viernes, 5 de julio de 2013

EL HIJOPUTA DEL SOMBRERO

Sala: Teatro Príncipe Gran Vía Autor: Stephen Adly Guirguis (versión de Miguel Hermoso) Director: Juan José Afonso  Intérpretes: Juan Díaz, Alberto Jo Lee, Bárbara Merlo, Raquel Meroño y Juan Carlos Vellido Duración: 1.40'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)



Celebro que la obra pueda titularse en Madrid El hijoputa del sombrero. El original -The motherfucker with the hatha sido censurado en ocasiones en los EE.UU. hasta quedarse en The motherf**ker with the hat The mother with the hat. Cualquier día empieza a pasar aquí, ya verán, inundados como estamos de memez por todas partes. Hoy he recibido un mensaje de correo que me proponía "una call" -o sea, una llamada- para el jueves. Sin comillas ni nada, se lo juro. 

J**n P**l S**tre
Me pregunto qué van a hacer en el futuro allende los mares con, por ejemplo, La puta respetuosa, tradicionalmente titulada en inglés The respectful prostitute. Quizá les guste The respectful p**stitute. Aunque es posible que las fuerzas bobas de la moral encuentren más peligrosa en este sintagma la palabra "respetable" y prefieran The resp**tful prostitute. The resp**tful p**stitute comenzaría ya a salir del terreno de la censura para pisar abiertamente el de la vanguardia, y llevaría con la fuerza de un torbellino hasta T** resp**tful p**stitute. Leo en la wikipedia que la censura del título de Guirguis dio problemas al plantear el marketing. Se me ocurre, tras este descuartizamiento de la puta de Sartre, que algo así como T** m**herf**ker **th th* h*t podría ser un excelente cebo de publicidad viral. "Dos entradas gratis a quien acierte...". Etcétera.

Estas cosas me recuerdan siempre el comentario de "una madre" que, cuando el escándalo de Like a virgin, declaraba horrorizada que, tras oír la canción en la radio, su hija le había preguntado qué era una virgen. ¿Esperaba que su hija muriera feliz algún día sin conocer el significado de la palabra? ¿O prefería que se enterase en el patio del colegio? Me moriré queriendo habérselo preguntado a la desconocida. Hace unas semanas, Madrid vivió un escándalo en el Teatro de la Zarzuela: parte del público protestaba y abandonaba airado la platea por los desnudos en una escena orgiástica. Con los tiempos que corren, semejante reserva de ingenuidad me parece digna de admiración. ¿La gente se indigna por ver una persona desnuda en un escenario? Deberían vender entradas para ver eso. Para ver al indignado, no al desnudo. Yo pagaría.


Juan Díaz (de muchacho encantador, no cuadra) y Bárbara Merlo.
Estábamos en que en Madrid la obra puede titularse El hijoputa del sombrero, al menos de momento. Casi terminan aquí las buenas noticias. El texto de Guirguis... ¿qué quieren que les diga? Yo no le veo nada. Diré, para ser honesto, que reconocer un buen texto en una versión escénica mediocre es más difícil de lo que parece. Puede ser que no tenga yo la necesaria habilidad. Diré también que, siendo quizá estupendo, pertenezca a ese grupo de obras aclamadas por aquí y por allá, a las que, por algún ignoto motivo, yo no soy capaz de ver el atractivo (siempre les pongo a Closer como ejemplo). Como siempre que mi sensación choca con la opinión general, someto a mi sensación a todo tipo de torturas: por ejemplo, a imaginarme El hijoputa interpretado por Al Pacino y Colin Farrell (la pareja de La prueba). Y entonces me digo: "sí, sería estupendo". Y luego me redigo: "¿hay algo que no quede estupendo si lo dicen esos dos?". Y concluyo que sólo puedo quedarme con mi sensación. Por mucho riesgo que suponga, no tengo otra cosa: El hijoputa del sombrero no me parece un texto para echar cohetes.


Con mirada de zumbado. Así, cuadraba.
La versión que se puede ver en el Príncipe Gran Vía nace, a mi modesto entender, lastrada por un error de casting. Juan Díaz da perfectamente el aspecto de angelote de melena rubia (a lo Vidal Sassoon, como decía la canción), del muchacho que toda madre querría que fuera amigo de su hijo. Pero resulta que hace falta un exconvicto y (más o menos) exadicto creíble, que soporte media función sobre sus hombros. ¿Tiene Juan Díaz culpa de tener el físico que tiene? No. ¿Se podría haber superado el escollo? Claro. Todo es posible, después de ver a Paco Martínez Soria salir airoso del trance de convertirse en la tía de Carlos. ¿Se intenta superar? No. Afonso mantiene a Díaz -y Díaz se deja mantener- en el escenario casi a piñón fijo, luciendo sonrisa y melena. No hay quien se lo trague. Vean que, sin embargo, esto lo entendió perfectamente quien hizo las fotos promocionales (Paco Navarro): la mirada turbia de Díaz ahí (tienen la foto embutida en este párrafo) tiene poco que ver con el aspecto del actor en la función (foto de más arriba).


Raquel Meroño
Mejor Juan Carlos Vellido y Bárbara Merlo (ya saben que no se puede ser argentina y mala actriz, además se parece a Ann Baxter), aunque dan la sensación de andar un poco buscándose la vida por el escenario como pueden, o como les han dejado. De Alberto Jo Lee, mejor no digo nada. Descubrimiento de la noche: Raquel Meroño, aunque el papel sea breve. Durante los primeros minutos, me pareció otro error de casting: demasiado alta, demasiado guapa y... demasiado photocall (disculpen mis prejuicios) para el ambiente que se pretende retratar. Pero luego abre la boca y no da una fuera de sitio. A tenerla en cuenta.
P.J.L. Domínguez
           



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