jueves, 6 de junio de 2013

AIRES DE ZARZUELA

Sala: Teatro Fernán-Gómez Autores: Chapí, Chueca, Sorozábal, Vivves, Fernández Caballero, Jiménez, Soutullo y Vert, Barrera y Calleja, Barbieri, Bretón. Director: Luis Olmos Intérpretes: María Rodríguez, Sonia de Munck / Elisandra Melián, Julio Morales, Antonio Torres, Cristina Arias, Francis Guerrero y Celsa Tamayo. Duración: 1.25'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


María Rodríguez y Julio Morales (cantando Amor mi raza de La leyenda del beso)


Todos hemos visto zarzuela mal hecha, muy mal hecha y requetemal hecha. Durante decenios. Paradójicamente, eso prueba la vitalidad de un género. Si el público está dispuesto a pagar por ver cualquier pestiño, es que le tira mucho. Es lo que ocurre con este público, que pasa por ser de cierta edad. Es posible, pero se da una circunstancia curiosa: hace treinta años, el del Teatro de la Zarzuela era un público mayor. En 2013, sigue siendo mayor. Es obvio, por motivos biológicos, que ya no es el de 1983. Parece que la única conclusión posible es que la gente no llega a la afición por la zarzuela hasta una cierta edad. Lo cierto es que el público no desaparece: programen zarzuela, ya verán cómo tienen cola de incondicionales.



Estábamos con el maltrato sistemático al género, exceptuado lo exceptuable, claro, como el Teatro de la Zarzuela, que marca el listón universal de calidad en este ámbito. O iniciativas aisladas como las preciosas Katiuska de Sagi (coproducción del Arriaga, el Español, el Calderón y el Campoamor, toma)  o El dúo de La Africana de Albertí y Cunillé (del Lliure). El formato de recital de extractos célebres... en fin, qué les voy a decir. He visto de todo. Me llega noticia de Aires de zarzuela -digamos que el título no es un prodigio de imaginación- y, ¡oh!, la dirección de escena es de Luis Olmos. Por si les falta el dato, dirigió el Teatro de la Zarzuela hasta hace poco, firmando algunas creaciones muy logradas. Sin ponerme a investigar, recuerdo a bote pronto El rey que rabió, por ejemplo (en la foto). Así que, confiado en que Olmos es una garantía, allá que me voy.

Francis Guerrero y Cristina Arias
Aires de zarzuela es un espectáculo modesto, y ahí está buena parte de su fortuna. Tomen un recital de highlights, añadan un tenue hilo conductor y vístanlo escénicamente: vestuario, interpretación (el crónico punto flaco, ay, del teatro lírico), movimiento de actores, proyecciones, números bailados a dos. Soltemos cuanto antes lo más flojo: las proyecciones son de media docena de estilos distintos, el aspecto visual ganaría bastante con un poco de homogeneidad. El resto está bien, sin pretensiones,  bien hilado, resultón a ratos. Olmos ha conseguido que los cantantes (y la pianista) superen con cierta soltura el aspecto actoral, evitando en buena medida la gesticulación tradicional en estos casos. Francis Guerrero y Cristina Arias, los bailarines, arrancaron en mi función las mayores ovaciones, algo sorprendente en un espectáculo de zarzuela. Arias firma las coreografías, de corte convencional pero atractivas. Les aseguro que me esperaba lo peor -un subproducto en plan pareja de baile con diapositiva detrás- pero lo cierto es que superan la diapositiva y la gigantesca embocadura del Fernán-Gómez. Los interludios bailados terminan por ser uno de los atractivos de la función.

Luis Olmos
Como es habitual, la pareja baila con música de orquesta grabada. Como es habitual, los cantantes son acompañados por un piano. Bien por la pianista (Celsa Tamayo), que comparte la coordinación artística y musical con Julio Morales. Sé por experiencia la prueba de fuerza que supone lidiar con las imposibles transcripciones, acompañar a los cantantes y aguantar a pie firme un número tras otro mientras los demás se turnan. Lo hace con bravura (y además parece tener madera de actriz de carácter).


Hace muchos años supe de canto como para emitir opinión, pero ahora es como si recordara otra vida (o la vida de otro). Teniendo en cuenta esa limitación, los cantantes me parecieron estupendos. Como algo hay que resaltar, me quedo con María Rodríguez y Julio Morales en "No cantes más La Africana", de El dúo de la africana y en "Amor mi raza sabe conquistar", de La leyenda del beso; con la "Romanza del ruiseñor" de Doña Francisquita (no sé si por Sonia de Munck o Elisenda Melián, olvidé preguntar a quién le tocaba) y la escena posterior del segundo acto ("Francisquita" / "Fernando, qué sorpresa") con Morales; con el dúo "Niñas que a vender flores" de Los diamantes de la corona, que bordan con salero ambas cantantes; y con las "Granadinas" de Emigrantes, que Morales enfoca con un sentido de lo popular que no siempre tienen los cantantes líricos. En todo esto, me dan donde me duele. Y grand finale... un momento. Voy a pillar un desvío.

Zaragoza no se rinde.
Allá por mis doce o trece años, descubrí unos discos de zarzuela en casa de mis tíos. Estupefacción. Ya debía de ser yo rarito por entonces: ¿se imaginan a un niño de esa edad que se pasa la tarde encerrado en la salita del tocadiscos oyendo La verbena de la paloma? Siempre tuve suerte con la familia: hacían como que no pasaba nada. Caía en trance con muchas cosas, pero con nada como con "Aragón la más famosa" de La Dolores. Pinchen el enlace y díganme si no se sienten dispuestos a entregar a su niño de pecho al General Palafox para contribuir a la defensa de Zaragoza contra el pérfido francés, como la señora enfervorecida de Agustina de Aragón.

Grande como el mismo sol
grande como el mismo sol
es la jota de esta tierra

Así termina Aires de zarzuela. Aparte del enganche que tengo con esta jota, tuve la suerte de ver en el Fernán-Gómez algo que viene siendo muy infrecuente desde que el público decidió ser danés y no exteriorizar sus sentimientos: una señora que se arrancó a aplaudir en cuanto sonaron las primeras notas. Hay que suponerla aragonesa, pero vaya usted a saber. Yo mismo me siento de Tarazona cuando oigo esto. Mis lectores habituales sabrán que se me amontonan, y se me confunden, varios sentimientos nacionales distintos. Pero tras casi hora y media de este concentrado hispano, salí de allí transpirando españolidad.

Si les gusta el género, les gustará la función. Si no les gusta, háganselo mirar. Entiendo que hay gustos para todo, pero "no me gusta la zarzuela" es una frase como "no me gusta la novela". No se puede rechazar en bloque un género oceánico en el que hay tragedias, dramas, comedias, sainetes... Por no decir que, en realidad, abarca dos géneros: la zarzuela grande (tres o más actos, requerimientos escénicos y vocales análogos a la ópera, argumentos frecuentemente serios) y la chica (un acto, requerimientos escénicos y vocales modestos, argumentos frecuentemente cómicos). En los pocos enlaces que les he puesto, ya hay un poco de todo: del drama de La leyenda del beso hasta el despiporre tragicómico del fragmento de El dúo de la africana, pasando por el ardor patrio y las letrillas con encanto popular de La DoloresPrueben, y repetirán. Y si no, lleven a su madre: ella lo pasará en grande y, si hay suerte, igual se les pega algo.
P.J.L. Domínguez

           

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