Sala: Teatro Calderón No encuentro créditos de autoría por ninguna parte. Lo entiendo, yo también me escondería. Respecto a los intérpretes, consulten la página web, pero no se crean una palabra: briefsfactory.com Duración: 1.20'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
No encuentro fotos de los números que se ven en Madrid. |
Va uno haciéndose mayor, y quiere pensar que alguna compensación tendrán los inevitables achaques fisicos (... ¡y morales!). Por ejemplo, que el tiempo le enseñará cosas. Por ejemplo, que aprenderá a no hacer predicciones, porque no hay manera de mejorar las marcas ni de los analistas financieros (¿Por qué se llaman analistas y no adivinos? Aciertan igual). Cuando vi Ohlala me dije "esto va a ser lo peor de la temporada". Qué inmenso error. Siempre se puede ir a peor. Briefs es otra estafa como la copa de un pino. La promoción del espectáculo dice lo siguiente:
Your glamorous host Shivannah guides you through a jaw-dropping, eye-popping evening of extravagant boylesque, valiant aerial acrobatics, irreverent interludes and show-stopping drag artistes.
1.- Shivanna y su amiga, la otra "show-stopping drag artist" tienen tanto glamour como las colas ante las cajas de Ikea o la sala de espera del ambulatorio. Y no se vayan a creer que lleguen a lo irreverente, lo chabacano u otras anticategorías estéticas que tanto juego pueden dar (todo eso que se mueve entre la Terremoto de Alcorcón y la Pantoja de Puerto Rico, si me permiten meter a Dios y un hámster en el mismo saco). Ya les gustaría. Son sosas, sosas, sosas, improvisan algunas frases con menos ganas que las de un gato por meterse bajo la ducha y piden constantemente al público que aplauda más fuerte. El público -pobre- hace lo que puede. Creo que pocas veces en mi vida he visto drags más planas y más negadas para la escena. Y que conste que el género ME ENCANTA.
2.- Lo del valiant aerial acrobatics está por unos números de primer trimestre de primero de circo (circus skills, dice también el textito promocional). Y yo quejándome de Ohlala. La mamarrachada que se casca el que se cuelga de la maroma es para sonrojarse. El de la jaula -también evoluciones colgado- es quizá lo único de los ochenta minutos de espectáculo que roza la dignidad (creo que es Thomas Worrell), así que, para no desaprovechar semejante derroche de calidad, sale luego colgado de un aro para hacer básicamente lo mismo. Qué vergüenza ajena el número de las bolitas rebotonas, cuyo ejecutante ni siquiera aprobaría el examen de ingreso a la escuela.
3.- Creo que irreverent interludies es lo peor. Un tipo que debe de ser el que pasa por bailarín en la troupe (el único dato a favor de esta hipótesis es que se trata del que más tiempo baila, porque de bailar no tiene ni idea). Y qué ausencia de carisma. Las coreografías, imposibles. Hay otro al que deben de considerar el gracioso, porque sale varias veces con peluca de maruja, labios pintados y vestuario imposible, haciendo pantomimas que no creo que hagan reír ni a los niños de primaria. Por no hablar del conejo. Un individuo al que otorgo gustosamente el premio al número más absurdo que he visto en mi vida, y no estoy exagerando. ¿Qué hace? ¿Baila? ¿En serio quiere que nos riamos con los despertadores que suenan cuando los señala con el dedo? ¿Por qué dura tantísimo esa memez? Ahí ya, superada la vergüenza ajena, casi me enfado.
4.- El erotismo es ingrediente imprescindible del género, claro está. Sólo les diré dos cosas. La primera, que se cruzan ustedes todos los días por la calle con unos dos mil mocetones más agraciados que estos tipos. La cosa tiene delito, cuando en una semana recorrerán Madrid -y los telediarios- esas carrozas repletas de Adonis, Hércules y Antínoos esculpidos en carne. La segunda, para que se hagan idea del genio dramatúrgico que está detrás de esto, que en el primer número ya salen todos cubiertos por un minúsculo taparrabos. O sea, que cuando los van desnudando después uno a uno, cualquier supuesta avidez del espectador por ver lo que fuera, ya está anulada. Apoteósico. Por cierto: no verán nada más que lo ya visto en ese primer número. Con una excepción que merece subrayado: el gracioso ya mencionado, que destaca por sus escasas dotes físicas y su poco agraciado continente -hay que pensar que de manera buscada- es el único que muestra generosamente las nalgas (y por poco no se le divisa el esfínter) al respetable. Debe de ser humor australiano.
En resumen: si vieran estos números en una discoteca a las tres de la mañana y después de unas copas, no les dedicarían más que un vistazo distraído y pensarían "qué cutre". En un teatro, no son de recibo. Trash sin gracia, erotismo acartonado, atracción barata de tercera. Aquí tienen su página web, por si les interesa ver hasta qué punto una cuidada presentación puede ser mentirosa. Cómo me gustaría tener una reposada conversación con la gente que firma algunos de los comentarios que encontrarán por ahí. Anda, me acabo de acordar de Priscilla, reina del desierto y me están dando ganas de echarme a llorar.
P.J.L. Domínguez
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