Sala: Teatros Luchana Autora: Karina Garantivá Director: Ernesto Caballero Intérpretes: Reparto: Janfri Topera, Silvia Espigado, Daniel Moreno, Mara López y Karina Garantivá Duración: 1.30'
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La idea es buena. Un cincuentón que jamás ha practicado deporte alguno decide correr un maratón y cae en manos de un grupo entre gimnasio enrollado y secta satánica. Daba para uno de esos relatos que se han constituido en toda una corriente en la literatura contemporánea y que no sé adjetivar. Echen un vistazo a Residuos de Tom McCarthy, por ejemplo, y se hacen una idea. También algunos textos de Juan José Millás se mueven en esa órbita del... ¿realismo ampliado? Entiendan la expresión como análoga a la de "tonalidad ampliada". Narraciones a un paso de abandonar del todo la realidad, pero aún vagamente de este lado. He rebuscado un poco los comentarios a McCarthy a ver si encontraba alguna expresión más clara y he dado con algunas ilustrativas. "Gracias al interés de McCarthy por los detalles, la fantástica trama siempre mantiene un halo de autenticidad". "Atmósfera lúcida y al mismo tiempo algo desquiciada". "Siempre en la frontera de lo fantástico y lo excéntrico". Como ven, todas abundan en el contraste entre lo real y lo no real, mezclado en la misma trama y produciendo una emulsión inquietante de contrarios. "Halo de autenticidad" mola, frustra la expectativa del lector que, tras "halo", suele encontrar lo contrario: "irrealidad" o sus equivalentes. Creo que me la voy a apropiar.
No es el tipo de literatura que más me gusta, desde luego, debo de ser un tipo aburrido e inseguro, de esos que buscan certezas. Cuando he escrito inquietante me ha golpeado la memoria Pippi Langstrump, que me producía una intensa desazón ya en la infancia. Una narración de cosas que teóricamente podrían suceder, pero que nunca suceden, como que una niña viva sola con un mono y un caballo. No sé quién es el autor de la expresión "en la frontera entre lo fantástico y lo excéntrico", pero viene como anillo al dedo.
Volvamos a Runners. Esta Ciudad del Deporte (o algo parecido), estos programas de actividad física que se llaman Cadena Solidaria, estas irrupciones de la publicidad en el curso de la trama, esta relación desquiciada entre el gurú y la discípula aventajada en la manipulación... son elementos que, superpuestos al drama personal del protagonista que focaliza en el ejercicio físico su inmenso deseo de superar la mediocridad en la que vive, daban perfectamente para una historia del tipo que comentamos.
Pero ahí acaba lo bueno, en la idea, no hay nada más. Para ser escrupulosamente justos, Silvia Espigado coloca con intención algunas réplicas y Mara López muestra una encomiable frescura, sorprendente en medio de un texto de cartón y una dirección que parece mentira que provenga de la misma mano que montó Vida de Galileo hace nada o Montenegro hace unos años. Espero verla en algo más. [Por cierto: Mara se llama exactamente igual que una actriz porno. En la época de Google, y en mi modesta opinión, quizá debiera cambiarse el nombre artístico, ahora que está a tiempo] Janfri Topera, estupendo en la citada Montenegro y en Rinoceronte, y Daniel Moreno, un tipo solvente, se defienden como pueden.
Vi Pedro y el capitán, Backstage y Runners la misma semana. Juzguen cómo acabé. También vi Mi madre, Serrat y yo y Viva el pasedoble español, pero -aunque ninguna pasará a la historia de las artes escénicas- el nivel de aburrimiento se mantenía en los límites de lo soportable.
Silvia Espigado, Mara López, Daniel Moreno, Karina Garantivá y Janfri Topera. |
No es el tipo de literatura que más me gusta, desde luego, debo de ser un tipo aburrido e inseguro, de esos que buscan certezas. Cuando he escrito inquietante me ha golpeado la memoria Pippi Langstrump, que me producía una intensa desazón ya en la infancia. Una narración de cosas que teóricamente podrían suceder, pero que nunca suceden, como que una niña viva sola con un mono y un caballo. No sé quién es el autor de la expresión "en la frontera entre lo fantástico y lo excéntrico", pero viene como anillo al dedo.
Volvamos a Runners. Esta Ciudad del Deporte (o algo parecido), estos programas de actividad física que se llaman Cadena Solidaria, estas irrupciones de la publicidad en el curso de la trama, esta relación desquiciada entre el gurú y la discípula aventajada en la manipulación... son elementos que, superpuestos al drama personal del protagonista que focaliza en el ejercicio físico su inmenso deseo de superar la mediocridad en la que vive, daban perfectamente para una historia del tipo que comentamos.
Mara López, lo mejor de la función |
Vi Pedro y el capitán, Backstage y Runners la misma semana. Juzguen cómo acabé. También vi Mi madre, Serrat y yo y Viva el pasedoble español, pero -aunque ninguna pasará a la historia de las artes escénicas- el nivel de aburrimiento se mantenía en los límites de lo soportable.
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Escribí la entrada hace unos días, pero no la publiqué porque algo me rondaba el cerebro y no terminaba de emerger. Una resonancia. Ya la tengo: Los nadadores nocturnos. Un grupo de inadaptados que se reúnen para hacer ejercicio físico. No se me encocoren, que ya lo sé: como comparar a Dios con un hámster.
P.J.L. Domínguez
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