martes, 9 de octubre de 2018

ISLANDIA

Sala: Teatro María Guerrero Autora: Lluïsa Cunillé Director: Xavier Albertí Intérpretes: Lurdes Barba, Joan Anguera, Paula Blanco, Juan Codina, Oriol Genís, Jordi Oriol, Albert Pérez, Albert Prat, Lucía Quintana y Abel Rodríguez
(la función ya no está en cartel)


Sí, una notable escenografía de Glaenzel que consigue un efecto infrecuente: que el teatro deje de parecer un teatro.

No me he vuelto loco. Voy hacia atrás, colgando todo lo que no colgué durante el annus horribilis.
DICKENS 2.0

El protagonista ha puesto, desde el sector financiero, su granito de arena en el estallido de la crisis. Terminada la juerga, y tras cambiar privilegios por precariedad, viaja a Nueva York para visitar a su madre. Aquí es donde Cunillé imprime un giro imprevisible: llegará a destino reconvertido en el adolescente que fue. La operación empuja la crisis económica al trasfondo y convierte la pieza en un viaje iniciático como los del Julien Sorel de Stendahl, el Lucien de Rubempré de Balzac, o el Frédéric Moreau de Flaubert. El duro camino de la educación sentimental, quizá más cercano en la atmósfera –si no en las peripecias- a Dickens.

    Montar esto sin un protagonista creíble era imposible, pero Albertí ha dado con él: Abel Rodríguez, que no abandona el escenario y es el interlocutor perfecto para el rosario de vidas hundidas con las que se va cruzando. No sé ni si ha alcanzado la mayoría de edad, así que mejor estar atentos a este talento al que le queda una vida por delante. Hay quien ha reprochado una cierta lentitud, pero creo que la historia bien vale este ritmo pausado que da mucho espacio a las interpretaciones, todas de gran altura. Envuélvase en la escenografía de Glaenzel, única y diversa, y se obtendrá un espectáculo en el que el espectador se sumerge con interés por el relato y un punto de inquietud por la suerte del muchacho. Dickens.


Albertí es mucho Albertí. Citado en los créditos como "asesor dramatúrgico", supongo que su mano ha tenido bastante que ver con el enorme acierto de la versión de Miró y Homar de Tierra baja. Tengo la sensación, ahora que cuelgo esto con cuatro meses de retraso, de que Islandia suscitó menos entusiasmo del que hubiera debido.
P.J.L. Domínguez
          

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