Sala: Teatro Español Autores: Mark Hampton y Mary Louise Wilson (versión de Joan Sellent) Director: Guido Torlonia Intérprete: Carme Elías Duración: 1.25'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)
La de arriba es Carme Elías (más guapa, desde luego) y la de abajo Diana Vreeland. Olviden la proyección goyesca, que afortunadamente dura poco. |
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
La obsesión
por el buen gusto me ha producido siempre aversión, cosas de mi educación calvinista.
Luego entendí que lo que realmente me da escalofríos es el mediopelismo. Porque el estilo
llevado al límite causa, como toda sofisticación extrema del intelecto, asombro
y –lo confieso- admiración.
Para
estilo, Diana Vreeland, quien inventaría, en Harper’s Bazaar y Vogue, el
papel de tirana de redacción explotado por El
diablo se viste de Prada. Un personaje sin desperdicio. Fragmentos de su
vida, telefonazos a los amigos, conversaciones con su secretaria a través del
interfono, explican a una mujer con la que uno mataría por irse a cenar.
Desfilan por allí Coco Chanel, Helena Rubinstein, Joséphine Baker, Nijinski,
Gulbenkian… Un siglo de high society,
de historia de la moda y el arte, de estilo y –quizá lo más relevante- de cómo
el estilo puede identificarse con la vida.
El montaje de Torlonia, que ya
dirigió la versión italiana en 1997, es un amplio bulevar (en el que sólo
sobran las proyecciones) por el que Carme Elías se pasea exhibiendo una
identificación con el personaje sólo posible a partir de la plenitud en su
oficio. Una oportunidad de lucimiento extremo aprovechada a fondo. Siento tanto
habérmela perdido en catalán que voy a intentar, al menos, verla otra vez en
castellano. Atención, porque van a volar las entradas.
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