martes, 25 de septiembre de 2018

TIERRA BAJA

Sala: Teatro de la Abadía Autor: Àngel Guimerá (adaptación de Pau Miró y Lluís Homar, con la asesoría de Xavier Albertí)  Director: Pau Miró Intérprete: Lluís Homar Duración: 1.20' 
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Foto de David Ruano
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

DESNUDO AL POZO

Algo dije –con la Ifigenia de Hervás y el Primer amor de Arquillué- respecto a los proyectos sustentados en la iniciativa de un intérprete que se tira desnudo a un pozo, cuya profundidad desconoce, para encontrar un surtidor. Es atacado por una obsesión, para eso es artista, y termina arrastrando a todo el que tiene que arrastrar para materializarla: no es lo mismo pintar un cuadro que subirse a un escenario, para esto hay que implicar a mucha gente. He visto desastres con ese mismo guión, pero si la operación sale bien, huele de lejos a implicación, verdad y vida.

    Homar tuvo la marciana idea de representar Tierra baja él solito. La adaptó con Miró y (ojo al dato) buscó el asesoramiento de Xavier Albertí. No pillaríamos ni media sin la excelente adaptación, porque hace los cuatro papeles centrales de la función (el cruel amo, la querida utilizada, la amiga candorosa y el enamorado inocente) sin disfraces, sin vocecillas o vozarrones, con el mínimo apoyo de algún objeto. Ahora es éste, ahora es aquélla. Con una interiorización del texto y una maestría en el gesto tales que el espectador necesita apenas un instante para entender quién habla. Incluso quién mira. Me recordó a la Espert en aquella imborrable Violación de Lucrecia. La función es igual de memorable. Lástima (mucha) que no la veamos en catalán.

Y una sugerencia que no cabía ahí. Los teatros estatales hacen últimamente UNA representación en la lengua cooficial original de la función. Una no es gran cosa, pero ya es algo. Me encantaría ver esto en catalán en la Abadía, igual resulta que hay público suficiente y se llena la sala. Vemos teatro EN RUSO con sobretítulos. Y cualquier hablante culto de castellano entiende al menos el 80% del catalán pronunciado con dicción de actor. ¿Se imaginan poder entender el 80% de lo que nos dijera en ruso el tío Vania? ¿Imaginan un placer intelectual mayor que ése? La vida nos ha puesto gratis al alcance de ese 80 a Guimerá, la Cataluña profunda y las pasiones expresadas en la lengua en que se concibieron. Otra esfera, otro mundo. Y nos da lo mismo, preferimos que nos la remonten y nos den el trabajo hecho. En fin, para todo hay gustos.

Nota final: nada dije de la escenografía de Lluc Castells, y es casi media función. El cajón blanco que ven en la foto desvela al fondo, cuando se corre la cortina, un muro de mampostería con algo de vegetación y un estrecho corredor de tierra. Lo dice todo. Castells intervino también en Tierra de nadie, también de Albertí, y llamé a lo que hizo entonces "joya escenográfica". Tampoco es exagerado decirlo ahora. Hizo otra maravilla con Temps selvatge, también de Miró y Albertí, pero la vi en Barcelona, y como este blog se subtitula "teatro en Madrid" y soy tan rígido como el chiste de los Rólex y las setas, no les conté nada. Sólo me queda desear que Miró, Albertí y Castells sigan trabajando juntos.
P.J.L. Domínguez
          

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