miércoles, 26 de febrero de 2014

INTIMIDAD

Sala: Sala Tú Autor y director: Iván Ruiz Flores Intérpretes:Carmen Mayordomo, Caudio Sierra, Rikar Gil y Nahia Láiz  Duración: 50'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Rikar Gil, Nahia Láiz, Claudio Sierra y Carmen Mayordomo
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

Primera incursión en el teatro, que me conste, de Iván Ruiz Flores, guionista y director de cine hasta ahora. Se le nota la experiencia en la escritura, tanto estructuralmente –es una historia con necesaria sorpresa final, que no destriparé- como en el detalle: los cuatro personajes hablan en los cuatro registros distintos que les corresponden por edad, por condición. Eso hace creíble lo que cuentan: su vida y sus dificultades. Estoy eludiendo a posta la palabra “crisis”, porque no es una función sobre la crisis, sino sobre personas a las que les ha tocado vivir este tiempo, y no otro. La ha dirigido con pulcritud, con recato, con admirable coherencia de estilo y parquedad de medios (medios expresivos quiero decir, los de producción son los justos y necesarios).


    Los actores hacen primorosamente compatibles los variados registros lingüísticos con un tono interpretativo coherente, y la función fluye con naturalidad del primer al último minuto. Son buenos los cuatro. Me gustó mucho Rikar Gil, un tipo al que no le hacen falta aspavientos para provocar empatía. Y Carmen Mayordomo merece mención aparte. Bien está que ilumine el off con su talento, pero hace tiempo que debería pisar escenarios principales, le sobra capacidad. Aquí está, como siempre, de miedo. Que alguien se la lleve al Español, al María Guerrero…


Y lo que no cabía allí (las frases en negrita son los puntos de unión entre ambos textos, mejor leer primero aquel y luego éste):

1.- Es una historia con necesaria sorpresa final. "Necesaria" para que el texto suba un escalón. No quiero causar destrozos, así que sólo diré que no se trata de cuatro monólogos. Como la sorpresa llega muy tarde, y es de considerable envergadura dramatúrgica, el efecto final sobre la percepción del espectador es muy relevante. Estas bombas, cuanto más tarde, mejor. Por cierto, vean lo que dice Marcos Ordóñez sobre esto de los spoilers. Me consuela saber que a él también se le olvidan los finales.

2.- Los cuatro personajes hablan en los cuatro registros distintos que les corresponden por edad, por condición. Esto no es ninguna tontería. Intenten escribir algo que parezca dicho por otro. Sin caer en el estereotipo, claro. Como dijo Buffon, el estilo es el hombre (o la mujer), y en cuanto uno escribe un par de frases es como si dejara una muestra de ADN. Yo mismo, sin ir más lejos (qué maravilla de inicio egocéntrico esto de "yo mismo, sin ir más lejos") soy exactamente el tipo de pelmazo que parecen delatar los ladrillazos que aquí les propino. En Intimidad, este efecto polifónico de voces distintas está especialmente conseguido.

3.- Son buenos los cuatro. Menos mal. En un escenario a la italiana, y más o menos lejos, puede ser soportable que alguien cojee. Pero con la acción ante las propias narices, y con el arranque de la Mayordomo, yo -esto es una forma de la timidez- me paso el resto de la función sufriendo por la posibilidad de que alguien la pifie. No la pifia nadie. 

La Mayordomo es un crac, poco más puedo decir. La he visto en... dejen que haga memoria... Por lo menos no sufrió, un estupendo microteatro de Juan Morali en el que hacía comedia, y en tres textos de Carlos Be: Exhumación, Peceras y Elepé, en los que hacía de todo. Es una acriz de mirada magnética, de ésas que dan la sensación de que podrían interpretar hasta la guía teléfonica. No sé si habrá profesión más injusta que la de actor. Si fuera futbolista, hace tiempo que saldría en los telediarios, pero no creo que sepa chutar saques de esquina. Por cierto, va a resultar que de vez en cuando hay justicia: está nominada a un premio de la Unión de Actores.

Rikar Gil tiene que defender un papel especialmente patético sin forzar el patetismo, y lo hace ejemplarmente, lejos de la ñoñería o lo lacrimoso. Como a los otros tres, Iván Ruiz lo ha colocado de frente, estático, confiándolo todo a la cadencia de la voz y a pequeños gestos de las manos. Ya hace dos semanas que vi la función, y se me han quedado los suyos grabados. Nahia Láiz muy fresca, muy natural, muy joven (lo digo porque hace al personaje más joven de lo que ella es). A Claudio Sierra le toca revelarnos eso que yo no puedo revelar. El director le ha tolerado alguna licencia expresiva más que al resto, procede que la cosa suba un poco al final. Cierra la función manejando muy bien la economía del relato y de sus emociones.
P.J.L. Domínguez
           

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