Sala: Matadero (Naves del Español) Autor: Antonio Muñoz de Mesa (basado en Calderón de la Barca) Directora: Olga Margallo Intérpretes: Antonio Muñoz de Mesa, Nines Hernández, Rosa Clara García, Víctor Ullate Roche, Celia Vergara, Víctor Gil / Manuel Mata (alternándose en la funciones), Nuria Sánchez e Iván Villanueva Duración: 1.30'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)Ullate Roche, Muñoz de Mesa y Villanueva. |
Primera observación, para que lo tengan claro. Aquí no queda prácticamente rastro de Calderón. (Bueno, rastro sí, está el maravilloso arranque Hermosa compostura / de esta varia inferior arquitectura que les aconsejo que relean, porque nunca deja de asombrar). Esto no es bueno ni es malo, es lo que es. Y, como les digo siempre, para eso están los clásicos: para hacer con ellos lo que le venga en gana al creador de turno. Lo que ha hecho Muñoz de Mesa es invertir exactamente el trasfondo ideológico del original, que viene a cantar en verso el principio aristotélico de que cada cosa, y cada ser humano, debe acomodarse al fin para el que fue creado. Horrendo, vamos: si te tocó pobre, aguántate y haz bien de pobre.
Juan y Petra |
Olga y Antonio |
Como les decía, Antonio y Olga han enmendado la plana al gran dramaturgo para transmitir un mensaje exactamente opuesto al original. Calderón y las Musas representan una historia para celebrar el cumpleaños del Mundo. Una historia pegada a las convenciones de los relatos de aventuras: el príncipe pobre ha secuestrado a la princesa rica, y se han enamorado. (Esto de las convenciones no lo entiendan como un comentario negativo, sino todo lo contrario. Tengan en cuenta que ya hay bastante tomate narrativo envolviendo el asunto, con el Mundo de espectador, las Musas de actrices...). Historia convencional, sí, pero con un texto cualquier cosa menos inocente. ¿Han intentado explicarle alguna vez a un niño por qué hay ricos y pobres? Pues eso. Digamos de paso que empieza a ser difícil encontrar en la cartelera algo que no tenga connotaciones políticas por alguna parte (redacto esto tras un fin de semana en el que he visto Ay Carmela, Poder absoluto y Feelgood, ya les iré contando). La coyuntura, que no perdona. Aquí se cantan cosas como "Ni un día más. / Me da vergüenza / tener más miedo / que dignidad", justo antes de revolverse contra la injusticia.
Pero volvamos al relato. El asunto está a punto de terminar de la peor forma -porque Calderón invoca el principio de realidad para dejar que ganen los poderosos- cuando irrumpe una niña que lo pone todo en cuestión: ¿por qué no vamos a saltarnos el papel que nos han asignado a cada uno? Tomad las riendas de vuestro destino y rebelaos, dicho en corto. Así contada, parece una fábula moral un poco ortopédica, pero esa sensación es sólo un efecto secundario de la necesidad de resumir el argumento. El relato tiene las dosis de ternura e ilusión necesarias, y Margallo lo ha empaquetado bien. Vamos con el paquete.
Celia Vergara, Víctor Gil, Nuria Sánchez, Víctor Ullate, Rosa Clara García e Iván Villanueva. |
Las canciones (que también son de Muñoz de Mesa, cuántos talentos) funcionan, y todo el mundo sabe cantarlas. Me gustó sobre todo la que añade "y me aguanto" a la enumeración de injusticias -les recuerdo al Aristóteles del primer párrafo- pero es porque soy un viejo cínico. La interpretación está en las antípodas de la ñoñez que imaginan consustancial al teatro infantil los que no lo frecuentan (digamos de paso que el público adulto no se aburre ni un minuto). Los actores y actrices, bien todos: el Mundo bonachón y achacoso de Villanueva, los reyes pijorrotones de Celia Vergara y Víctor Gil, la madre voluntariosa de Rosa Clara García, la princesa con carácter de Nuria Sánchez y el Calderón de Muñoz de Mesa. Pero me van a permitir que me detenga en Víctor Ullate Roche. Voy a parecerles un monstruo, pero sepan que el buen rollo y la simpatía gratuita me ponen normalmente enfermo. Sin embargo, el carisma de este hombre me gana en cuanto sonríe. Estaba muy bien en Orquesta de señoritas, un montaje, aunque fallido, lleno de buenas intenciones. Aquí da el tipo perfecto del príncipe de peli de aventuras, incluidas las habilidades de bailarín en la escena de lucha.
El personaje que da la vuelta a la historia, la niña, es una muñeca a escala natural, muy bien manipulada por Nines Hernández, que habla por ella. Este recurso no siempre sale bien; en Penumbra, por ejemplo, daba grima. Aquí, funciona. Del vestuario algo ven en las fotos, pero no encuentro ninguna que dé idea cabal de la escenografía. Rafael Garrigós firma lo uno y lo otro: el conjunto es armónico, con el punto justo de desenfado (super-resultona la combinación iconográfica de la gran imagen de fondo). Una observación menor: no sé cómo se colocaría en el Pavón, pero en el Matadero Calderón queda un poco bajo para buena parte de los espectadores durante el largo rato que pasa sentado a la derecha del escenario. Habría que ponerle un estradillo bajo el sillón.
P.J.L. Domínguez
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