sábado, 12 de abril de 2014

LA CORTESÍA DE ESPAÑA

Sala: Matadero (Naves del Español) Autor: Lope de Vega Director: Josep Maria Mestres Intérpretes: Elsa González, Sole Solís, Manuel Moya, Jonás Alonso, Alba Enríquez, Natalia Huarte, Borja Luna, Guillermo de los Santos, Francisco Carril, Álvaro de Juan, Júlia Barceló, Laura Romero, Ignacio Jiménez y José Gómez Duración: 1.50'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Francesco Carril, Manuel Moya, Natalia Huarte y Julia Barceló, la revelación
de la función. Ya se la veía venir en la Gerarda de La noche toledana, pero aquí

está de muerte.


Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:

Es un secreto a voces que estamos familiarizados con una parte muy pequeña del ingente legado de Lope. Tan infrecuente La cortesía de España que resulta difícil encontrar el texto. Hay que agradecer su exhumación, porque es la bomba. Testimonio de la espantosa condición femenina de… iba a decir “de la época”, pero me lo ahorro. Se pregunta uno siempre hasta dónde llegaba la intención crítica de Lope, velada por finales conformistas. Aquí, se agradece que Mestres modifique levemente ese conformismo: Lucrecia no le dice “a tus brazos” a su marido, sino que le pregunta “¿a tus brazos?”,  como quien exclama “pero, ¿qué dices?” Valiente canalla.




Sencilla, bonita y efectiva escenografía de Notari, con los vídeos de Luna bien integrados y la iluminación de Llorens a favor. Momentos plásticamente muy logrados con cuatro detalles. Serios altibajos de interpretación. Natalia Huarte es muy solvente, ya se vio en La noche toledana. La contraparte masculina, algo menos. El malo, un papel jugoso, bastante verde por ahora. Destacan el gracioso de Álvaro de Juan y, sobre todo, Júlia Barceló, que se lleva la función en cuanto abre la boca o mueve una mano. ¿A quién me recuerda esa voz?

Y lo que no cabía allí:

1.- Si, el texto es la bomba. El vuelo habitual del verso de Lope se combina con una narración vertiginosa que, no sin fundamento, todo el mundo ha comparado con una road-movie. Road-movie acelerada, diría yo, que también las hay lentas. La cuestión femenina es lo que primero salta a los ojos contemporáneos. No voy a hacer una lista de todos los retorcidos principios de conducta que estos seres humanos del siglo XVII aplican en ese campo, pero voy a resaltar el que fundamenta el hilo argumental de la pieza: el chico (Don Juan) rescata a la chica (Lucrecia) cuando es objeto de una agresión en un bosque solitario. A partir de ahí, pasa a estar bajo su custodia, de manera que las decisiones que afectan a su vida las toma él, algo que le parece bien a todo el mundo. ¿Saben cuándo se deduce eso de manera evidente? Cuando la hermana del chico (Leonarda) le dice a éste "¿no estarás pensando meterla en un convento?" (o similar, cito de memoria). O sea, el de las buenas intenciones se convierte en su amo. No vamos a deternos en detallar lo que le hacen, o le quieren hacer, los de las malas. Estas piezas de nuestro Siglo de Oro serían excelentes materiales didácticos para abordar contenidos de igualdad de género en los centros educativos. En Finlandia, claro, a ver quien va a financiar aquí eso ahora mismo. Y mientras, llevamos 22 muertas (el 25 de abril, a saber hoy que es 29).


2.- En las tres fotos que llevamos se hacen una idea de la escenografía: fondo proyectado, galería elevada, puertas, estrado (ah, y una alfombra: parece mentira lo que puede ayudar un elemento tan simple). Sencilla, barata, transportable; bonita, funcional, efectiva... y hasta efectista en algún momento. Las proyecciones indican dónde estamos, una ayuda que no resulta gratuita en una función que cambia de ubicación a enorme velocidad. En esta foto de abajo ven el recurso para representar el bosque: unas telas que se desenrollan de techo a suelo.


3.- Me gustó Manuel Moya en el papel cómico de La noche toledana, pero está aquí -en un dramón- rígido a más no poder. O al menos lo estuvo en mi función. Bastante por debajo de la media de rendimiento de la compañía. Daba la sensación de estar muerto de miedo; si era eso, quizá se le haya pasado después. Carril mejor, pero por debajo de ellas. Huarte, que es muy buena, un poco lastrada por los oponentes (nunca mejor dicho) masculinos. Salí del Matadero dispuesto a fundar el club de fans de Júlia Barceló, pero no hay tiempo para todo. Aquí abajo la tienen, a la izquierda.


De ellos, además de Álvaro de Juan, me gustó Claudio, el villano villanísimo de la historia (los otros son impresentables, pero mantienen los códigos de honor) que interpreta Jonás Alonso. Bien la pareja de la subtrama cómica, Ignacio Jiménez y... creo que José Gómez, pero son tantos que ya no estoy seguro.

Nota adicional: se me olvidaba señalar que, al menos en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, hay que saber pronunciar la elle. Digo yo.
P.J.L. Domínguez
           

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