Sala: Teatro Galileo Autor: Lars Norén (versión de Francisco J. Uriz) Director: Julián Fuentes Reta Intérpretes: Alberto Berzal, Paola Matienzo, Ruth Díaz y David Boceta Duración: 1.25'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no esté en cartel)
De pie, Díaz y Berzal. En el suelo, Boceta y Matienzo. |
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
PAREJAS EN DESCOMPOSICIÓN
Hemos visto en pocas semanas La noche de las tríbadas de Enquist dirigida por Miguel del Arco y estos Demonios que ha puesto en escena Julián Fuentes Reta. Intravenosa de teatro sueco que mueve a la conclusión de que, aunque lleve más de un siglo oficialmente muerto, Strindberg aún camina entre nosotros. Esta vivisección de dos parejas que se descomponen ante nuestros ojos parece escrita por el autor de La danza de la muerte que, de vuelta del más allá, hubiera sustituido el alcohol por cualquier droga de última generación.
Los vecinos suben un rato a tomarse una copa y se desata la tormenta. No hay que esperar medias palabras o referencias veladas. Demonios es el reino de lo explícito, y nadie se calla lo que se le pasa por la cabeza, por violento que sea. Se entiende perfectamente el enfoque que Fuentes Reta ha querido dar –un montaje sencillo centrado en el texto- y quizá el único reproche que cabe hacer es que la interpretación se quede un poco corta. Sólo Boceta, y Berzal en los momentos más arriesgados, alcanzan la altura que tanto extremo exige. Seguramente, ganarán con el tiempo.
La cartelera adora las casualidades: en Nave 73, Sala de juegos plantea una situación parecidísima –dos parejas sobre la cuerda floja- en una comedia dramática a medio camino entre el éxito comercial y el teatro de cámara.
Y algunas cosillas que no cabían allí:
PAREJAS EN DESCOMPOSICIÓN
Hemos visto en pocas semanas La noche de las tríbadas de Enquist dirigida por Miguel del Arco y estos Demonios que ha puesto en escena Julián Fuentes Reta. Intravenosa de teatro sueco que mueve a la conclusión de que, aunque lleve más de un siglo oficialmente muerto, Strindberg aún camina entre nosotros. Esta vivisección de dos parejas que se descomponen ante nuestros ojos parece escrita por el autor de La danza de la muerte que, de vuelta del más allá, hubiera sustituido el alcohol por cualquier droga de última generación.
Los vecinos suben un rato a tomarse una copa y se desata la tormenta. No hay que esperar medias palabras o referencias veladas. Demonios es el reino de lo explícito, y nadie se calla lo que se le pasa por la cabeza, por violento que sea. Se entiende perfectamente el enfoque que Fuentes Reta ha querido dar –un montaje sencillo centrado en el texto- y quizá el único reproche que cabe hacer es que la interpretación se quede un poco corta. Sólo Boceta, y Berzal en los momentos más arriesgados, alcanzan la altura que tanto extremo exige. Seguramente, ganarán con el tiempo.
La cartelera adora las casualidades: en Nave 73, Sala de juegos plantea una situación parecidísima –dos parejas sobre la cuerda floja- en una comedia dramática a medio camino entre el éxito comercial y el teatro de cámara.
1.- Siempre he visto bien a Boceta, desde que era un muchacho en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (o era en la Joven?). Estaba estupendo en El público, que no sé si será lo último que ha hecho. Aquí exhibe un notable aplomo para pasar de un tipo normalito a otro que empieza a revelar todas las burradas que lleva dentro. [Mientras lo oía, y también ahora que me pongo a recordar, me preguntaba si habrá alguien que no las lleve. Me lo pregunto sinceramente, no de forma retórica] Me parece que es un actor esperando que le caiga un gran protagonista para dejarnos con la boca abierta.
Decía en la crítica en papel que Alberto Berzal alcanzaba la altura exigida en los momentos críticos, queriendo decir que es precisamente en los pasajes más complicados -cuando la cosa se va por el lado salvaje y hay un cambio de parejas- donde se crece. Le ocurría algo parecido en True west, creo recordar. Quizá se crezca en los extremos.
A ellas las vi más flojas. Matienzo monocorde, instalada en el desdén distante casi sin moverse de sitio de principio a fin (y mira que pasan cosas), y Díaz un poco corta de expresión, más entregada hacia el final, con el estímulo de Berzal a unos centímetros.
2.- Fuentes Reta es un tipo al que no hay que perder de vista. Viene, nada menos, que de Hard Candy, Cuando deje de llover y Los iluminados (que yo haya visto). Menuda colección de textos. En ese ojo que tiene se parece a David Serrano. Cada vez que veo una cosa horrible puesta en escena me pregunto si será tan difícil apreciar el la lectura las posibilidades escénicas de un texto, y termino respondiéndome invariablemente que sí. Si no, no habría tantísima gente (mucha de ella considerablemente lista) montando estupideces. Además de esa vista para la selección de lo que monta, es un buen director de actores y me parece que tiene -dando por supuesta en alguien de su talla la capacidad de controlar los tiempos, talento central de un director-, un considerable dominio del espacio escénico. No tienen más que recordar los tres montajes mencionados más arriba para darse cuenta del peso que los aspectos escenográficos suelen tener en su trabajo.
También en este caso se dan las dos características: un texto formidable (en impecable versión de Úriz) y una escenografía (Sanz Ballesteros y Coso Marín) que no vocifera para ser notada, pero que se presta a ser usada con buen resultado. Está especialmente bien resuelto -dirección de actores, movimiento, uso del espacio- el complicado momento en el que se solapan las conversaciones de las dos parejas.
3.- Hay peli: Demoner, del 86. El que la encuentre, que levante la mano.
4.- Está muy bien verse ésta y Sala de juegos. Dos formas complementarias de estudiar lo de la situación de dos parejas.
Ah, bueno, lo más importante: yo iría a verla.
Decía en la crítica en papel que Alberto Berzal alcanzaba la altura exigida en los momentos críticos, queriendo decir que es precisamente en los pasajes más complicados -cuando la cosa se va por el lado salvaje y hay un cambio de parejas- donde se crece. Le ocurría algo parecido en True west, creo recordar. Quizá se crezca en los extremos.
A ellas las vi más flojas. Matienzo monocorde, instalada en el desdén distante casi sin moverse de sitio de principio a fin (y mira que pasan cosas), y Díaz un poco corta de expresión, más entregada hacia el final, con el estímulo de Berzal a unos centímetros.
2.- Fuentes Reta es un tipo al que no hay que perder de vista. Viene, nada menos, que de Hard Candy, Cuando deje de llover y Los iluminados (que yo haya visto). Menuda colección de textos. En ese ojo que tiene se parece a David Serrano. Cada vez que veo una cosa horrible puesta en escena me pregunto si será tan difícil apreciar el la lectura las posibilidades escénicas de un texto, y termino respondiéndome invariablemente que sí. Si no, no habría tantísima gente (mucha de ella considerablemente lista) montando estupideces. Además de esa vista para la selección de lo que monta, es un buen director de actores y me parece que tiene -dando por supuesta en alguien de su talla la capacidad de controlar los tiempos, talento central de un director-, un considerable dominio del espacio escénico. No tienen más que recordar los tres montajes mencionados más arriba para darse cuenta del peso que los aspectos escenográficos suelen tener en su trabajo.
También en este caso se dan las dos características: un texto formidable (en impecable versión de Úriz) y una escenografía (Sanz Ballesteros y Coso Marín) que no vocifera para ser notada, pero que se presta a ser usada con buen resultado. Está especialmente bien resuelto -dirección de actores, movimiento, uso del espacio- el complicado momento en el que se solapan las conversaciones de las dos parejas.
3.- Hay peli: Demoner, del 86. El que la encuentre, que levante la mano.
4.- Está muy bien verse ésta y Sala de juegos. Dos formas complementarias de estudiar lo de la situación de dos parejas.
Ah, bueno, lo más importante: yo iría a verla.
P.J.L. Domínguez
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Ánimo, comente. Soy buen encajador.