miércoles, 1 de octubre de 2014

MANLET

Sala: Nave 73 Autor: María Velasco Directora: Inés Piñole Intérpretes: Kike Guaza, Laura Aparicio, Mabel del Pozo, Teresa Soria y Joseba Priego. Duración: 1.25' 
Información práctica (el enlace a un callejón sin salida puede significar que la función ya no está en cartel)


Joseba Priego y Mabel del Pozo.


Me voy a Nave 73, porque leo por ahí muchos elogios al texto de María Velasco. Efectivamente, la pieza es notable. Tiene un parentesco tan acusado con Heiner Müller que me extraña que no lo diga nadie. Hay fragmentos en los que parece que va a comenzar en cualquier momento el celebérrimo “Ich bin Ophelia…”. Meto “María Velasco” y “Heiner Müller” en google y aparece una crítica de Javier Vallejo, no sobre Manlet, sino sobre un texto anterior. Menos mal, no estoy loco. Además de ese nexo evidente, me parece ver también otro con, al menos, un texto muy temprano de Rodrigo García: Martillo. Comparte con los textos clásicos de García la elevada proporción de monólogos, hay poca conversación. En cualquier caso, es una prosa poética de calidad, sugerente, hilada. Usa bien los contrastes y consigue enganchar la atención. También es hábil en manejar las expectativas que el espectador tiene respecto a unos personajes que ya conoce. Se pasa uno la función, por ejemplo, esperando que Medea mate a los niños.

La mejor foto conocida de Heiner Müller.

Otra cosa es su rendimiento dramático. Nada que objetar a esto de meter en el mismo saco a Gertrudis, Hamlet, Ofelia, Medea y Jasón. Siempre que sea para algo. Es muy posible que, leídos, todos se justifiquen por su rendimiento poético, pero puestos a actuar las necesidades son otras. Por una parte, no se acaba de entender la función dramatúrgica de Ofelia, que tiene muchísimo menos texto que el resto y no interactúa con nadie. Pero, sobre todo, las dos parejas Gertrudis-Hamlet y Medea-Jasón están simplemente yuxtapuestas. Cada una instalada en su arquetipo: madre devoradora e hijo inadaptado, chulo infiel y mujer peleona (en este caso, también con un cierto déficit de papel para el chulo). Tampoco es que se produzca un efecto de espejo, comentario o contraste. Más bien, cada historia a su bola. Apenas me queda en el recuerdo una escena en el hospital en la que Hamlet y Medea charlan. Y está bien, funciona, seguramente las interacciones de este tipo admitirían amplio desarrollo. Tal y como está ahora la cosa, sin embargo, quizá ganaría separando el texto en dos piezas breves e independientes. Lo que no entendí ni mucho ni poco son los fragmentos originales de Shakespeare en inglés que Hamlet intercala de tanto en tanto.

Piñole ha dirigido como si dudara entre una puesta en escena convencional y algo más rompedor. Tengo todo el rato la sensación de que nos hemos parado un centímetro antes de que el efecto de Gertrudis orinando sea más violento, un centímetro antes de que la exhibición del cuerpo de Jasón le lleve a quitarse los calzoncillos, un centímetro antes de decidir que la cama tirando a realista no pinta nada a escasos metros de la pecera que simboliza el final de Ofelia o del amago de corona, un centímetro antes de coreografiar a los intérpretes -no sólo a Ofelia y algo a Jasón- más allá de los movimientos exigidos por la accion, un centímetro antes de que la sugerencia de incesto entre Hamlet y su madre resulte verdaderamente embarazosa. Me gustaría ver una versión en la que todos esos centímetros se hubieran franqueado. A saber: que Gertrudis nos avergüence cuando orina, que Jasón se despelote, que la escenografía se cargue de simbolismo, que se muevan con significado, que el incesto nos haga sentir molestos. Etcétera. 

Mabel del Pozo.

Esto, respecto a la concepción general del espectáculo. La dirección de actores era más complicada, porque hay bastante altibajo. De Teresa Soria no diré nada, tiene poco papel y no varía de registro, no llegué a formarme juicio. Priego no es que hable mucho más, pero sí tiene mayor presencia. Lo que dice lo dice bien, y se mueve bien. No es una bobada: el personaje está más construido por el movimiento y la gesticulación que por lo que dice (los gestos finales a los niños están bien concebidos). Tuve un serio problema con la dicción de Laura Aparicio. No sabría explicarlo bien, pero percibí una especie de regodeo en la expresión y en el sonido de su propia voz que me hacía pensar que todas y cada una de las líneas llegaban medio segundo tarde. Horroroso. Lo digo en primera persona, porque puede ser una percepción pura y exclusivamente mía. Guaza está en otra función distinta, actuando con un desparpajo y una naturalidad como de serie de televisión, mientras los otros cuatro van a otro rollo. 

Hay que cambiar de párrafo para hablar de Mabel del Pozo. Espectacular trabajo de interiorización del personaje. No desaprovecha ni una sola de las sugerencias del texto para mostrar otra faceta. Está violenta, pensativa, desgarrada, tranquila... y es siempre la misma mujer. Merece la pena ver la función por verla actuar. Bueno, seamos justos, la función no merece la pena sólo por eso. No es redonda, pero tiene su aquel. Un intento interesante. 
 P.J.L. Domínguez

           

1 comentario:

Oscar dijo...

Hola, Soy Oscar de la compañía Yin Yang Producciones. Te escribo para invitarte a ver una obra de teatro en Madrid. De estar interesado escríbeme a; info@lamansiondelterror.es

Un saludo!

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Ánimo, comente. Soy buen encajador.