martes, 17 de abril de 2018

ENCARNACIÓN

Sala: El Umbral de Primavera Autora y directora: Fernanda Orazi Intérpretes: Javier Ballesteros, Lucio Baglivo, Guadalupe Álvarez Luchía y Leticia Etala Duración: 1.00'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


No suele gustarme encabezar con fotos promocionales, pero ésta cuadra impecablemente al espíritu de la obra. Son Javier Ballesteros, Lucio Baglivo, Guadalupe Álvarez Luchía y Leticia Etala. Las Leticias con ce molan, es más relajado.

PRIMERO LES DEJO AQUÍ LO PUBLICADO EN PAPEL:


Los talentos para interpretar, escribir y dirigir confluyen en Orazi. La admirada actriz todoterreno (basten La realidad o Barbados, etcétera), ha concebido y dirigido Encarnación. Texto y gesto, equidistancia entre los planetas teatro y performance. Con ecos porteños, pero emparentada también con asteroides tan distantes como algunos espectáculos de Simona Levy y Elena Córdoba (quizá mitificados en mi recuerdo por la lejanía en el tiempo). Y con el mundo de Despeyroux.


    Magníficos intérpretes (¡atentos a las caras!) para una pieza que se toma un rato en llegar, pero que pronto define nítidamente su semántica y sintaxis. Cargas de profundidad contra la basura de la autoayuda y las sectas de todo tipo que sólo machacan al descarriado. Pero el contenido es secundario. Lo remarcable es la gestión de los tiempos: música, movimiento, risa ahora, la patita de la tristeza que asoma luego... Es la esencia del teatro y lo que nos mantiene atentos como un doberman con las orejas tiesas. Momentos favoritos: la carcajada orquestada de los tres militantes robotizados y descerebrantes frente al balbuceo defensivo de la víctima; el inesperado, explosivo y deliciosamente absurdo subrayado musical de la expresión “horizonte de sucesos”; el pavor de Luchía cuando el gurú le toca el pelo. Inteligencia, retranca, estilo. Pasé un rato entretenidísimo. 

Lo de Simona Levi (con i latina, perdona Simona) era 7 dust, se vio en La Casa Encendida en 2004. Las notas que conservo (Mon dieu, me he convertido en un señor que conserva notas, algo que me pareció siempre inalcanzable) dicen: Inteligente, difícil de definir. Estéticas –yuxtapuestas- de convención empresarial, espectáculo de variedades y performance al uso. Ahí tienen el contacto (aparte de la inteligencia, mencionada en ambos casos). Lo de Orazi: performance + jerga de secta. Lo de Levi: performance + jerga de convención empresarial. Una y otra jerga son homologables: se basan en un idéntico principio, que no es otro que el de no mencionar en ningún momento el elefante en la habitación. Se trata de rajar, rajar y rajar desde dentro de un sistema autorreferencial y autosuficiente que tiene respuestas preparadas para todo.

Sé de lo que hablo, me eduqué en una institución de la que es propietaria una secta. Y no piensen "ah, un colegio de frailes". No, me refiero a la educación superior. Además, los "colegios de frailes" estándar son paraísos de librepensamiento y cercanía al mundo real si los comparamos con lo que estoy llamando "sectas". ¿A qué estoy llamando "sectas"? Anoten: cienciología, constelaciones familiares, Paulo Coelho, Legionarios de Cristo, terapias alternativas, autoayuda... No, no voy a mencionar a los míos, por si me siguen monitorizando (además, debo decir, en honor a la verdad, que no tengo nada que reprocharles). Al lado de todos estos, los jesuitas, las carmelitas descalzas, los capuchinos, buena parte del clero secular de base... son gente estupenda. El dominio de Orazi sobre este tipo de lenguaje perverso, que sufrí en mis carnes, es tal que me pregunto si es fruto también de su propia experiencia. No me refiero sólo a lo que se dice, sino a la actitud mental y -sobre todo- corporal con la que se dice. Por eso me gustó tanto ese momento favorito de la "carcajada orquestada". Yo he visto eso. He visto cómo los iniciados, con una mirada de reojo de menos de una décima de segundo al líder, comprenden de inmediato que es el momento de reírse para anular una observación del descarriado a redimir y que acaba de decir algo que desborda el marco establecido. Ha mencionado al elefante. Hay que reírse, de forma sonora y coral, para neutralizarlo. Eso es una tontería, no viene al caso, pobre, no te enteras de nada.

¿Y la jerga empresarial? Pues también me ha tocado, miren ustedes por dónde. Si hablan de lo suyo -el coste y el beneficio- todo va bien, tú emites, yo recibo, ambos nos entendemos. Pero métanse en algo que tenga que ver con la responsabilidad social corporativa y ya verán qué juerga. Las ponencias pueden sucederse una tras otra sin que al final nadie tenga la menor idea de lo que allí se ha dicho. El motivo es muy simple: igual que en una reunión de la cienciología, se trata de no decir nada que pueda tener la menor repercusión en el mundo real. Recibo unas newsletter de una entidad dedicada, eso dicen, al fomento del empleo, en la que nunca he conseguido discernir ni una brizna de información referida a la creación de algún puesto de trabajo. Toneladas de estudios, encuentros, informes, herramientas de evaluación, de comunicación... No me doy de baja porque me parece un ejemplo fascinante de literatura fantástica.
No toco el blog desde noviembre. Ya les contaré, un tsunami laboral que terminó descabalándome la vida, la salud y el equilibrio mental, por ese orden. Pobres los de Vania, que los puse a caldo y han tenido que soportar miles de visitas de quienes se asomaban de vez en cuando a ver si había algo nuevo. No me puedo quejar de seguidores, ahí siguen intactos los de twitter, esperando sin largarse. Y he perdido la cuenta de todos los que me han dicho que me ponga las pilas. Empiezo a considerar posible que haya quien se divierta leyendo estas homilías, porque tres o cuatro pueden decirlo por amabilidad o vaya usted a saber por qué, pero... ¿tantos? ¿Puede mi madre pagar a todos para reforzarme la autoestima? Parece improbable, pero ustedes no conocen a mi madre.


* * *
Los cuatro están de miedo, pero mi corazoncito se quedó con Gualupe Álvarez Luchía. Para empezar, canta de miedo -es compositora y cantante- y, para seguir, es una actriz como la copa de un pino. Es la que se lleva un susto de muerte cuando el actor que en ese momento encarna al amado líder le toca el pelo, movimiento que no se espera y que le produce un respingo. ¡Y las caras!, como les decía en la Guía, que comparte con Leticia Etala. Caras de mirar al espectador con expresión de "claro", "evidente" o, en otros momentos, "cuánta equivocación". Repito, los cuatro están de miedo.


* * *
Y AHORA DEJO AQUÍ LO QUE ESCRIBÍ ANTES DE TODO LO ANTERIOR, MI REGRESO AL BLOG DESPUÉS DE MESES DE AUSENCIA:

Va a resultar que soy mejor persona de lo que creía. Mis motivaciones principales para escribir aquí son dos: una, la de glosar con más espacio lo que me gusta y, aunque salga en la Guía en papel, merece mayor comentario. Y, la segunda, quitarme de encima las pésimas vibraciones que me produce malgastar mi vida en una butaca asistiendo a... a cosas a veces inenarrables (y, ya de paso, ahorrárselas a alguien). En todo hay grados, también en la capacidad de molestar. Yo tolero mejor la falta de talento o la bisoñez que el arrojo presuntuoso, y he pasado unos mesecitos de alivio. ¿A ustedes no les parece que llevamos un par de temporadas bastante flojas? Estas percepciones suelen ser muy subjetivas, así que no me hago mucho caso cuando se me pasan por el cerebro, pero ésta es persistente. El caso es que, desde noviembre, no sé cuántos ladrillos me han caído en la cabeza. Hace unos días... ¡me dormí! Algo que sólo me ha pasado dos veces en la vida (sí, seguiré acentuando "sólo", que conste que hay académicos de la lengua que también siguen haciéndolo).

Ésta sí es de la función. Viene de Notodo.
¿Por qué les decía que voy a ser mejor persona de lo que creía? Pues porque el aliciente que, al fin, me ha movido a entrar de nuevo al blog (que no recordaba ni cómo se hacía) no ha sido el de poner a alguien de vuelta y media (no desesperen, hay algunas cosas atrasadas a las que les caerá lo suyo en algún momento), sino lo contrario: contarles cuanto antes que esto de Encarnación merece la pena. La pulsión de amor ha vencido sobre la de muerte. Si todo se desarrolla según lo previsto, algo difícil de asegurar para cualquiera que haya seguido -pongamos por caso- el periplo del cadáver de Eva Perón o el discurrir de la política catalana durante los últimos meses, la crítica en papel saldrá el viernes 27, pero quedan advertidos para que se organicen las agendas. Después de saltarse una semana, creo que la función vuelve a partir del lunes 30. Sí, el lunes; política acertada, los lunes no hay casi nada, así que es una grieta de público aprovechable.

Al grano: viéndola actuar, ya sabe uno que la gran Orazi no debe de tener un pelo de tonta. Esto lo ha parido como autora y directora, y confirma la afirmación precedente. Hay inteligencia, retranca, contenido, crítica, finura, estilo... pero, sobre todo, lo que hay es un control férreo de la forma y el tiempo. O sea, como les digo siempre, la madre del cordero del teatro. Una horita justa, cuyos primeros quince minutos quizá los tengan en suspenso, pero que al poco deja bien nítidas sus propias reglas, la semántica y la sintaxis de la lengua en la que Orazi quiere hablarnos. Ya que llevan esperando cinco meses, esperen unos pocos días a que les cuelgue aquí la crítica que saldrá en la Guía y la nunca más pertinente ampliación.

Me encanta encontrarlos de nuevo al pie de su pantalla. No es broma.
P.J.L. Domínguez
          

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