Sala: Teatro Español Autor: Max Aub Director: Ignacio García Intérprete: Carmen Conesa Duración: 1.00'
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Lo que cuenta Aub está ubicado en 1939, pero no me cuesta nada imaginarlo en 2039, si seguimos por el camino emprendido.
Imaginen que yo les contara que el gobierno francés decidió en 1937 confiscar en la frontera todo lo que los refugiados de la guerra de España, por ejemplo mi abuela, llevaran encima (ojo, que me lo estoy inventando). Les parecería normal, ¿no? Quiero decir "normal" en el contexto de lo que se venía encima. Un horror parcial premonitorio del horror global. Pues eso es lo que los civilizados daneses han decidido hacer ahora. Si es usted un sirio que huye de las bombas en su país y me está leyendo en el móvil; si lleva a la espalda al niño que no se le ahogó en el Egeo; si su mujer camina a su lado con la otra niña de la mano; si su madre les sigue renqueando detrás... les voy a dar un consejo. Eviten la frontera danesa, porque les van a quitar los pendientes, las cadenitas de los niños, los relojes y el metálico que hayan podido reunir si el total de esas riquezas excede los 1.340 €. Excepto si tienen un valor sentimental apreciable, así que igual les respetan las alianzas. Le perdono de antemano que grite contra la perra que parió al fascismo y, de paso, a los europeos; no cabe duda de que está encinta de nuevo, como advertía Brecht (que grita estos días desde el Valle-Inclán contra la estupidez irracional y el manejo que el poder hace de ella). ¿Qué nos espera en esta carrera desenfrenada hacia la deshumanización? Quizá lo mismo que encontró la protagonista del monólogo. Véanlo, quizá les dé ganas de encadenarse en la puerta de la Embajada de Dinamarca. Y a todo esto: ¿dónde están los nuestros? ¿Refugees welcome? No sé si partirme de risa o echarme a llorar.
Me he inventado esa ficción sobre una confiscación en el 37 en la frontera francesa. Eso es trola, aunque los franceses se llevaron su bonita parte de ignominia en el trato a los refugiados españoles, hacinados como ratas en los campos del sur. Como las ratas hacinadas ahora en Calais.
Pero quiero dedicar un parrafito a los ejemplos positivos. A cómo se nos humedecen a todos los ojos cuando recordamos que Cárdenas abrió las puertas de México a los exiliados españoles. O que Neruda consiguió un barco, para llenarlo de desgraciados y llevarlo a Chile. O que los cuáqueros (sí, los cuáqueros, ya me dirán lo que se les había perdido en nuestra guerra) pagaron la manutención de los niños vascos refugiados en Inglaterra. Dentro de cincuenta años nadie recordará nuestras loables acciones, porque no existen. ¿Dónde está Cárdenas? ¿No hay un puñetero político europeo que quiera pasar a la historia? ¿Dónde está Neruda? ¿Ni un solo intelectual bien ubicado, que mira que los hay, va a ser capaz de UN gesto? ¿Dónde están las iglesias? ¿Recuerdan que el Papa ordenó hace unas semanas habrir parroquias y conventos a los refugiados?
La protagonista de De algún tiempo a esta parte está atrapada en Viena como en una ratonera. Lo que los austríacos hubieran aprendido de esas experiencias hasta 1945 ya se ha olvidado. Es evidente, porque ayer mismo su ministra del Interior consideró oportuno centrar el problema actual no en la espantosa situación de los refugiados, sino en la falta de controles de las fronteras griegas. Que no pasen, que se mueran de asco en otro sitio. Ésta es la respuesta. Todo esto nos va a caer encima antes o después, si no es a nosotros, a nuestros hijos. Y como no está aquí Jeremías para advertir a los poderosos, advierto yo, que soy un pobre desgraciado con un blog.
¿Les parece que me he olvidado de la pieza? No. La pieza va de esto. ¿Para qué creen que la escribió Aub en el 49? La literatura de advertencia que la guerra de 1939-45 generó es ingente, podríamos tapizar el planeta con ella. Pero, como venía a decir en la crítica en papel, una cosa es soltar cuatro improperios (como yo en estos párrafos) y otra darles forma y obtener un resultado artístico a la altura del subtexto ideológico. Aub imaginó una peripecia redonda: esta mujer
es judía. Los nazis le han matado al marido. Pero el colmo es que a su hijo lo han matado los republicanos en Barcelona, porque trabajaba en el consulado austríaco. [La lógica se termina cuando comienza la confrontación. Lo contrario también es cierto: cuando termina la lógica, llega la confrontación. Vayan a buscar la lógica de Europa respecto a los sirios y miren al horizonte, igual ya se atisba la confrontación]
Aub escribió con pocas alharacas. Esta mujer está de vuelta del dolor, levanta la voz lo justo, está instalada en una forma de aceptación que no excluye ni las ganas de sobrevivir ni... no sé si decir el rencor. Puede parecer rencor, pero creo que se aproxima más al deseo profundo de que las cosas queden claras, de que alguien entienda en algún momento lo que ocurrió y quién lo hizo. Cuando Conesa se golpea el pecho y dice "eso lo vi yo" lo hace exactamente como lo hacía mi abuela, que vio cosas parecidas.
Ignacio García ha planteado el montaje como una sucesión de escenas separadas por oscuros (RAE, acepción 9), no sé si el texto lo sugerirá, pero lo dudo. En cualquier caso, ha acertado. Funciona, porque introduce la larga duración. El tiempo del espectador (una hora en la butaca) no es el de la protagonista, que está contando su historia a saltos, mientras hace esto o aquello. Algo que le permite ir saltando también de uno a otro recurso escenográfico (modestos, hermosos y útiles) dispuesto por Nicolás Bueno.
Conesa volverá dentro de poco con otro montaje centrado en los desastres de la guerra: Sólo son mujeres, de la Portaceli. Me da un poco de miedo, mucha pluridisciplinaridad, mucho compromiso... y no encuentro críticas al original catalán. En fin, mejor ser pesimista, y que luego sea una maravilla. Siempre sera estupendo verlas a ella, a Sol Picó y a Miriam Iscla.
Y algún exabrupto que no cabía allí:
Lo que cuenta Aub está ubicado en 1939, pero no me cuesta nada imaginarlo en 2039, si seguimos por el camino emprendido.
Imaginen que yo les contara que el gobierno francés decidió en 1937 confiscar en la frontera todo lo que los refugiados de la guerra de España, por ejemplo mi abuela, llevaran encima (ojo, que me lo estoy inventando). Les parecería normal, ¿no? Quiero decir "normal" en el contexto de lo que se venía encima. Un horror parcial premonitorio del horror global. Pues eso es lo que los civilizados daneses han decidido hacer ahora. Si es usted un sirio que huye de las bombas en su país y me está leyendo en el móvil; si lleva a la espalda al niño que no se le ahogó en el Egeo; si su mujer camina a su lado con la otra niña de la mano; si su madre les sigue renqueando detrás... les voy a dar un consejo. Eviten la frontera danesa, porque les van a quitar los pendientes, las cadenitas de los niños, los relojes y el metálico que hayan podido reunir si el total de esas riquezas excede los 1.340 €. Excepto si tienen un valor sentimental apreciable, así que igual les respetan las alianzas. Le perdono de antemano que grite contra la perra que parió al fascismo y, de paso, a los europeos; no cabe duda de que está encinta de nuevo, como advertía Brecht (que grita estos días desde el Valle-Inclán contra la estupidez irracional y el manejo que el poder hace de ella). ¿Qué nos espera en esta carrera desenfrenada hacia la deshumanización? Quizá lo mismo que encontró la protagonista del monólogo. Véanlo, quizá les dé ganas de encadenarse en la puerta de la Embajada de Dinamarca. Y a todo esto: ¿dónde están los nuestros? ¿Refugees welcome? No sé si partirme de risa o echarme a llorar.
Me he inventado esa ficción sobre una confiscación en el 37 en la frontera francesa. Eso es trola, aunque los franceses se llevaron su bonita parte de ignominia en el trato a los refugiados españoles, hacinados como ratas en los campos del sur. Como las ratas hacinadas ahora en Calais.
Refugiados sirios. |
Refugiadas españolas. ¿Ven diferencia? Yo no. |
¿Les parece que me he olvidado de la pieza? No. La pieza va de esto. ¿Para qué creen que la escribió Aub en el 49? La literatura de advertencia que la guerra de 1939-45 generó es ingente, podríamos tapizar el planeta con ella. Pero, como venía a decir en la crítica en papel, una cosa es soltar cuatro improperios (como yo en estos párrafos) y otra darles forma y obtener un resultado artístico a la altura del subtexto ideológico. Aub imaginó una peripecia redonda: esta mujer
(¡OJO, SPOILER!)
es judía. Los nazis le han matado al marido. Pero el colmo es que a su hijo lo han matado los republicanos en Barcelona, porque trabajaba en el consulado austríaco. [La lógica se termina cuando comienza la confrontación. Lo contrario también es cierto: cuando termina la lógica, llega la confrontación. Vayan a buscar la lógica de Europa respecto a los sirios y miren al horizonte, igual ya se atisba la confrontación]
Aub escribió con pocas alharacas. Esta mujer está de vuelta del dolor, levanta la voz lo justo, está instalada en una forma de aceptación que no excluye ni las ganas de sobrevivir ni... no sé si decir el rencor. Puede parecer rencor, pero creo que se aproxima más al deseo profundo de que las cosas queden claras, de que alguien entienda en algún momento lo que ocurrió y quién lo hizo. Cuando Conesa se golpea el pecho y dice "eso lo vi yo" lo hace exactamente como lo hacía mi abuela, que vio cosas parecidas.
Ignacio García ha planteado el montaje como una sucesión de escenas separadas por oscuros (RAE, acepción 9), no sé si el texto lo sugerirá, pero lo dudo. En cualquier caso, ha acertado. Funciona, porque introduce la larga duración. El tiempo del espectador (una hora en la butaca) no es el de la protagonista, que está contando su historia a saltos, mientras hace esto o aquello. Algo que le permite ir saltando también de uno a otro recurso escenográfico (modestos, hermosos y útiles) dispuesto por Nicolás Bueno.
Conesa volverá dentro de poco con otro montaje centrado en los desastres de la guerra: Sólo son mujeres, de la Portaceli. Me da un poco de miedo, mucha pluridisciplinaridad, mucho compromiso... y no encuentro críticas al original catalán. En fin, mejor ser pesimista, y que luego sea una maravilla. Siempre sera estupendo verlas a ella, a Sol Picó y a Miriam Iscla.
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