lunes, 2 de diciembre de 2013

MC BETH INTERNATIONAL GROUP

Sala: La Pensión de las Pulgas Autor: William Shakespeare (versión de J. Martret)  Director: José Martret  Intérpretes: Francisco Boira, Rocío Calvo, Manuel Castillo, Inma Cuevas, Víctor Dupla, Maribel Luis, Rocío Muñoz-Cobo, Pepe Ocio, Francisco Olmo y Daniel Pérez Prada.  Duración: 2.20'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Ya dan miedo en la foto, imaginen en la representación. Las brujas, sentadas
en primer término -dos en vez de tres- son las mejores que he visto nunca en
un Macbeth. 

Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

José Martret, cofundador de La Casa de la Portera, dirigió allí un Ivanov de Chejov (Ivan-off) que obtuvo gran éxito de crítica y público. Inaugura ahora La Pensión de las Pulgas con Mc Beth International Group, título que no debe engañar: aparte de los arreglos para eliminar personajes secundarios, es un Macbeth de tomo y lomo que conserva buena parte de su retórica. Menos mal, Shakespeare no es nada sin retórica.


  Excelentes colaboradores: Alberto Puraenvidia (espacio escénico), Antonio Martín (espacio sonoro), Lupe Valero (vestuario). Excelentes actores: hay que ver a Boira esperando a que Macduff le anuncie la muerte de Duncan, que debe fingir ignorar. O a Ocio, cuando ya sabe que le van a decir que su familia ha sido asesinada. O a Cuevas, pedazo de actriz, en los diversos papeles que encarna. ¡Y qué brujas! Rocío Calvo y Maribel Luis: es la primera vez que me dan miedo las brujas de Macbeth. 

Un pequeño pero: Lady Macbeth se queda, quizá, un poco corta. Todo lo demás, hasta la pequeña licencia de presentar la pieza como la visita a una gran corporación, va haciendo funcionar un engranaje de precisión que salva coitos, muertes y fantasmas y confirma a Martret como uno de los indispensables de nuestro panorama. Una maravillosa función, servida en un precioso envoltorio visual sesentero.

Y lo que no cabía allí (las frases en negrita enlazan ambos textos):

1.- Título que no debe engañar: aparte de los arreglos para eliminar personajes secundarios, es un Macbeth de tomo y lomo que conserva buena parte de su retórica. Esto de cambiar los títulos de los clásicos se ha puesto de moda últimamente. Lo hizo Martret con Ivan-off y Veronese no deja uno en su sitio: el último, Los hijos se han dormido en vez de La gaviota. Creo recordar confusamente que esto ocurrió también allá por los remotos sesenta y setenta, también en el cine. No tiene mayor importancia, pero multiplica la necesidad de referencias distintas para un mismo espectáculo. ¿Cómo buscar éste en Google o en Twitter? ¿Mbig, Mc Beth International Group o Macbeth? Pobres documentalistas del futuro.

A veces, esos cambios de título designan versiones muy alejadas del original, pero no es el caso. Me fui corriendo a casa a releer, y hay poca tijera en ésta. Se ve algún Shakespeare al que sólo le queda la peripecia -viene éste que mata al otro y blabla- y se vende como si fuera un Shakespeare, cuando la misma trama puede dar para una tragedia inmortal o para un episodio de culebrón. El quid está en otro sitio y, afortunadamente, Martret ha dejado el quid.

2.- Excelentes colaboradores. Uno de los talentos del director de escena es saber seleccionar y coordinar talentos ajenos. Como en casi todas las grandes puestas en escena, ésta es un ejemplo de trabajo en equipo. Alberto Puraenvidia es el autor de ese precioso envoltorio visual sesentero que menciono al final de la crítica. Vayan preparándose. Sabrán aquello que dicen los expertos en marketing: primero los gays, luego las chicas y al final los heteros. Quiere decir que si es usted un varón heterosexual y ve un gay con camisa de rombos, y a los tres meses una chica con pantalones de rombos, no tiene usted nada que hacer: a las dos o tres temporadas llevará un traje de rombos. Pues esto del ataque de los sesenta lleva ya un rato largo acechando desde todos los frentes, así que es muy posible que antes de no mucho tiempo todos vivamos otra vez en casas decoradas con papel pintado y llevemos melena.


La Casa de la Portera era ya una cabeza de playa de este desembarco -estaban antes de la explosión Mad Men, que alguien ha citado- pero el Macbeth de La Pensión de las Pulgas, es un Pearl Harbour. Como el espacio de la representación y el de los espectadores es el mismo -no hay escenario, se sienta uno en los mismos salones que pisan los personajes- la sensación de inmersión en el estilo es completa. Es evidente la experiencia acumulada por Puraenvidia en La Casa: el primer vistazo al espacio de la foto hace pensar que los actores van a desmorrarse en cuanto den un paso, pero no. Tienen sitio. Es evidente que tienen que extremar sus habilidades para no dar patadas a los muebles o sacar un ojo a un espectador, pero tienen sitio. De los tres espacios que el escenógrafo ha dispuesto, el primero (el de las dos fotos superiores) y el tercero (un comedor rodeado de espejos) son una maravilla.

El vestuario de Lupe Valero se ajusta como un guante a la escenografía. Fíjense bien en las dos brujas de la foto de arriba (sí, las brujas van a salir mucho en esta crítica) y en el vestidito de Inma Cuevas, que se pone varios, a cuál mejor. No es ajena al efecto la peluquería de Chema Noci, claro está. Los vestidos de Caprile y el peinado de Noci avagardnerizan y elizabethtaylorizan de forma sorprendente a Lady Macbeth. ¿No me creen? Comparen las fotos con el vestido verde.


                                

Por último, el espacio sonoro de Antonio Martín aporta lo suyo a la sensación ominosa y a la credibilidad de los momentos más peliagudos. 

3.- Excelentes actores. Pues sí, muy buenos. Esta pieza truculenta sólo puede sacarse adelante, que yo sepa, con frialdad de lagarto o con desgarro. Hay que recurrir a uno de los dos extremos para dar miedo, que es de lo que se trata. El Macbeth de Boira es desgarrado, neurástenico, angustiado. Como dice mi psiquiatra, "la angustia aniquila". Y es visible cómo aniquila a Boira/Macbeth minuto a minuto. Mis habituales me habrán leído más de una vez que la talla definitiva de un actor se percibe cuando calla. Ya he glosado la escena en la Guía del Ocio, pero me permitiré extenderme. Llega el bueno de Macduff y entra a la habitación del rey a despertarlo. Macbeth, que lo ha asesinado pocas horas antes, le acompaña hasta su puerta. Él sabe lo que Macduff verá allí dentro. Está esperando ese momento crucial de su existencia en el que el crimen se hará inexorablemente público, y no habrá marcha atrás. Debe de estar pensando en la cara que tendrá que poner y en lo que tendrá que decir. Boira está soberbio, fíjense en eso cuando vayan.


                       
Francisco Boira, Pepe Ocio e Inma Cuevas.                                       
La más bruta de la juerga es Lady Macbeth, como es bien sabido. Tiene que decir burradas del calibre de "no lo he matado porque me recordaba a mi padre" o "arrancaría a un recién nacido de mis pechos y lo estrellaría contra la pared, si hubiera jurado hacerlo". Ríanse de los peces de colores. Idénticas posibilidades que con su marido: puede ser gélida como una serpiente coral o desatada como una furia. En este caso, nos quedamos en las medias tintas, pero es posible que la cosa tenga aún remedio. Bien Daniel Pérez-Prada (Banquo), Luis Olmo (Duncan) y Víctor Dupla (Ross). Malcolm (Manuel Castillo) quizá un poco rígido, pero vi una de las primeras funciones y espero que se vaya soltando.

Muy bien también Pepe Ocio, en otra escena en la que calla bastante, y que ya he reflejado en la crítica de la revista. Es-tu-pen-dí-si-ma Inma Cuevas, que creo que dará mucho que hablar en los próximos años, a poco que las cosas le vayan bien. Estaba sembrada en ese delirio psicotrópico de Cerda. Creo haberla visto en aquella perla negra que se tituló Los últimos días de Judas Iscariote y espero pillarla en True West, pero llevo una vida muy achuchada. 

Y las brujas. Ah, las brujas. Una es Rocío Calvo, está en mi categoría de "actrices preferidas", qué les voy a contar. Estaba bien hasta en la Yerma de Narros, que ya es decir. A Maribel Luis... ¿la vi en Ivan-off? No caigo ahora. Martret las ha colocado en el registro opuesto a los demás: heladas como la muerte. Vestidas por la Valero y peinadas por Noci... no sé cómo decirlo: parecen brujas. Recuerdan a La semilla del diablo. En un marco que tira más bien al realismo, se permiten las escasas licencias del montaje: cuando callan, respiran emitiendo broncos sonidos; se sientan con el resto de comensales a la mesa del banquete: la luz verde que sale de una sopera les ilumina el rostro; sólo ellas, y Macbeth, ven al fantasma de Banquo... En conjunto, uno de los hallazgos de la función. Estás las dos que dan ganas de hacer con ellas una ¿Qué fue de Baby Jane?, una Bernarda Alba o unas Troyanas, lo que sea. En esta foto las ven más de cerca.


Rocío Calvo y Maribel Luis.
4.- Visita a una gran corporación. A todos nos escuece la mejilla de los sopapos que los poderes económicos nos están arreando. Después de esta gigantesca estafa, es lógico que los espectáculos teatrales de toda índole tracen paralelismos entre aquellos malos y estos malos. Pues bien, no haría falta. No creo que a nadie se le escape que TODOS los personajes de la tragedia, incluido ése que he llamado el bueno de Macduff, son una panda de lobos furiosos que viven de la explotación de los demás. O sea, el equivalente exacto de estos individuos que ostentan ahora el poder económico. Algo hemos mejorado por el camino: nos dejan protestar y no pueden colgarnos de los pulgares en el patio del castillo (todavía). Pero me parece que la equivalencia es tan evidente que no hace falta subrayarla. Presentar la función como una visita a la actividad cotidiana de una gran empresa aporta poco al principio. Tampoco sobra. Pero el efecto se redime y se aprovecha cuando a la amable señorita que nos conduce de despacho en despacho -Inma Cuevas- se le va quebrando el aplomo y se le reducen los muy corporativos parlamentos a balbuceos horrorizados.

5.- Salva coitos, muertes y fantasmas. Coito, entre los señores Macbeth, no sólo difícil en sí (pocas cosas más difíciles que el sexo en escena), sino también porque se supone que copulan a menos de dos metros de la nariz de algunos espectadores. Muy bien resuelto. Igual de bien la muerte de Lady Macbeth, mediante el expediente contrario: se queda en un discreto segundo plano. Y primorosa aparición del fantasma de Banquo. El salón de espejos que hasta el momento era todo glamour, se presta a maravilla, mediante un único haz de luz rebotada y las miradas heladas de las brujas (que no le desclavan los ojos), a una aparición que, al menos desde la invención del cine, es complicadísima de encajar sin que se oigan risitas. Nota de ambientación: Lady Macbeth se hace sangre; el fantasma está ensangrentado. Menos mal. En estos tiempos del concepto se prescinde a veces hasta de lo más elemental. Nota final: excelentes fotos de Jesús Ugalde.

Yo creo que esto va a estar meses y meses en cartel. Entre que caben poquitos y el enorme éxito de boca a boca que parece estar teniendo, tenemos función para rato. Pero no se confíen, vayan.
P.J.L. Domínguez
           

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