miércoles, 27 de febrero de 2013

LASTRES

Sala: Teatro Bellas Artes Autor: Jorge Roelas Directora: Heidi Steinhardt Intérpretes: Anabel Alonso, Marta Belenguer, Ana Fernández Duración: 1.30'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la obra ya no está en cartel)


Ana Fernández, Anabel Alonso y Marta Belenguer.


La idea está bien. Fueron al mismo colegio, donde ya se odiaban cordialmente. Siguieron relacionándose de mayores, convertidas en tres mujeres egoístas, torcidillas y pasablemente incultas, algo entre sainete de barrio bajo y clase media de quiero y no puedo. Hasta que el tópico embrollo entre tópicas mujeres de tópica vida mediocre las llevó a dejar de hablarse. Siete años después, una de ellas organiza una cita en su casa, sin aclarar intenciones. Sí, la idea da para una comedia entretenida, que es lo que parece buscarse. Incluso el desarrollo -o sea, lo que va ocurriendo- está correcto. Lo que no da es el diálogo. La comicidad está basada, en su mayor parte, en la repetición estentórea y obsesiva de cosas como "puta vaca gorda", y en tonterías del tipo "tú y yo / ¿tú y yo? / no, va a ser yo y yo / ¿yo y yo? / ¿cómo va a ser tú y tú? yo de yo y tú de tú". Por supuesto, la cita no es literal, no sé ni cómo han memorizado las actrices semejantes intercambios de memeces que quizá sostienen diez minutos de gag televisivo, pero que no pueden derramarse sin cuento sobre hora y media de espectáculo. El texto sólo se redime durante el ratillo en el que las tres, una tras otra, se explican en sendos monólogos. Es el único momento de descanso.

Encima, esto está dirigido como empiezan ustedes a sospechar. Desde el primer momento, y hasta el final, las actrices vociferan completamente pasadas de vueltas, representando no ya caracteres grillados, sino caricaturas grotescas. Sólo se salva, en cierta medida, Ana Fernández, que ha tenido la suerte de verse adjudicar un registro algo más comedido. Esta magnífica actriz -muy bien en Regreso al hogarallá por 2009- da la pauta de lo que hubiera podido hacerse: va más bien tranquilita, excepto cuando le toca soltar las risas de psicópata, muy bien colocadas. Anabel Alonso y Marta Belenguer son excelentes actrices de comedia, por las que tengo especial debilidad. Todo el mundo las conoce de la tele, así que poco hay que explicar. A la primera no la he visto en teatro; Belenguer estaba estupenda en Terapias del gran Durang, montada por La Pavana. Aquel personaje estaba también considerablemente descacharrado, pero la interpretación no se desparramaba como en Lastres. Le han asignado un registro imposible, se la ve completamente fuera de lugar, como si no entendiera lo que hace (cosa que no me extraña). Alonso, que debe de estar más acostumbrada al tono apayasado, sale algo mejor parada de los repetidos trompazos tras el sofá y de su parte de griterío ininterrumpido. No sé cómo le aguanta la voz las dos funciones del sábado, y no lo digo en broma. Una duda en favor de la dirección: el texto es tan flojo, que quizá la única salida era este enfoque desaforado. Quizá.

En fin, se habrán dado cuenta de que la función me pareció un desastre imposible. Así es. Sin embargo, tengo que decir que el público que llenaba el teatro, incluida mi señora madre, no paró de reírse con todos y cada uno de los gags de medio pelo. Y, como saben, el público tiene siempre razón. Estaría bueno.

P.J.L. Domínguez
           

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