sábado, 18 de junio de 2016

TOM EN LA GRANJA

Sala: Cuarta Pared Autor: Michel Marc Bouchard (versión de Line Connilliere y Gonzalo De Santiago) Director: Enio Mejía Intérpretes: Yolanda Ulloa, Alejandro Casaseca, Gonzalo de Santiago y Alexandra Fierro Duración: 1.45'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)

La foto es de @imateoss y refleja bastante bien la óptima escenografía de Alessio Meloni.
La cuestión del tema es siempre un asunto bien complicado. ¿De qué va La caída del Imperio Romano? ¿De la susodicha caída o de los amores entre Sofía Loren y Stephen Boyd? Imaginen que son ustedes los encargados de redactar la frase publicitaria, ese puñado de palabrejas que deben vender el producto: Una mujer atrapada entre el amor y los bárbaros. Creo que no cuela. Quien se encontró de verdad en el brete optó por la épica en vez de la lírica (en el cuadradito rojo). 


A la más mínima complejidad que presente un texto (o que un montaje complejo preste a un texto simple), la pregunta "¿de qué va?" pone en serios aprietos al interpelado. Olvidemos La caída del Imperio Romano (perdonen, la ESO y sus carencias pedagógicas me obligan a buscar materiales históricos alternativos) y echemos un vistazo a algunas entradas recientes del blog. ¿Cuál es el tema de Los temporales? Si nos ponen una pistola en la cabeza, tendremos que admitir a regañadientes que es la fagocitación de las personas por el trabajo. ¿Pero eso no da una idea completamente distorsionada de lo que la función es en realidad? ¿El tema de Animales nocturnos es la discriminación hacia el inmigrante? ¿Es El trompo metálico, como oí a alguien el otro día, una reflexión sobre la educación? ¿Va Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales de las relaciones familiares? El problema de todas esas afirmaciones no es que sean falsas, es que son medias verdades y nos dejan peor que cuando no sabíamos nada. Me parece que una foto dice muchísimo más de cualquiera de ellas que las sinopsis que no hay más remedio que incluir en publicaciones y conversaciones.

¿A qué viene todo esto? A que Tom en la granja NO es un texto sobre la homofobia en el medio rural. Buf, me da pereza hasta la frase que he escrito. Cuidado, no es que me parezca un problema menor o aburrido. Es que, como les digo siempre, trasladar un análisis o reivindicación social a la escena sin el suficiente talento dramatúrgico produce pestiños antológicos, panfletos en forma escénica aburridos como anuarios del colegio de odontólogos y de los que -además- es peligroso renegar, porque siempre llega el de los silogismos incorrectos: si no le gusta esta pieza sobre el maltrato animal es que le gusta el maltrato animal. Poco Bárbara-Celarent en la ESO.

Retomemos. Tom en la granja es también un texto sobre la homofobia en el medio rural, pero cualquier cosa menos un panfleto de recorrido unidireccional. Se trata, bien al contrario, de un texto densísimo de significados y connotaciones que -me pareció- otorga un amplísimo margen a la interpretación que de él quieran hacer director y actores. Con una gran capacidad de sugerir desviaciones hacia géneros de todo tipo, desde el melodrama hasta el terror de campos de maíz, pasando por la telemovie de comunidad rural americana. Esto no es la historia de un pobre gay que llega a un lugar anclado en la homofobia troglodita, sino mucho más. El papel de Tom y el del hermano de su difunto novio tienen unas fabulosas posibilidades, son personalidades con muchas capas que desvelar y que pueden enfocarse desde muchos puntos de vista distintos. La historia -con sus derivaciones hacia los lobos, la zanja en la que se pudren las vacas muertas y otras zonas quizá más oscuras- guarda un cierto parentesco (en esto del abismo primigenio de las pulsiones a un paso de la vida "normal") con Equus. Tengo unas enormes ganas de ver la película para compararla con lo que Mejía ha hecho, que no está nada mal.

Estrenó hace poco otra cosa, La ciudad borracha, perfectamente fallida, así que me acerqué a la Cuarta Pared temiendo lo peor. Por si hiciera falta, vuelve a demostrarse otra vez que los directores de escena pueden equivocarse en una y dar en el clavo en la siguiente.  Para Tom en la granja, Mejía ha contado, además del texto, con dos bazas formidables:

    * Una escenografía acertadísima de Alessio Meloni. El director la ha usado bien (uno puede contar con la mejor del mundo y pifiarla perfectamente) y le saca partido, con algún momento brillante, la iluminación de Jesús Almendro. Tienen una foto bastante ilustrativa arriba del todo.

    * Una actriz superlativa que se llama Yolanda Ulloa y que tiene mucha menor presencia en los escenarios de la que merecería. La vi hace unos años en una función fallida, salvando todo lo que tocaba. Espléndida en Montenegro. Aquí tiene más espacio y lo aprovecha a fondo. Hace uno de esos personajes a los que se les debe notar que se guardan más de lo que sueltan y lo clava. 

    Del resto, se salva Alexandra Fierro, en un papel breve. Los intérpretes masculinos están muy por debajo de lo que demandan sus personajes (Casaseca, mucho más centrado en Inmunidad diplomática). Y aun así, como les decía el otro día sobre Equus, la potencia del texto y la claridad de ideas de la dirección salvan un montaje que no sólo se deja ver, sino que atrapa. Espero que se reprograme.

* * *
Para terminar, una de crítico picajoso. No es, como el material promocional dice, la primera versión de la pieza en castellano (a no ser que hablemos del castellano de Castilla). En México se ha montado al menos dos veces, por Boris Schoemann y Alejandro León.
P.J.L. Domínguez
          
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