Sala: Carpas del Circo del Sol (Grand Chapiteau, Casa de Campo) Autores: Daniel Shiner y Serge Roy Directores: Pierre Parisien y Michael G. Smith Duración: 2.30' (intermedio de 30 minutos)
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la obra ya no está en cartel)
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
Zarkana
ya era más circo y menos teatro que Corteo. Y Kooza sigue en la misma dirección: entre otras cosas, recupera la
pista central bajo carpa. Sin que desaparezca la fortaleza de los elementos
conductores del espectáculo que, por momentos, son lo más atractivo: el Inocente, el Trickster, los excelentes payasos. El formato de circo no excluye
una vistosa escenografía de Stéphane Rog: la entrada de artistas está al pie de
una torre móvil, arropada por un gigantesco telón superior y elementos
laterales que abren y cierran la perspectiva.
Gracias al Price hemos acumulado cultura
circense suficiente para apreciar que los artistas de Kooza son, en general, de altísimo nivel. Los madrileños Quirós
Domínguez, en las alturas del alambre, y la plancha basculante, en las alturas
de los volatines, son los números que más bocas abiertas provocan entre el
respetable. Yao Deng Bo se sostiene sobre una torre de sillas apiladas en
posturas imposibles para un mortal, debe de ser un cyborg. Shavro y Tutyniva
evolucionan sobre el monociclo como quien baila en un salón. Pero lo que más me
sigue subyugando, además del espectacular vestuario de Marie-Chantal
Vaillancourt, son las transiciones: los payasos, la fingida espectadora
desequilibrada (y los espectadores reales llamados a colaborar, que en mi
función tenían una sorprendente presencia escénica), las trampillas por las que
puede aparecer (o desaparecer) cualquier cosa. Ahí brilla la precisión
milimétrica del toque dramatúrgico.
P.J.L. Domínguez
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