Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
Todo el elenco haciendo el ganso (o supongo que el avestruz, que tiene más
aprovechamiento metafórico).
La
propuesta más mediática del arranque de temporada: mucho actor célebre, mucha
explicación sobre el proceso creativo (algo de lo que desconfío en cualquier arte, vean cómo terminó la música contemporánea a base de explicarse), mucho alarde multidisciplinar. "El Taller de Investigación Teatral Contemporáneo ha reunido a más de 100 artistas y teóricos en torno a la economía y su impacto en nosotros". Eso dice la página del Price (y no salgo de mi asombro). Tan supuestamente
in progress y tan supuestamente creada "en directo" (sigo en la página del Price), que hay pases para
asistir varias veces y ver la progresión de la cosa.
Toda esta hojarasca periférica se la lleva el viento en cuanto uno ve un espectáculo, claro. Lo que cuenta, lo único que cuenta, es lo que uno ve. ¿Y qué ve uno esta vez? Que los montes
parieron un taller de actores, ni más ni menos. Ahora bien: un taller de actores al que, además de la hojarasca, le sobra de todo. Para empezar, actores. Creo que conté diecisiete, y para lo que hay que hacer bastarían diez menos. Para seguir, duración.
¿Multidisciplinar? Simplemente, no. Es teatro-teatro aderezado con breves y simples (casi diría simplonas) coreografías, algunos volatines, número de
cuchillos que hará sonrojar a la gente del circo y trapecio prescindible y
encajado con calzador. Digerida esa suave sugerencia de heterogeneidad, no queda más que una banal
piececita de dos cabezas: una bastante Animalario (las escenas de familia) y la
otra bastante Sexpeare (las de Rulo Pardo, claro, que seguro que ha puesto bastante). El director de escena presente en la pista como
maestro de ceremonias no aporta nada, y es quizá el elemento más pretencioso. Un poco bochornoso verle dar órdenes que los actores ejecutan antes de verlas u oírlas. Vamos, que las supuestas inspiraciones del directo parecen más bien ensayadas. La función tiene mensaje: el neoliberalismo es una cosa horrorosa. Lo sospechábamos.
Se salvan los actores. Maravillosa Silvia
Marsó en el personaje más de carne y hueso, una Gilda de arrabal chicle
incluido; ojalá nos contaran su historia. Me entero después de que esta Silvia Bombón es el personaje que interpretaba cuando hacia revista de jovencita. Si es que tiene mucho de auténtico. Estupendos el médico de Pardo y la
chinita insufrible de Escolar. A Soto le basta una escena para confirmar, tras El lindo Don Diego, su gran talento histriónico. Muy en su sitio Poza (que viene de la maravillosa A cielo abierto, y a la que no sé cómo le ha ido en Fuegos, estaba yo en las Indias, ya saben),
y muy bien (mucho mejor que en La chunga) Aitana Sánchez-Gijon. Impecables Sarraute y, como siempre, Bermejo.
P.J.L. Domínguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ánimo, comente. Soy buen encajador.