domingo, 20 de septiembre de 2015

CANÍCULA

Sala: Cuarta Pared Autora: Lola Blasco Director: Vicente Colomar Intérpretes: Joshean Mauleón, Nerea Moreno, Eva Trancón, Rulo Pardo, Juan Antonio Lumbreras y Antonio Gómez Celdrán Duración: 1.20'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)


Moreno, Gómez Celdrán, Pardo, Lumbreras y Trancón (detrás, Mauleón).


Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:


Lola Blasco se asomó a la cartelera antes del verano con la excelente adaptación al teatro de HardCandy y lo hace ahora con un texto en el que hay de todo: crónica familiar, esperpento y gag; lenguaje evangélico, costumbrismo y ecos lejanos, no sabe uno si de voces dadas por Beckett o por La Zaranda. Se estará preguntando el lector si tanta disparidad encuentra algún concierto, y lo cierto es que sí, que el resultado presenta un nivel de cohesión suficiente para salvar la función. Y digo suficiente, porque los episodios de carácter más onírico –los de la transformación de Mauleón en cabra- encajan con alguna dificultad, no sabría decir si por vicio de origen (en el texto) o porque la puesta en escena no ha dado con el ensamblaje adecuado.

    Para todo lo demás –el dúo de las gemelas y el trío de los hermanos- Colomar ha sabido sacar partido al lujoso elenco. No era fácil sentar en el mismo sofá a dos actores con estilos tan marcados como Pardo y Lumbreras, pero el invento funciona con Antonio Gómez en el medio (tanto del sofá como de la interpretación). Eva Trancón y Nerea Moreno se merecerían un spin-off que desarrollara estos inolvidables personajes. El impagable vestuario de Guadalupe Valero y una música que va del Cara al sol a Rocío Dúrcal acompañan a una función a la que quizá sobre un ratillo, pero que deja surco en la memoria y carcajadas en el recuerdo.

Y lo que no cabía allí:

Las dos hermanas: Nerea Moreno y Eva Trancón
A veces, titula uno las críticas de mala manera, como le consienten el tiempo (siempre escaso) y la inspiración (siempre corta, en mi caso). Pero esta vez la titulé a conciencia: Surco en la memoria. Nadie tiene el secreto de lo memorable, una cualidad de títulos de novelas, de escenas o frases de películas u obras de teatro que no se nos despegan del recuerdo, y respecto a las que muchas veces nos ponemos todos de acuerdo ("Yo he visto cosas que vosotros no creeríais..."). La puesta en escena de Canícula creo que contiene dos, aunque esto no lo podremos confirmar hasta que pasen unos añitos: la pareja de hermanas y el trío de hermanos. Memorables por un conjunto de elementos que convergen, en ambos casos, a maravilla: el vestuario de Guadalupe Valero, el texto que tira al absurdo pero que define de forma potente a los personajes, la interpretación.

Los tres hermanos: Juan Antonio Lumbreras, Antonio Gómez Celdán y Rulo Pardo.
Si estas dos imágenes mentales tienen la capacidad de pervivir, como me parece, dentro de un tiempo volverán a nuestra memoria llamadas por el parentesco con algo que veamos o pensemos, y probablemente ni siquiera recordaremos de dónde salen. O sí, y en ese caso el numen de Vicente Colomar se pondrá a dar saltos de contento. 

* * *
Nerea Moreno es uno de mis cromos favoritos de mi álbum de actrices, desde antes de Haz clic aquí. Todo lo coloca bien. Está de muerte con un auricular en la oreja (el otro lo lleva su hermana), balanceándose al compás de lo que ellas (que no nosotros) oyen y comiendo pipas. Corrijo: las dos están de muerte, no me explico cómo no había visto nunca a Eva Trancón. Actúa en el Edipo de Sanzol, que evito desde antes del verano, porque me da una pereza tremenda una función que -por lo que me han dicho ya varios chivatos de mi confianza- no pasa de ser una lectura dramatizada. En fin, a lo mejor voy por confirmar esta excelente impresión sobre la actriz. Perdonen el tópico, pero no puedo evitar verlas a ambas en unas Criadas entre siniestras y bufas.
* * *
Lumbreras y Pardo presentan todas las ventajas y todos los peligros de los actores con un estilo personal muy marcado. La ventaja es que sacan adelante cualquier cosa. El peligro, que hay que ser un director con mucho músculo para evitar que se lleven el gato al agua, o sea: la función a su terreno. Se me ocurre Los Mácbez de Lima (que era, en general, un desastre) como ejemplo de Pardo despardado en cierta medida (aunque no por completo, reproché en la crítica que se le dejara resbalar en algún momento hacia su composición habitual). Pero Lumbreras era él hasta donde menos se podía esperar: el Esperando a Godot de Sanzol, que tiraba a lo cómico. Colomar los ha dejado exactamente como son, y funcionan bien con Antonio Gómez Celdrán de cojinete interpuesto para amortiguar el roce. No sé de quién es la foto del sofá que les he copiado, pero es estupenda: están retratados exactamente en las actitudes características.
* * *
Lo que impide a Canícula ser una función redonda es el encaje del hermano al que han ido a visitar al hospital, y que se está transformando en cabra (¿o demonio?). No, desde luego, por culpa de Mauleón, que defiende su parte con talento y ganas. El texto se complica: hasta ahí, las cosas pueden ser absurdas, pero son simples y cotidianas (la enrevesada relación entre las hermanas, la simpleza y mentecatez de los hermanos) y, además, la comicidad las salva en cualquier caso. Los parlamentos del sexto hermano se tiran por el camino de la metáfora, de la teoría sobre las relaciones de esta extraña familia, vuelan a otra galaxia. Se hacen largos. No sé si precisan de un recorte o de otra puesta en escena, pero perjudican al conjunto.
P.J.L. Domínguez
          

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