lunes, 19 de octubre de 2015

LOS CACIQUES

Sala: Teatro María Guerrero Autor: Carlos Arniches (versión de Juanjo Seoane y Ángel F. Montesinos) Director: Ángel Fernández Montesinos Intérpretes: Víctor Anciones, Marisol Ayuso, Juan Calot, Fernando Conde, Óscar Hernández, Alejandro Navamuel, Elena Román, Rául Sanz y Juan Jesús Valverde Duración: 1.25'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)


Marisol Ayuso y Fernando Conde demostrando que Arniches sigue  vivo y no
necesita de respiración artificial: basta interpretar.

Casi todo el mundo, menos García Garzón, la ha puesto ya a caer de un burro, y yo no voy a ser menos. Es insufrible. La versión es pésima y la dirección un auténtico lastre para la probada capacidad de algunos de los intérpretes. Más hubiera valido dejarlos solos.


Y todo el mundo que si Arniches sigue vigente, que si la actualización por aquí, que si los chistes hay que tocarlos o no por allá. Estos debates me aburren casi tanto como los programas de cocina. Actualice quien quiera, estaría bueno que fuéramos a permitir que se actualice a Shakespeare pero no a Arniches. Actualice, eso sí, con algo de tino, porque lo del María Guerrero está actualizado con los pies (por aquí sí y por allí no, castizo ahora y desnatado luego). Pero háganme un favor: no juzguen si el texto está o no está pasado de moda a la luz de esta interpretación morosa, lenta, que alaaaaaarga las conversaciones, que multiplica la gesticulación de payaso (por Dios, que alguien le diga a Óscar Hernández que disminuya el número y profundidad de las reverencias) y que sería capaz de desactivar la potencia de cualquier chiste escrito por Groucho, por Jardiel o por San Chisteador Bendito. 


Y sobre todo: no paso ni media palabra sobre la tontería esta de que la forma de representar el sainete ya no puede ser la de antes. Resulta que ninguno de nosotros vio el estreno en 1920, pero ¿qué es esto de pensar que nuestros abuelos eran idiotas? Es un absurdo prejuicio de quienes no saben contar la historia y lo quieren explicar todo con la gran falacia de que somos más listos que nuestros ancestros. Pueden estar seguros de que en 1920 un sainete de este tipo se podía representar de dos maneras: mal o bien. Entonces, como ahora, representarlo mal era hacerlo como en esta versión de Montesinos: exagerado, redundante, convertido en farsa sin maldita la gracia. Hacerlo bien...

Resulta que la prueba viva de que hay una manera de hacer bien Arniches como, con toda probabilidad, se hizo entonces, está dentro de esta misma versión: son Marisol Ayuso y Fernando Conde cuando los dejan solos. Soltando con rostro de bronce, cito de memoria: Mi marido tiene tal puntería que una vez mató tres pájaros de un tiro / ¡Caracoles! / ¡No, no! ¡Pájaros! (digamos de paso que Arniches no será tan polvoriento cuando encierra estas perlas prejardielescas). Serios, adustos, rapiditos, sin regodeo, que es como hay que hacerlo. ¿Creen acaso que dicen el texto así por inspiración divina? La sabiduría teatral se transmite de persona a persona, como las coreografías de Petipa o el encaje de bolillos. Estos dos saben perfectamente cómo debe llevarse el asunto, porque lo han aprendido compartiendo escenario con los herederos directos de los de 1920. En otras palabras: entre la simpar Ayuso y el estreno están Irene Alba y Aurora Redondo; Carmen Carbonell, Lola Cardona y Rafaela Aparicio; María Fernanda d'Ocón y María Luisa Ponte. El estilo no se improvisa, vuela de un cerebro al siguiente y -magia- reconstruye intacto el pasado ante los ojos del espectador. De eso va Al galope, el estupendo monólogo de Carme Elías en el Español, del que espero hablarles pronto.

De todo lo demás, se salvan Juan Jesús Valverde (que también domina el estilo) y, lo que es más raro, Alejandro Navamuel y Elena Román. Y digo que es más raro, porque en las comedias lo más difícil de encajar es siempre la parejita enamorada. Óscar Hernández y Raúl Sanz hacen el ridículo (probablemente, no por su culpa). Calot está lejísimos de sus posibilidades. La escenografía es fea con avaricia, las proyecciones vienen a ser las proverbiales pistolas añadidas al Cristo (véase cómo se aprovechó el talento de Luna en El señor Ye ama los dragones) y del vestuario mejor no les doy detalles, que luego me dicen que hago sangre.

Ah, se me olvidaba. De los últimos Arniches que recuerdo en Madrid, La señorita de Trevélez, de Mariano de Paco, ya se digería con mayor facilidad. Pero la que daba sopas con onda a esto era -pásmense- La venganza de la Petra de José Luis Moreno. Con eso está todo dicho.
P.J.L. Domínguez
          

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ánimo, comente. Soy buen encajador.