domingo, 17 de enero de 2016

LOS BUITRES

Sala: La Pensión de las Pulgas Autor y director: Carles Harillo Magnet Intérpretes: Mario Zorrilla, Carmen Mayordomo, Xabier Murúa y Josi Cortés Duración: 1.10'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)


Cortés, Mayordomo, Zorrilla y Murua
¿Saben qué fecha lleva el borrador de esta entrada? 4 de octubre. Eso les dirá algo del retraso que iba acumulando ya entonces, antes de que las entrañables fiestas entraran en mi planificación temporal como un equipo de rugby en una exposición de belenes. La imagen no es casual, mi Navidad ha incluido visita a la de una asociación belenista. ¿Qué creían? ¿Que sólo de aficionados al teatro vive el mundo? Hay gente pa'tó, y piensen que esto del belenismo no está tan alejado de lo nuestro. ¿Han caído en que el nacimiento y la muerte de Jesucristo son las dos escenas para las que más diseños de escenografía se han realizado? Y con enorme diferencia, ríanse de Hamlet. En el primer caso, además de los diseños pictóricos, las primorosas maquetas se cuentan a miles, y son maquetas con actores, nada de cuatro cartones mal pegados. Hace unos años les invité a ver la liturgia de Viernes Santo con ojo teatral, esta vez les sugiero idéntica perspectiva para los belenes. Un poco tarde, es verdad, a ver si me acuerdo de repetirlo allá por noviembre, cuando la amenaza no sea fantasma sino inminente.

Entre obligaciones familiares y comidas excesivas, tengo el blog abandonado desde hace un mes. He perdido la cuenta de las funciones vistas y sin reseñar (algunas han salido ganando con mi silencio, desde luego). Y mi propósito de Año Nuevo es publicarlas TODAS. La confianza puesta en éste es tan grande como la esperanza de que el de los tropecientos novatos que bloquean el vestuario de mi gimnasio se frustre cuanto antes, como todos los años. En contra de mis tendencias organizativo-obsesivas, y teniendo en cuenta que es más operativo hablarles de lo que está en cartel, iré publicando hacia atrás. Parece contradictorio empezar por Los buitres, pero no es así. Aunque yo la vi en septiembre, ha vuelto a la cartelera, y mi crítica en la Guía salió hace dos días. Aquí la tienen:

El título correcto para la crítica era pastiche, pero hubiera sido malinterpretado. Imposible evitar el matiz despectivo de una palabra que, en su original francés y en contexto literario, designa sin menosprecio un juego del ingenio consistente en reconstruir el estilo ajeno. Los buitres (o la muerte de los amantes), es una ingeniosa paráfrasis de una obra concreta: La danza de la muerte, de Strindberg. Idéntica transmutación del amor en infierno, idéntica visita del tercero. Curiosa carambola de parentesco: también la última versión vista por aquí, la de Cortizo, añadía una criada. Curiosa circunstancia que lo acentúa: el rumor del aire acondicionado evoca las rompientes de la isla en la que se desarrolla el texto madre.

    El riesgo del rídiculo, del dramón impostado con ropaje de época, acechaba en cada esquina, pero se ha evitado con éxito. Pier Paolo Álvaro ha conseguido soslayar con sorprendente eficacia el aspecto de saloncito sesentero de La Pensión de las Pulgas. La dirección no ha tenido el menor empacho en dibujar, desde el primer trazo, dos personajes extremos que, sin embargo, consiguen armar su propia verosimilitud. Y los intérpretes habitan ese lugar improbable y se calzan el vestuario de metafórica rigidez alambicada con la soltura de quien lleva mucho tiempo ahí, en esa cárcel que les da menos miedo que cualquier huida. Están estupendos.

Y aquí les dejo alguna cosillas que no cabían allí:

https://lapensiondelaspulgas.files.wordpress.com/2015/09/cggdqqowyaa6v2b.jpg
1.- Prefiero siempre ponerles alguna foto real de la puesta en escena, pero esta vez no encuentro ni media. Es una pena, porque, como apuntaba en la crítica en papel, Pier Paolo Álvaro se las ha arreglado con dos cosillas (unas ramas secas, una mesa vestida) para que el saloncito de La Pensión de las Pulgas deje de ser el saloncito de La Pensión de las Pulgas (algo que, me parece ahora sin pensarlo mucho, no había ocurrido nunca). Tampoco  creo que una foto pueda dar mucha idea de la transformación: por si no han estado nunca (qué inmenso error), no es un escenario que permita una vista frontal de conjunto, sino una habitación en la que el público se sienta alineado contra las paredes, como las muchachas que esperaban a que alguien las sacara a bailar. Para compensar, las fotos promocionales no sólo son excelentes, sino que responden bastante bien al carácter real del montaje (algo que no siempre ocurre). Son de Gabriel Galíndez, del que no encuentro referencias que poder darles. Les inserto aquí un montaje con los cuatro personajes y una simpática rapaz, metáfora visual del carácter, sobre todo, de la también simpática pareja protagonista.

2.- Si no están familiarizados con Strindberg, yo debería recomendarles que se apresuraran a leerlo. Pero como son ustedes gente atareada, estamos en 2016, la posmodernidad se ha llevado los melindres por delante y ha quedado perfectamente establecido que eso que está haciendo Ron Lalá en la Comedia diferencia netamente a sus espectadores (que aplauden puestos en pie) de los infames consumidores de telebasura, creo que será suficiente con que se asomen a Los personajes femeninos de Lovborg, donde Woody Allen parodia a Strindberg. Con eso les bastará para asimilar que lo suyo es el sufrimiento. 
Dorf: ¡TomamedidatadrásticasNett¿poqué ndejarlconservalenfermedainnombrable de Padre? Tavepudiéramollegaucompromiso. Tavemdejarítenelosíntomas.
NettaCompromiso¡ja¡Tmentalidadclase medimponenferma¡OhMoltvickmhastítantestmatrimonioMhastíatuideastumaneras, tuconversacionesthábitdponertplumas para cenar.
No es Strindberg, es Allen, pero el efecto -excluida la vuelta de tuerca grotesca, claro está- es idéntico: angustia, la palabra emponzoñada, el odio como forma de amor (ya lo dice Luis Muñoz en esta espléndida crítica). La capacidad de Harillo Magnet de sintonizar su teclado en esta frecuencia ajena y producir un calco de tal calidad -un perfecto pastiche, como decía en la Guía- denota una inteligencia rara (RAE: extraordinario, poco común o frecuente). Me quedo a la espera de ver lo siguiente que se le ocurra.

3.- Si sigo cantando las alabanzas de Carmen Mayordomo empezarán a pensar que somos primos (o algo peor). Muñoz dice en la crítica citada "...una actriz luminosa y camaleónica, sin duda una de las mejores que pisa los escenario". No se puede ser más sucinto y más claro, ni se puede estar más de acuerdo de lo que estoy. Mayordomo es una de las mejores actrices que pisan los escenarios de Madrid, así de claro. A Mario Zorrilla creo que no lo había visto nunca (es bastante popular por El secreto de Puente Viejo, pero casi no veo tele) y a Xabier Murúa lo vi en algo que no dejaba ni sospechar el talento de nadie y que me costó un disgusto (agua pasada). Les digo a menudo que es difícil juzgar a un actor por lo primero que se le ve, pero lo que ambos hacen aquí deja poco lugar a dudas. "Rigidez alambicada" eran mis palabras en la Guía respecto a un vestuario al que otorgaba valor metafórico, porque así son los dos caracteres: rígidos y alambicados. Es un vestuario que debe de molestar lo suyo y, a la vez, ayudarles en la composición. Lo de Zorrilla está entre Falstaff y el patriarca de La gata sobre el tejado de zinc, o sea, entre la algazara mordaz de la farsa y la amargura sorda del drama, una cosa como inventada a posta para patinar y partirse la crisma. Los primeros minutos hacen temer cualquier cosa, porque el asunto empieza bronco e intenso, pero todo cuadra. El personaje está clavado. Igual que el de Murúa, que viaja a otras regiones: exhibición de formalidad, una moralidad que lo acompaña tan a la vista como la cartera que porta... hasta el resquebrajamiento y el pavor. Se han detenido, como exigía una función con un pie en el realismo sicológico, otro en el cuento de miedo y el tercero en la fábula moral pasada de vueltas, a algunos centímetros del estereotipo, con la medida de verosimilitud precisa. Un gran trabajo. Y también un trabajo interesante el del enfoque de dirección, que se aleja sutilmente, en la dirección opuesta al realismo, de lo que esperaríamos en un Strindberg (véase el de Cortizo). Cualquiera disfrutará de la pieza, pero me parece que la apreciarán especialmente los profesionales del medio.
P.J.L. Domínguez
          

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