martínez Vila consiguen un espectáculo que, sin dar facilidades al espectador, sabe guiarlo hasta el núcleo de la propuesta. Los intérpretes aciertan con el registro justo que les permite mantenerse en un sugestivo lugar equidistante entre el realismo sicológico y la fábula oscura. Un trabajo de gran interés.

Y algunas cosillas que no cabían allí:

Ahora que ha pasado más de un mes desde que la vi -sí, me ha costado MUCHO arrancar el blog esta temporada- veo con más claridad el aspecto de cuento de hadas. Ya saben que el fondo de los cuentos populares es a menudo idéntico: te enfrentarás a todo tipo de peligros durante tu vida, pero saldrás victorioso. Lo sabemos desde Bettelheim. Los dragones, las brujas y los ogros como encarnación de lo que nos aterroriza en los demás y en nosotros mismos. Estas historias de horror after bomb o after lo que sea levantan el vuelo, precisamente, cuando dejan de parecerse a las pelis de carreras de coches o tiroteos y ahondan en la reacción interior de los personajes. Y hay dos salidas: o la sociedad tiránica, violenta e inhumana (correlato exterior de una personalidad dominada por el ello) o el compromiso con la libertad y la humanidad (reflejo de una psique con un yo equilibrado).  Hay un ejemplo relativamente reciente que iba, en parte, por el mismo camino: Serena apocalipsis.

Les he aconsejado alguna vez una novela que no es un prodigio de literatura pero que, sin embargo, describe muy bien cómo, ante los mismos estímulos, una persona puede reaccionar encerrándose en el resquemor y destrozando cualquier posibilidad de una relación armónica con el mundo o aprendiendo a ser cada vez más... humana, no me sale otra palabra. La part de l'autre, cuyos protagonistas son Hitler y lo que Hitler hubiera podido ser si hubiera encajado sus fracasos con humildad y espíritu de superación. Hay traducción castellana.

Ya me perdonarán la terminología freudiana de más arriba, pero mientras hordas innumerables de iletrados se ríen de Freud a carcajadas seguimos esperando que alguien refute, no las descabelladas conclusiones de detalle a las que a veces se entregaba, sino el núcleo duro de su explicación de la personalidad que debería estar escrito en letras de platino iridiado en el frontispicio del saber humano. (Me encanta cuando me salen frases decimonónicas, a veces fantaseo con la posibilidad de escribir un libraco con ese estilo de pastiche). Las tres mujeres de la historia tienen, cada una, un nudo atascado en lo más profundo de su ser. El texto añade dos personajes (el hijo de una y un tipo extraño que viene a simbolizar los conflictos internos de las otras dos) puramente auxiliares. El hijo despista, porque es más de carne y hueso que el otro, pero no es menos auxiliar. Las tres, enfrentadas a Furias y Lestrigones, se han refugiado en la rigidez de la norma, algo que conocemos bien todos los que intentamos combatir la ansiedad con la rutina y las reglas (como la protagonista de La lista, vista también en la Cuarta Pared). En la ley es la historia de cómo es posible agarrar por los cuernos el toro de nuestros miedos y vivir de otra manera. No les estoy hablando de Disneylandia, ¿eh?, nadie ha dicho que sea fácil ni que el resultado nos lleve a Oz, pero siempre es posible encontrar un poco más de serenidad. Eso sí, les aconsejo un buen terapeuta que les acompañe.

La puesta en escena está llena de aciertos, pero quiero resaltar uno: contiene el acto sexual mejor resuelto que recuerdo. Es dificilísimo representar el sexo en escena, porque ocurre como en la siete y media de La venganza de Don Mendo: "Y el no llegar da dolor, / pues indica que mal tasas / y eres del otro deudor. / Mas ¡ay de ti si te pasas! / ¡Si te pasas es peor!" Cuando no se llega es ridículo, cuando te pasas todo se trastoca. Aquí, la ubicación, la iluminación, el vestuario, la interpretación... colaboran para que el resultado se integre perfectamente en lo que está ocurriendo.

A la Mayordomo sólo cabe comentarla con vítores. Me gustó mucho Carlos Troya, en un papel ingrato en el que se mantiene muy centrado. También Ángela Boix y Bohórquez, que está en otro planeta interpretativo, entre duende y demonio. Estupendo vesuario de David Orrico.

Nota final: las interpretaciones son libres. Para que relativicen la mía, las cuento la de una espectadora en comentario que pesqué al vuelo a la salida: es una crítica al comunismo. Lo que les decía, interpretar es libre. Aunque si piensan un poco, el parentesco es evidente. El comunismo -o la planificación llevada al límite- como proyección social de la necesidad de control frente al miedo. ¿Les ha gustado la finta?
P.J.L. Domínguez