sábado, 28 de diciembre de 2013

CARLOTA

Sala: Teatro María Guerrero Autor: Miguel Mihura Director: Mariano de Paco Intérpretes: Pilar Castro, Vicente Díez, Pedro G. de las Heras, Natalia Hernández, Alberto Jiménez, Jorge Marchín, Carmen Maura, Antonia Paso, Carlos Seguí, Alfonso Valejo. Duración: 1.55'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Alfonso Vallejo, Pedro G. de las Heras y Carmen Maura.
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio

  Dijo Mihura, reproducido en el programa de mano, que Carlota le resultó “más bien rara”, y no la comedia con mucha trama y fácil de interpretar que pretendía. Maravillosamente rara, y cualquier cosa menos fácil de interpretar. Se mueve sobre un filo cortante entre el género policíaco y un humor altamente sofisticado y superpuesto a la trama, así que hay que mantener al espectador entre lo uno y lo otro, suspendido en una fascinante tierra de nadie en la que el interés por el misterioso asesinato debe convivir con las deliciosas salidas de tono


   La función tiene sus peros: la escenografía no ayuda mucho y sobra tanto rojo; no todo el mundo está todo el tiempo en el mismo registro; la dirección parece un poco despistada a ratos. Pero nada es tan grave como para no permitir disfrutar de Mihura. Carlota es también el celebrado regreso de Carmen Maura: está exactamente como uno espera que esté, muy Maura. Y muy bien, desde luego. Todos los demás brillan en algún momento. Alberto Jiménez, que lleva el mayor peso, y Natalia Hernández, una de mis debilidades, acaban saliendo bien parados, a pesar de que son quizá los que más sufren de la disparidad de registros mencionada. Vallejo da el tipo perfecto de policía británico salido de Jardiel o de las páginas de La Codorniz. 

Y lo que no cabía allí:


(Las frases en negrita son el enlace entre ambos textos)


Se mueve sobre un filo cortante entre el género policíaco y un humor altamente sofisticado y superpuesto a la trama. Esto es típico de Mihura (este señor de la izquierda, un genio), que introduce las granadas de fragmentación de su peculiar sentido del humor en las grietas de géneros que el espectador conoce. Aquí es el policíaco, que en La decente, por ejemplo, se mezcla con la alta comedia de pareja. Allí, la factura hallada en un bolsillo corresponde a un cerrajero de Ponferrada (carcajadas). Aquí, los londinenses están cada vez más raros, quizá por comer tanto roast-beef (carcajadas). La dificultad consiste en largar las salidas de pata de banco con total naturalidad, en medio de las pesquisas del crimen o de una declaración de amor incondicional. 

La escenografía no ayuda mucho y no se entiende tanto rojo. Debemos estar, quizá, ante la etapa roja de Felype de Lima, que desparramaba idéntico abuso en El caballero de Olmedo. Desde luego, en ningún lugar está escrito que Carlota no pueda representarse así de colorada pero, en mi modesta opinión, este exceso cansa y no se justifica. El resto de la escenografía, aparte de la bien resuelta escena inicial en el exterior, es más bien de dos más dos: un único espacio diáfano con las entradas pertinentes.

Natalia Hernández
No todo el mundo está todo el tiempo en el mismo registro; la dirección parece un poco despistada a ratos. En vez de adoptar un tono general, es como si el estilo interpretativo de cada uno derivase del carácter del personaje. Me explico. Si Miss Waths es "la persona más histéricamente constituida" que conocemos, pues que se pase de vueltas. Menos mal que es Natalia Hernández, que se pasa de vueltas como nadie y nos da algunos de los momentos más felices de la función. Pero eso no ayuda al conjunto. Si el protagonista tiene que estar in albis de todo lo que ocurre alrededor, pues que haga de despistado, en plan arreglo este reloj con aire de tontorrón. Menos mal que es Alberto Jiménez y lo hace con dignidad. Los personajes tétricos -el inefable servicio- no pueden representarse con los contrastes de Eloísa está debajo de un almendro, la cosa debe ser más fina. Etcétera.


Manuel Galiana y Victoria Vera
en La decente.
Carmen Maura: está exactamente como uno espera que esté, muy Maura. Y muy bien, desde luego. Ahora que he tenido tiempo para pensarlo, creo saber por qué estar muy Maura supone estar muy bien en Carlota. Resulta que el tono que le queda a la función como anillo al dedo es el de "yo pasaba por aquí", tan característico de la actriz. Es lo mismo que Victoria Vera hizo en la ya citada La decente hace unos años: soltar las mayores barbaridades en el tono de quien dice que se va a comer una ensalada. Y ya que estamos con aquella producción de Gustavo Pérez Puig, recordaré que Manuel Galiana, con un papel muy parecido al del antagonista masculino de Carlota, daba también con el tono justo con su actitud de "ah, bueno, si tú dices que es normal, pues será normal, no te enfades mujer". Es muy difícil dar idea de estas cosas sin gesticular y poner voz, pero como no quedemos algún día en persona, me temo que tendremos que contentarnos con estas indicaciones por escrito.

Hala, que ya les he hecho perder suficiente tiempo.
P.J.L. Domínguez
           

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