Sala: Teatro Valle-Inclán Autor: Álvaro del Amo (sobre el guión de C. Pérez Merinero, V. Aranda y A. del Amo para la película homónima) Director: Álvaro del Amo Intérpretes: Marta Belaustegui, Marc Clotet y Natalia Sánchez. Duración: 1.25'
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Mis habituales recordarán quizá lo que decía el otro día a propósito de El gran favor. A veces, mete uno los ingredientes correctos en el caldero, y lo que sale nada tiene que ver con las lentejas de otros días. Es lo que le ocurre a mi madre con la bechamel. Verán, mi madre hace una exquisita bechamel, de ésas que uno se come con el dedo antes de que la convierta en croquetas. Siempre la hace igual. Nadie cambia su forma de hacer la bechamel. Sería como sonarse un día de repente con la mano izquierda (a no ser que sea usted zurdo, claro). He aquí que, muy de vez en cuando, la bechamel no le cuaja. Gran misterio, gran inquietud. Se analizan escrupulosamente todos y cada uno de los factores. La única hipótesis remotamente posible está ligada al revestimiento de tal cazuela, que difiere del de tal otra sartén. Se experimenta. Se desecha la hipótesis. Es consultada su cuñada, reconocida autoridad en asuntos culinarios. Ésta confirma que el cosmos no es cognoscible: a ella también se le estropea a veces la bechamel, no se sabe por qué.
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No consigo achacar a ninguno de los ingredientes de Amantes la responsabilidad de que el resultado final sea, básicamente, tedioso. La escenografía de Paco Azorín, que tiene ahora mismo en cartel Julio César como director en el Bellas Artes, es simple, hermosa y funcional. Ahí la tienen, con los planos inclinados que parecen empujar a los tres protagonistas al mismo lugar una y otra vez. La iluminación de Fischtel, que no dio una en Los Cenci y que se pasó diez pueblos en El caballero de Olmedo (algo me dice que en, ambos casos, hizo lo que se le pedía), discreta, ajustada a la escenografía y eficaz. También discreto, y bonito, el vestuario de Juan Sebastián DOMÍNGUEZ (lo pongo en mayúsculas porque los créditos han olvidado consignar su apellido), con un par de piezas (la combinación de Trini y el traje del difunto marido de Luisa) que me gustaron especialmente. Hasta bolitas, me pareció verle al traje. La adaptación del guión tampoco tiene mucha pega. Iba a decir que quizá un poco larga, pero no veo por dónde meterle tijera para dejar la historia con el fuste necesario.
Belaustegui, Clotet y Sánchez. Guapísimos en esta preciosa foto de MarcosGfoto. |
Los actores... pues qué quieren que les diga. Tampoco están tan mal. Al menos ellas. Marta Belaustegui tiene fondo suficiente para hacer esto, y yo creo que para desgarrarlo un poco si le dejan. Y Natalia Sánchez, que se las arregló para destacar en aquel pestiño de Los ochenta son nuestros allá por 2010, tiene el punto justo de candor y determinación que caracterizan al personaje. Contra lo que decía Javier Villán en El Mundo (no les puedo poner enlace, que es de pago), yo la veo madura. Si acaso, Clotet sí se queda corto. Al fin y al cabo, ellas son personajes unidireccionales: una obsesionada por casarse con él y vivir como Dios manda; la otra, obsesionada por acostarse con él y vivir como Dios no manda. Es él el que quiere una cosa y la otra a la vez. Y ya lo dice la canción, cómo querer a dos mujeres a la vez y no estar loco (ya saben que la canción popular es fundamentalmente conservadora). Así que el papel exige una cantidad de matices entre el quiero, pero no quiero, pero me vuelve loco, pero me vuelvo con la otra... que Clotet no alcanza a reflejar. Que no desespere. Ahí tiene a otro guapo, Martiño Rivas, al que di por imposible en La monja alférez y que, un año después, ha crecido bastante en Cuestión de altura.
¿Qué es lo que no va? Pues ya puesto en plan de revisar el revestimiento de la cazuela... ¿no será que la dirección se ha quedado un poco plana? Están pasando cosas bastante gordas en el escenario, y no parece que nadie les haya dicho a estos tres que se desmelenen un poco más aquí o allí. Sí, hay momentos de los que suelen calificarse como tórridos pero, ¿a quién le impresiona a estas alturas el sexo en un escenario? Quizá se ha confiado demasiado en la potencia de esas imágenes, dejando el resto tan moderado que, en hora y media, la cosa adormece. Mejor la peli.
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