sábado, 12 de abril de 2014

MISIÓN FLORIMÓN

Sala: Teatro Nuevo Apolo Autores: Sébastien Azzopardi y Sacha Danino (versión de Laura Helena Olivié) Director: Joe O'Curneen - Yllana Intérpretes: Vanesa Romero, Canco Rodríguez, Santiago Molero, Marcelo Casas y Jesús Cabrero Duración: 1.40'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Jesús Romero, Canco Rodríguez, Marcelo Casas, Vanesa Romero
y Santiago Molero. Todos hacen lo que pueden.


Para quienes busquen una opinión concisa, ésta función es fácil de sintetizar:


HO-RRI-PI-LAN-TE

Debe de ser lo peor que he visto esta temporada, y conste que me lo he pensado un rato.

Para quienes gusten de algún detalle más:

La culpa no es de los actores. Molero (uno de los componentes de Sexpeare) es la monda, lo sabe todo el que lo ha visto. Cualquier día, explota y se hace supermediático. Mira tú por dónde, también Marcelo Casas es muy bueno: estupendo haciendo de Papa, estupendo simultaneando papeles. Los dos se llevan las dos ovaciones de mutis que provoca la función. Bien Jesús Cabrero, sobre todo en la escena de los cardenales gays, que parece más bien dirigida por Molero ("parece", he dicho "parece", por si acaso). Simpático Canco Rodríguez, archiconocido por ser el Barajas de Aída. Sólo lo he visto en el papel de carácter de la tele y en este espanto, así que no sabría decirles hasta dónde llega. Vanesa Romero tiene una veta superpayasa que da para mucho y que me sorprendió para bien (a veces las cosas no funcionan igual cuando se sacan de la tele). Guapísima y graciosa, ¿qué más precisa el género?

Estábamos en esta ingrata tarea de repartir culpas. Intentaré decirlo rápido y sin hurgar en la herida. La pieza está adaptada con los pies y dirigida con los pies, aunque con otros pies distintos. Los chistes autóctonos son pura pacotilla; los diálogos, plomizos. La comicidad se intenta estirar mientras uno ruega por dentro "por Dios, avancen, avancen". Por lo que encuentro en la red, la producción original en francés duraba... ¡veinte minutos menos! ¿Saben ustedes lo que son veinte minutos en un escenario? El tiempo en el teatro es como los años de los perros, que cuentan por siete humanos. Algún día desarrollaré esta idea. 

Allá al fondo, a lo lejos, entre brumas, parece vislumbrarse una comedieta gamberra que, bien adaptada y bien dirigida, quizá hubiera podido tirar al respetable de las butacas a base de carcajadas. Les juro por mi santa madre que mi acompañante se durmió. Yo no, debe de ser que no tengo la conciencia tranquila.
P.J.L. Domínguez

           

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