Sala: La Casa de la Portera Autor y director: Juan Mairena Intérpretes: Dolly, Inma Cuevas, David Aramburu, Soledad Rosales y María Velesar Duración: 1.10'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
No sé quién es el dueño del seudónimo Juan Mairena, si es que de seudónimo se trata. Supongo que cualquiera que haya mantenido diez minutos de charla ante la puerta de la Casa de la Portera lo sabrá, pero yo tengo mis limitaciones: de casa al teatro y del teatro a casa. Raramente me entero de nada más que de la representación. Con ese nombre como referencia sólo encuentro Cerda y Desmontando a Blancanieves, pero es de suponer que, quizá bajo otra identidad, ande rondando la actividad escénica desde algún otro frente, porque de esto sabe un rato.
Especifico: sabe un rato de escribir teatro. Ha escrito y dirigido Cerda. Vamos, que es su papá y su mamá. Y Cerda está infinitamente mejor escrita que dirigida. Es un texto que a ratos se va para acá (comedia petarda), a ratos para allá (absurdo puro) y a ratos para acullá (lirismo dramático). Que acumula referencias de Blade Runner, Santa Teresa, Gertrude Stein (una cerda es una cerda es una cerda...), Esperanza Gracia (la de los horóscopos de la tele), la cultura infantil (monjamonjamonjamon...) o una de las más ingeniosas glosas de Hamlet nunca oídas: "Ser o no ser, ésa es la cuestión... sobre todo si la deciden otros" (cito de memoria). Lo sorprendente es que todo esto casa en un conjunto coherente que va llevando al espectador por una pendiente de sorpresas: no hay manera de pillarle el género. Es, por tanto, un verdadero bombón (envenenado) para cualquier director que quiera hincarle el diente.
Pero esa compleja coherencia del texto no encuentra contrapartida en la dirección. No se puede dirigir el melodrama como melodrama, la comedia petarda como comedia petarda, el chiste de Muchachada Nui como Muchachada Nui... en una simple yuxtaposición de escenas. Ahí está precisamente la dificultad de poner en escena esta pieza. Si suman que el elenco es notablemente irregular, comprenderán que Cerda se queda bastante por debajo de sus posibilidades. Algo que no hace más que incidir en el elogio al texto, porque lo cierto es que, a pesar de todo lo dicho, la función se ve con agrado, mantiene uno el interés y suelta alguna carcajada.
Están muy bien Dolly -as herself, seguro que más dirigida daría sorpresas- y, sobre todo, Inma Cuevas, que estuvo en su día en aquella maravilla de Los últimos días de Judas Iscariote y que las da todas: igual se pone mística, que absurda, que lúbrica. Todo con convicción.
Pero esa compleja coherencia del texto no encuentra contrapartida en la dirección. No se puede dirigir el melodrama como melodrama, la comedia petarda como comedia petarda, el chiste de Muchachada Nui como Muchachada Nui... en una simple yuxtaposición de escenas. Ahí está precisamente la dificultad de poner en escena esta pieza. Si suman que el elenco es notablemente irregular, comprenderán que Cerda se queda bastante por debajo de sus posibilidades. Algo que no hace más que incidir en el elogio al texto, porque lo cierto es que, a pesar de todo lo dicho, la función se ve con agrado, mantiene uno el interés y suelta alguna carcajada.
Inma Cuevas y Dolly. |
P.J.L. Domínguez
Debo decirles que todas las críticas que he leído son más benévolas que la mía y que la función ha suscitado un notable entusiasmo desde hace varios meses. Tienen una selección en la página de La Casa de la Portera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ánimo, comente. Soy buen encajador.