miércoles, 8 de octubre de 2014

PRISCILLA EL MUSICAL

Sala: Nuevo Teatro Alcalá Autores: Stephan Elliott y Allan Scott (basados en la película The adventures of Priscilla, queen of the desert de Stephan Elliott) Director de escena: Simon Phillips Director musical: Manu Guix Intérpretes: José Luis Mosquera, Jaime Zataráin, Christian Escuredo, David Muro, Aminata Sow, Rosanna Carraro, Patricia del Olmo, Noemí Gallego, Alejandro Vera, etc.Duración: 2.40' (30' de entreacto) 
Información práctica (el enlace a un callejón sin salida puede significar que la función ya no está en cartel)




Y lo que no cabía allí:
[para enterarse bien, mejor leer primero aquello y luego esto; las entradillas en negrita conectan ambos textos]

Desierto y lentejuelas. Hay imágenes que uno ve una vez y ya no olvida nunca, y no hay manera de saber por anticipado cuándo va a ser así. Siendo un niño de siete u ocho años vi una película en la que un duende irlandés cantaba algo así como I will see you in Glocamorra, palabras que se me quedaron grabadas a pesar de no saber una palabra de inglés. Decenios más tarde, un irlandés me dijo en Londres que él la había visto, también de niño, en el cine de su barrio, que no se podía creer que un subproducto local se hubiera pasado por televisión en España, y -aquí viene la cosa- que él recordaba exactamente el mismo momento que yo y nada más. Esto pasa con extraordinaria frecuencia, y a veces no tiene nada que ver con la calidad intrínseca de lo visto. Es otra cualidad, la cualidad de memorable. Pues bien: ¿quien ha podido olvidar el play-back de Guy Pierce sobre el autobús en marcha?

Sola, abbandonata, in questo popoloso deserto che appellano Parigi.
O, sobre todo, la gloriosa escena en la que las tres, con sus atavíos más flamboyants se suben al quinto infierno de montaña para cumplir con el sueño del jovencito. Inolvidable.

¿Cómo se le ocurriría esto a este hombre?
Canto a la libertad. Visto ahora, la verdad es que no pedían mucho. Justo poder ser como eran. Pero qué tiempos. No hacía mucho que un policía había matado de un tiro en la cabeza a un travesti a un paso de mi casa. Travesti era una palabra de la familia de puta yonki, más o menos. Como aquello que decía Shirley MacLaine sobre lo normal que les pareció al rodar La calumnia (uno de los títulos peor traducidos de la historia del cine) que la lesbiana se ahorcara. Pues lo mismo: te vistes de mujer, normal que te peguen un tiro en la cabeza. Insisto en que es casi imposible que los más jóvenes lo entiendan -es como las historias de la guerra del abuelo- pero quizá los mayores recuerden hasta qué punto la presencia de Terence Stamp, un señor SUPERserio que dio la campanada haciendo de transexual, aportó credibilidad a la película, sacándola del limbo conceptual de lo underground.

Christian Escuredo, más
conocido ahora como Felicia.
Necesaria condensación. Nunca me cansaré de repetir que la cuestión central del teatro musical es la de lograr una historia interesante con muy poco texto. Entiéndanlo: si hay que cantar, un texto convencional duraría horas. El libreto de esta versión hace piruetas para contárnoslo todo, y cae de pie. También la adaptación escénica es virtuosa, y no era fácil si tienen en cuenta que estamos hablando de una road-movie. No hay grandes alardes escenográficos (excepto la traslación del zapato gigante colocado sobre el autobús), pero está todo bien encajado y es resultón. Resultón, por ejemplo, el interior del bus. Como decía en la revista, la gran idea dramatúrgica es la inclusión de tres personajes que nada tienen que ver con la película, que yo recuerde, y que son descolgados de tanto en tanto desde el peine. 


Trasladadas directamente de Hércules a Priscilla, sólo que aquí son tres.
Son Patricia del Olmo, Rosanna Carraro y Aminata Sow. Están de muerte, cantan como quieren y tienen carisma. Pero, sobre todo, cumplen una función dramatúrgica de contraste, de animación del cotarro.


Visto así parece difícil, pero
este señor, José Luis Mosquera, es
una elegantísima Bernadette.
Priscilla tiene todo lo que se le puede pedir a un musical. Por supuesto, lo primero en un musical es la música, y éste lo tiene todo ganado de antemano: no subestimen la capacidad de electrización de un teatro que siguen teniendo It's raining men o I will survive. La historia, ya lo hemos dicho, conmueve a cualquiera. Los tres protagonistas se hacen querer. Sólo le pondré una objeción  todo el conjunto del espectáculo: la primera escena tras el entreacto es un contraste, no feísta sino feorro, con todo el resto. La verdad es que no cumple ninguna función esencial, es prescindible.
 P.J.L. Domínguez

           

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