Sala: Teatro Valle-Inclán Autor: Samuel Beckett (versión de José Sanchis Sinisterra) Directores: Miquel Górriz y Álex Ollé Intérprete: Pere Arquillué Duración: no la tengo apuntada
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
REALIDAD ESTIRADA
Beckett es condenadamente difícil. Realidad estirada
hasta el último límite con lo grotesco, pero sin pisar la farsa, sin que
dejemos nunca de percibir el fondo humano –y estrechamente emparentado con las
zonas pantanosas de cada uno de nosotros- de extraños personajes que no sabemos
muy bien si deben movernos a la piedad, la risa o la repulsión. O a las tres
cosas a la vez, como en la vida misma. Desde que se supo que Pere Arquillué iba
a meterse en este lodazal de miseria y horror en minúsculas que es Primer amor, cundió la expectación. Como
sugieren los créditos (“concepto” e “idea original”) el actor no sólo
interpreta, está en el impulso inicial del montaje, y estas iniciativas de
intérprete –a la manera de la reciente Iphigenia
de María Hervás- no tienen medias tintas: catástrofe o triunfo; paroxismo
del autobombo o inmersión completa en un proyecto sentido con las tripas.
Lo que
Arquillué pone en el empeño, además de tripas, es todo lo adquirido en una vida
de dedicación al teatro. Ha conseguido algo difícil de creer sin haberlo visto:
que una composición llena de amaneramientos, de exageraciones del gesto y de la
voz, de impostaciones varias a cuál más inverosímil, termine produciendo una
sensación global de verosimilitud extrema. Este Primer amor es un exquisito recital que conviene no perderse.
P.J.L. Domínguez
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