domingo, 19 de mayo de 2013

EN CONSTRUCCIÓN



Sala: Teatro del Arte Autores: Carolina Román y Nelson Dante Director: Tristán Ulloa Intérpretes: Carolina Román y Nelson Dante Duración: 1.30'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)




Ya sé que no es una expresión brillante, pero déjenme decirles que es una función muy bonita. Preciosa. Me parece que son los adjetivos que mejor le cuadran: simples, modestos y sin pretensiones. Como la propia función, que es como una de esas delicadas flores silvestres capaces de sacarle los colores a la estrepitosa pirotecnia de cualquier orquídea.

Ahora les tengo que decir otra cosa que no quiero decirles, pero que es insoslayable. Es la historia de una pareja de inmigrantes argentinos. Y ahora, por favor, intenten quitarse de la cabeza todas las connotaciones que eso acaba de despertar en sus neuronas. Yo odio el noventa por cien de lo que se produce bajo rótulos tan respetables como "inmigración", "marginación", etc. ¿Por qué? Es muy simple y, bien pensado, horrible. ¿Han visto alguna vez a una anciana contando sus problemas de salud a alguien que no le hace ni caso? Esos problemas le destrozan la vida, pero su interlocutor no encuentra en el relato el enganche suficiente. Estoy leyendo Los Miserables ahora mismo. A Hugo le cuesta 1.946 páginas hacernos comprender el horror de la miseria consentida -y provocada- por quienes podrían evitarla. 1.946 páginas. ¿Por qué? Porque a los seres humanos nos conmueve muchísimo más la más horrenda de las situaciones, si está convenientemente empaquetada en un relato. Es el tópico de lo tranquilos que cenamos con el telediario puesto, mientras la película que pasan a continuación nos hace correr a por los kleenex.

Pues bien, con frecuencia se ven películas o funciones de teatro que se ocupan, con la mejor voluntad, de dramas vivos de toda índole. También de la inmigración. Habré tenido mala suerte, pero la mayoría de las que me han tocado cometen el error de creer que la relevancia del tema salva todo el resto. En construcción es, claro está, un cuadro, verosímil y familiar (en los dos sentidos del término), de la inmigración. Pero es mucho más que eso. Es, sobre todo, un retrato excelente de dos personajes. Es, también, un relato repartido entre conversaciones y monólogos con exquisita habilidad dramatúrgica, de manera que el espectador recompone por su cuenta el rompecabezas de la historia. No hay un gramo de información de más, ahí está el mérito. Como ven, el texto me gustó mucho, y creo que me gustaría más si lo oyera por segunda vez. Sólo tengo una mínima observación: quizá convendría aligerar un pelín la escena de "la buena presencia". Es el único momento en el que el tono desciende un poco, aunque vuelve a levantarse en cuanto entra la breve proyección de una foto.

Tristán Ulloa
Muy bien dirigida. El texto permitía un enorme abanico de registros, sobre todo tenía el riesgo del grito y la exageración. Ulloa ha optado por una salida muy difícil: un tono reposado y uniforme. Es complicado mantener eso durante hora y media sin que se caiga, pero ha salido perfectamente. Supongo que conocía bien a sus actores. Las proyecciones no podrían estar mejor. Hay un excelente vídeo inicial que ambienta la historia (de David Ulloa y Daniel Ortega). Después, algunas fotografías nos muestran la cara de los parientes dejados atrás que pueblan la memoria de la pareja. Tienen una enorme potencia dramatúrgica. Los modestos recursos de iluminación de la sala se explotan muy bien (Eduardo Alonso Chacón), y se combinan con pequeñas fuentes de luz en los espacios donde se desarrolla la historia. Bien integrada la música (Pétalo de sal parece escrita para la función). Bien vestidos (Clara Bilbao). Todo suma, todo contribuye a la sensación de intimidad melancólica. Precioso el final.

Román y Dante, Dante y Román. Tanto monta, monta tanto. Iba a decir "parece que los papeles están escritos para ellos". Claro, como que los han escrito ellos. Pero eso poco quiere decir, porque lo que cada uno cree que es capaz de hacer está a menudo alejado de la realidad objetiva. Bueno, pues éstos lo sabían. Han creado (sobre el papel y en escena) dos maravillosos personajes: una mujer cargada de problemas y de comprensión; un hombre adorable, algo que no está precisamente de moda. Compenetración perfecta. Ambos actores tienen una cara de expresión amplia, abierta, acogedora, como esculpida para estos personajes. No hay aspavientos, ni se alza la voz; no hay desgarro, ni discusiones violentas. Pero se las arreglan para que lo entendamos todo.

Éste es un teatro que no vemos a menudo, con cierto aire de otro tiempo: un teatro de los sentimientos, de la melancolía, aunque no por ello menos anclado en la realidad social. Hecho con modestia intelectual, con modestia expresiva, con modestia de recursos, y con un fantástico resultado. Si les gusta el teatro de cámara, no se la pierdan.
P.J.L. Domínguez


           



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