lunes, 4 de abril de 2016

LA PUERTA DE AL LADO

Sala: Teatro Marquina Autor: Fabrice Roger-Lacan (versión de S. Peris-Mencheta) Director: Sergio Peris-Mencheta Intérpretes: Pablo Chiapella y Silvia Marsó (músico: Litus) Duración: 1.30'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)



Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

La dedicación de Peris-Mencheta a la dirección parece distinguirse por una muy personal y comprometida selección de piezas. Si en Continuidad de los parques estuvo bastante por encima del texto, ha elegido ahora un auténtico bombón para director e intérpretes. Lo que puede parecer una comedieta intrascendente más, es no sólo una aguda reflexión sobre los mecanismos de atracción y repulsión entre los seres humanos (con el abuelo del autor, Jacques Lacan, revoloteando juguetón entre líneas) sino, sobre todo, un habilísimo mecanismo teatral lleno de posibilidades.

    Los aciertos de Peris-Mencheta comienzan con la escenografía de Elisa Sanz, muy superior a la del estreno francés, y siguen con la inclusión del músico / voz en off. Ritmo y tono, especialmente determinantes cuando una función descansa casi por entero sobre la réplica ingeniosa, perfectamente logrados en las chispeantes broncas entre la complicada, intensa y antipática psicóloga y el frívolo, simpático y simplón publicista que comparten rellano. La comedia agradece el desparpajo de una Silvia Marsó que viene de Un tranvía llamado deseo y de Yerma, pero que rinde como una especialista del género. Chiapella realiza un evidente trabajo de alejamiento de su personaje televisivo que remata con éxito. Un espléndido rato de teatro divertido y con estilo. 

Y lo que no cabía allí. 
Las frases en negrita conectan ambos textos, mejor leer primero aquel y luego éste para enterarse bien.

1.- La dedicación de Peris-Mencheta a la dirección parece distinguirse por una muy personal y comprometida selección de piezas. Dicho de otro modo, que no le asusta el riesgo. Tiene una ubicación prominente en nuestro modesto star system, así que cualquier productor estaría encantado de ponerlo a dirigir títulos de orientación claramente comercial. Eso le proporcionaría una fama cómoda e ingresos más o menos fáciles, pero prefiere afinar. Con sus más y sus menos, pero demostrando con el conjunto de sus trabajos de dirección que es un tipo muy a tener en cuenta. No me gustó nada de nada Tempestad y creo que tanto Un trozo invisible de este mundo como Continuidad de los parques eran textos muy por debajo de su capacidad como director. Sí, también Un trozo invisible de este mundo, que cosechó un éxito universal, pero que me pareció, y me sigue pareciendo, ejemplo típico del teatro de buenas intenciones (vean, al respecto, lo último que he dicho sobre este asunto en la crítica a Sólo son mujeres, de resultado igual de aburrido, pero cuyos textos están bastante por encima de los de Botto). Incrementum era un reto importante, bien resuelto, y La puerta de al lado -como les decía en la crítica en papel- un bombón. Así que mi selección personal de su trayectoria (Incrementum, Continuidad de los parques y La puerta de al lado) traza un arco más que interesante.

2.- Un habilísimo mecanismo teatral lleno de posibilidades. Un tipo de texto infrecuente que yo llamo de liebre por gato. O sea: da más de lo que promete y, sin dejar de ser lo que parece, es más de lo que parece. Parece lo que antes se llamaba comedia burguesa, y lo es: un teatro amable de conflictos privados y no excesivamente desgarradores. Pero el espectador que esté atento a encontrar más, lo encontrará. En cuanto a contenido, y en primer lugar, un espesor considerable en lo que se dice respecto a las relaciones humanas. Ojito, esto no es Losers, la comicidad no está basada en la palabrería entretenida y autosuficiente. No en vano la crítica francesa vio un cierto parentesco con Marivaux que, como bien saben, consiguió camuflar bajo la apariencia del galanteo frivolón toda la filosofía (y la física) del amor y de la vida de una civilización ya desaparecida. 

En segundo lugar, un sutil jugueteo, un humor culturalista que hará las delicias de cualquiera que tenga nociones de psicoanálisis en general y haya oído hablar de Lacan en particular. Ahí andan, ocultas en el bordado, las referencias al otro dentro de uno mismo o una cita de Marguerite Duras (que el nieto de Lacan cite a la Duras es, ya en sí, una referencia indirecta a Lacan, que escribió un Homenaje a Marguerite Duras) respecto a la imposibilidad de la relación entre hombre y mujer, prima hermana de alguna afirmación del filósofo ("Lacan est conduit à questionner ce que l’on désigne comme « différence des sexes », et tout particulièrement ce qu’il en est de la jouissance féminine. Pour aboutir à la conclusion qu’entre les sexes ça ne marche pas, ça dysfonctionne, c’est de l’ordre du « ratage »… et pourtant, ça fait courir le monde.", lo dice Jean-Paul Ricoeur). Además, ella es psicóloga, y su intensa y bélica dialéctica está trufada de términos tomados del lenguaje del psicoanálisis. En otras palabras: lo que puede parecer a un observador inocente un intercambio espontáneo de exabruptos se apoya en realidad sobre un lecho de cultura psicoanalitica. A poco que el espectador la conozca, el resultado es una exquisita capa de ironía sobre la tarta, más ligera que la que, con iguales ingredientes, ha solido cocinar Woody Allen. Sumen los chistes metateatrales (que hacen pegar un respingo al respetable). Y sumen, respecto al humor culturalista, las referencias a Bruckner o a Mizoguchi y tendrán hechas las delicias de un público al que le encanta que le recuerden desde el escenario lo culto que es. Vamos, no se me enfaden, todos somos un poquito snobs, y además esto es un simple rasgo de identidad, de pertenencia. Reconocerse afín a quienes saben quién es Bruckner es lo mismo que dejar la etiqueta pegada en la visera de la gorra o llevar alzacuellos: un signo tribal.

En cuanto a la forma, el texto es réplica/réplica/réplica sin parar, una ametralladora muy bien cargada de sarcasmo. El original francés, una lengua especialmente dotada para el desprecio altivo -el registro de ella- debe de ser un artificio pirotécnico (alguna cosilla hay en Youtube), pero la versión de Peris-Mencheta es buena. Las escenas de otra índole están justo donde deben para contrastar. Por ejemplo, la más relajada de la madrugada en el rellano de la escalera. Y, sobre todo, la del rodaballo, que podría formar pendant con el sacacorchos de Sanzol. Si van después de leer esto, atentos al rodaballo, que podría ser modelo de escritura cómica, incluido el efecto "ponga la mano aquí". Está fuera de todo lo dicho hasta aquí, podría insertarse en casi cualquier contexto cómico, de los hermanos Marx a Lina Morgan.

3.- Los aciertos de Peris-Mencheta comienzan con la escenografía de Elisa Sanz. No hace falta repetir que la elección y coordinación del equipo creativo es responsabilidad del director. Además, el grado de abstracción aplicado por Sanz (si quieren entender por qué me parece esto abstracto, observen el bonito detalle microondas / cubito / espray del montaje original francés)  es como la proyección visual de la tendencia a la abstracción de concepto en Peris, presente en casi todos sus montajes (sólo exceptuaría Un trozo invisible de este mundo). Un reducido número de decisiones (dejar la cocina fuera de la vista del espectador, ubicar el rellano del portal detrás de una superficie alternativamente opaca o transparente, eliminar el tabique que separa ambas viviendas) rinde de maravilla. También el músico / voz en off está muy bien ubicado -en el centro, al fondo, elevado- para estar y no estar. Y sus intervenciones se han dosificado con acierto. Fui pensando que sería una ocurrencia mal encajada -como suelen ser casi siempre estas cosas- pero no es así. Litus es músico, pero las cosillas que dice las dice con habilidad de actor. Es una aportación más (junto a la escenografía y los chistes metateatrales citados) hacia la abstracción, subraya el mensaje de "no vean esto como una simple historieta sino, más bien, como un ejercicio a resolver, un sudoku teatral, un juguete ingenioso".

4.- Ritmo y tono. Esto es la madre del cordero, por supuesto. No estaríamos hablando de todo lo demás sin este frente cubierto. Y ahí es donde Peris, Marsó y Chiapella dan perfectamente en la diana. Uno puede permitirse ritmos declamatorios o simplemente morosos en un texto lírico (pongamos a Lorca, que veo esta tarde el de Iniesta, ya les contaré) o épico (estuve ayer en los Homeros de Arellano, ya les contaré), pero ponga una coma de más en una comedia de frases cortas y chisporroteo y se ha caído con todo el equipo. Que se lo digan a Gay, que destroza su propio texto en Los vecinos de arriba, ya les contaré. Aquí se ha acertado tanto en esto de los tiempos (que la mayor parte de la función van a toda velocidad, como debe ser, y que se relajan en las escenas mencionadas y en, creo recordar, una que se desarrolla más al ralentí en casa de ella) como en el enfoque de la composición de los personajes. Marsó se ha quedado en el punto justo de la exageración, antes de convertirse en marioneta histérica, pero con la suficiente para dar risa y arreglándoselas para provocar también un poco de ternura. Y la empatía de los neuróticos (lo sé bien, porque soy uno de ellos). Chiapella carga con la bendición / maldición de tener un personaje televisivo que le ha granjeado fama universal, amenaza perpetua de encasillamiento. Para más peligro, ese personaje podía haberse trasvasado perfectamente a esta función, no sólo porque el carácter casa sino, el colmo del calco, porque es un vecino. Esas operaciones las carga el diablo: el público, encantado, y el intérprete un paso más cerca de vender su alma creadora al demonio de la vida muelle. Como les decía en la crítica en papel, es evidente que Chiapella ha realizado un esfuerzo consciente de alejamiento, y supongo que Peris le habrá ayudado lo suyo. Era muy difícil, porque no era posible irse al extremo opuesto: no es ni Macbeth ni Segismundo, sino un personaje de comedia bastante cercano. El resultado es muy interesante, por lo sutil de la operación.
P.J.L. Domínguez

Nota final: Uno de los mejores ejemplos que conozco en este género de liebre por gato es El filósofo declara del mexicano Juan Villoro. Tras mucho esperar, creo que se estrena en octubre en Barcelona. Espero que el montaje esté a la altura de la calidad del texto.
          
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