lunes, 30 de abril de 2018

PRIMER AMOR

Sala: Teatro Valle-Inclán Autor: Samuel Beckett (versión de José Sanchis Sinisterra) Directores: Miquel Górriz y Álex Ollé Intérprete: Pere Arquillué Duración: no la tengo apuntada
La función ya no está en cartel



Hala, otra retrasada. Y ésta se llevó cinco estrellas.

 Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

REALIDAD ESTIRADA

Beckett es condenadamente difícil. Realidad estirada hasta el último límite con lo grotesco, pero sin pisar la farsa, sin que dejemos nunca de percibir el fondo humano –y estrechamente emparentado con las zonas pantanosas de cada uno de nosotros- de extraños personajes que no sabemos muy bien si deben movernos a la piedad, la risa o la repulsión. O a las tres cosas a la vez, como en la vida misma. Desde que se supo que Pere Arquillué iba a meterse en este lodazal de miseria y horror en minúsculas que es Primer amor, cundió la expectación. Como sugieren los créditos (“concepto” e “idea original”) el actor no sólo interpreta, está en el impulso inicial del montaje, y estas iniciativas de intérprete –a la manera de la reciente Iphigenia de María Hervás- no tienen medias tintas: catástrofe o triunfo; paroxismo del autobombo o inmersión completa en un proyecto sentido con las tripas.


    Lo que Arquillué pone en el empeño, además de tripas, es todo lo adquirido en una vida de dedicación al teatro. Ha conseguido algo difícil de creer sin haberlo visto: que una composición llena de amaneramientos, de exageraciones del gesto y de la voz, de impostaciones varias a cuál más inverosímil, termine produciendo una sensación global de verosimilitud extrema. Este Primer amor es un exquisito recital que conviene no perderse.

P.J.L. Domínguez

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