Sala: Teatro Español Autor: Álvaro Tato (basado en La Celestina de Fernando de Rojas) Director: Yayo Cáceres Intérpretes: Charo López y Fran García (músico: Antonio Trapote) Duración: 1.15'
Información práctica (el enlace no operativo puede significar que no está en cartel)
Celestina no murió. Tras huir malherida, se refugió entre las monjas de un convento, y es a ellas a quienes habla, aprovechando que la superiora duerme y drogándola con láudano si amenaza con molestar una vez despierta. La idea es buena: dar voz a otra mala de la literatura. El monólogo se encarga de dejar bien claro que una mujer de espíritu libre prácticamente no tenía en el siglo XV más salida que la practicada por la protagonista. Ahora que miramos las cosas con otros ojos, docenas de estas descarriadas se nos aparecen como lo que son: las verdaderas heroínas de las narraciones, mujeres dispuestas a pagar como fuera preciso -incluso con la dosis de maldad necesaria- la posibilidad de esquivar las imposiciones de sociedades rígidamente patriarcales. Esposa, monja o fulana, pero sumisa en cualquier caso. Mi favorita es Milady, la de Los tres mosqueteros. Pero está claro que merecía la pena dar voz a Celestina, para que nos contara la copla desde su punto de vista. Como se le dio hace poco a la Virgen María, en el monólogo de Colm Tóibin que la Portillo interpretaba (y del que nada les conté, porque no tuve tiempo).
Lástima que el texto se despegue bien poco de lo previsible. Poco estructurado, pelín reiterativo, sin sorpresas narrativas que animen el cotarro (poca sorpresa los anacronismos o los chistes tipo los gozos y las sombras), los momentos mejores son, con diferencia, los que avanzan pegados a la historia original. Lo demás, lugares más o menos comunes, revelación sin mucho brillo de los sentimientos de Celestina. Con un lenguaje que, cuando decide tirarse a lo poético, alza poco el vuelo. Sé que la poesía de su autor ha recibido reconocimientos, de gente sin duda mejor informada que yo, pero ésta es mi modesta opinión. El propio título -esos Ojos de agua que hacen referencia lisa y llanamente a los ojos llorosos- me parece una banalidad pretenciosa. Mucho más modesto y efectivo el uso del mismo título en una novela de Domingo Villar para referirse a los ojos claros de un personaje. Claro que la expresión sale en La Celestina, pero allí el contexto es "...se me hinchan los ojos de agua", algo bien distinto del sintagma "ojos de agua". Como les decía más arriba, esto no es un tostón de cuidado porque lo hace Charo López, que si no...
La vi la última vez en Carcajada salvaje compartiendo escenario con Javier Gurruchaga. Ahora -uno en La Latina, otra en el Español- están los dos defendiendo textos que quedan bastante por debajo de sus capacidades.
Tienen más abajo el enlace a la crítica de Javier Vallejo. Estoy de acuerdo en una cosa: va a ser un exitazo. ¿Les parece que incurro en contradicción? No crean.
Carisma: Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar (RAE).
Se tiene o no se tiene. Charo López lo tiene. Y es el único motivo por el que Ojos de agua se sostiene. Aunque a duras penas.
Celestina no murió. Tras huir malherida, se refugió entre las monjas de un convento, y es a ellas a quienes habla, aprovechando que la superiora duerme y drogándola con láudano si amenaza con molestar una vez despierta. La idea es buena: dar voz a otra mala de la literatura. El monólogo se encarga de dejar bien claro que una mujer de espíritu libre prácticamente no tenía en el siglo XV más salida que la practicada por la protagonista. Ahora que miramos las cosas con otros ojos, docenas de estas descarriadas se nos aparecen como lo que son: las verdaderas heroínas de las narraciones, mujeres dispuestas a pagar como fuera preciso -incluso con la dosis de maldad necesaria- la posibilidad de esquivar las imposiciones de sociedades rígidamente patriarcales. Esposa, monja o fulana, pero sumisa en cualquier caso. Mi favorita es Milady, la de Los tres mosqueteros. Pero está claro que merecía la pena dar voz a Celestina, para que nos contara la copla desde su punto de vista. Como se le dio hace poco a la Virgen María, en el monólogo de Colm Tóibin que la Portillo interpretaba (y del que nada les conté, porque no tuve tiempo).
Lástima que el texto se despegue bien poco de lo previsible. Poco estructurado, pelín reiterativo, sin sorpresas narrativas que animen el cotarro (poca sorpresa los anacronismos o los chistes tipo los gozos y las sombras), los momentos mejores son, con diferencia, los que avanzan pegados a la historia original. Lo demás, lugares más o menos comunes, revelación sin mucho brillo de los sentimientos de Celestina. Con un lenguaje que, cuando decide tirarse a lo poético, alza poco el vuelo. Sé que la poesía de su autor ha recibido reconocimientos, de gente sin duda mejor informada que yo, pero ésta es mi modesta opinión. El propio título -esos Ojos de agua que hacen referencia lisa y llanamente a los ojos llorosos- me parece una banalidad pretenciosa. Mucho más modesto y efectivo el uso del mismo título en una novela de Domingo Villar para referirse a los ojos claros de un personaje. Claro que la expresión sale en La Celestina, pero allí el contexto es "...se me hinchan los ojos de agua", algo bien distinto del sintagma "ojos de agua". Como les decía más arriba, esto no es un tostón de cuidado porque lo hace Charo López, que si no...
La vi la última vez en Carcajada salvaje compartiendo escenario con Javier Gurruchaga. Ahora -uno en La Latina, otra en el Español- están los dos defendiendo textos que quedan bastante por debajo de sus capacidades.
Tienen más abajo el enlace a la crítica de Javier Vallejo. Estoy de acuerdo en una cosa: va a ser un exitazo. ¿Les parece que incurro en contradicción? No crean.
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