jueves, 5 de junio de 2014

YO AMÉ A EDGAR ALLAN POE

Sala: La Casa de la Portera Autor: Edgar Allan Poe (versión de... no figura en el programa de mano) Directora: Pilar Massa Intérpretes: Pilar Massa y Carmen Mayordomo  Duración: 1.05'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)




Joé qué foto, ¿eh? Una imagen vale más, y todo eso. Me parece que ésta cuenta la función mejor que todo lo que yo pueda escribir.

No esperen grandes alharacas, ni sustos en plan cinematográfico. Yo amé a Edgar Allan Poe -lo único malo es el título- es una función... yo diría que serena y apacible, a pesar del asunto. El asunto son tres relatos: El corazón delator, El gato negro y -estuve cruzando los dedos para que el tercero fuera mi favorito- Berenice, mi favorito. Supongo que no quedará nadie en el planeta que no los haya leído, pero, si se les han despistado, no sigan perdiendo el tiempo y malgastando su vida: les he puesto los enlaces en los títulos para que no tengan que molestarse más que en mover un dedo. Son como los de Borges, no cansan. Me recuerdo a mí mismo leyéndolos a escondidas en la cama, atenazado por el terror. Ciertamente, no me producen ahora el mismo miedo que entonces, pero de vez en cuando sigo cogiendo de la estantería el mismísimo libro de mis ocho años. No voy a determe en elogiar los textos, encontrarán miles de glosas en red y... hasta menciones en los Simpson

Sólo les diré que parecen especialmente aptos para la lectura en voz alta: ganan cuando se oyen. Son testimonio de ello la innumerable cantidad de versiones no dramatizadas (que no reparten voces entre distintos personajes, quiero decir) que se han realizado en todo el mundo, tanto las que simplemente ponen voz a la narración como las que ilustran la historia con imágenes y dejan al narrador en off. Esto no es habitual, el traslado de un cuento al audio o la pantalla suele incluir la dramatización casi por norma. Esta versión, que supongo que es de la directora, apenas retoca los originales. Cambia la primera persona a la tercera, y poco más.  


Goizalde Núñez y Pilar Massa
en ContraAcciones
Le he visto a Pilar Massa ContraAcciones y Un pasado en venta. Eso me basta para saber que es una gran directora de formatos de cámara. La primera me gustó, y me ha gustado más con el tiempo (le puse tres estrellas en la Guía y me pregunto ahora por qué no fueron cuatro). También actuaba, y estaba estupenda. Tiene una mirada abierta y directa que recuerda a la de Luisa Martín. Aquí hay una decisión de interpretación que rinde muy bien: dice todo su relato casi susurrando, sin llegar al nivel de fonación normal más que, creo, una única vez, con el efecto consiguiente. Hay que tener un par de narices (tanto narices de actriz como narices de directora) para aguantarse las ganas de levantar la voz mientras se dicen cosas horribles, pero el esfuerzo merece la pena.

Hablé cuando ContraAcciones de la sobriedad de la puesta en escena, un rasgo que parece característico en Massa, al menos a la luz de estos tres montajes. Cuando llegó Un pasado en venta ya tenía yo el blog en marcha, así que pueden leer la entrada si les apetece. Esta vez ha ejercido también una dirección liviana (una dirección de aspecto liviano, quiero decir, cosa que no tiene nada que ver con no dirigir), dejando que dos señoras de aire, y vestuario, decimonónico nos cuenten estas historias como si estuviéramos en el salón de su casa. Una casa tenuemente iluminada, como imponen los cánones del género. Ya decíamos en la crítica de Carne viva que Massa se ha inventado aquí un recurso formal surgido de las condiciones de La Casa de la Portera. El público se divide en los dos espacios, y en cada uno de ellos una de las actrices narra una historia. Después, las actrices se intercambian el lugar. Al final, todos juntos para escuchar Berenice de la boca de ambas. El truco está bien, hace más íntima toda la primera parte de la función.


Carmen Mayordomo
Y si algo hace bien Massa, es seleccionar actrices. Goizalde Núñez, Marta Fernández-Muro... y ahora Carmen Mayordomo. De pronto, me las he imaginado a las tres juntas, y casi me da un vahído. Bromas aparte, la Mayordomo es una grandísima actriz que, además, se prodiga a diestro y siniestro con una capacidad de trabajo y de adaptación sorprendentes (echen un vistazo al enlace en su nombre, sólo las entradas en las que aparece en este blog ya dan una idea de esa dedicación). Realiza aquí un delicado ejercicio de estilo, es un placer verla moverse como si estuviera en su propia casa. Iba a decir que es como si los cuentos hubieran sido escritos para que ella los declamara, pero es que esto mismo es lo que ocurre con todos y cada uno de los papeles que le he visto intepretar. Y que conste que no somos primos. Verán el día que haga una Medea o una Lady Macbeth.

Sin alharacas, les decía, sin estridencias, pero lo que estas señoras llamarían quizá una agradabilísima velada. Sólo tengo una sugerencia: esas cositas que caen al suelo al final de Berenice -no diré lo que son, por si queda alguno que no se la haya leído- deben hacer ruido, incluso si eso supone mover a la actriz al punto donde no hay alfombra en el suelo. Está uno esperándolo desde que ve la caja, y en este espacio tan pequeño, y con una interpretación tan intimista, todos y cada uno de los ruidos -el frufrú de los vestidos, el roce de un cajón- colaboran. Éste sería el remate perfecto.

P.J.L. Domínguez
           

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ánimo, comente. Soy buen encajador.