martes, 18 de marzo de 2014

TÉTRADA

Sala: La Puerta Estrecha Autor: Harold PInter (versiones de Eva Varela de las piezas Con precisión, Una especie de Alaska, El nuevo orden mundial y Estación VictoriaDirectora: Eva Varela Lasheras Intérpretes: José Gonçalo Pais, Samuel Blanco, Sayo Almeida y Eva Varela Lasheras Duración: 1.10'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)


Varela, Pais y Almeida.

Comentario de un amigo: "Pinter marciano, Varela marciana, debe de ser una marcianada. Me gustaría verlo". Me apresuro a señalar que, en nuestro idiolecto, "marciano" y "marcianada" están desprovistos de connotación despectiva. Si acaso, más bien al contrario. 


Les hago notar que no tenemos vocabulario para distinguir, sin recurrir a las perífrasis o a las negaciones, las cosas que están a uno y otro lado de la raya que separa a los artefactos artísticos tradicionales, convencionales, clásicos... -ya empezamos, llámenlos como quieran- de los que no lo son. ¿Y estos últimos? Amontonemos: vanguardistas, rompedores, no-convencionales, no-lineales (en las artes de la palabra), no figurativos (en las plásticas), atonales (en la música)... Pero no hay manera, no hay término preciso. En musica, por ejemplo, algo puede ser radicalmente no-convencional, pongamos las Variaciones para una puerta y un suspiro de Pierre Henry, sin ser atonal (palabreja que, hablando con propiedad, sólo es aplicable a músicas que usan escalas de sonidos afinados, y no ruidos). Si enseñan a un niño un Velázquez y un Rothko dirá que el segundo es raro. Lo mismo dirá un espectador no resabiado si le piden que compare a Arniches con Ionesco. Ionesco es raro. Pero... ¿quieren decirme cuál es el adjetivo con un mínimo prestigio intelectual que describe y engloba a todo lo raro? Muy simple. No existe.


Valera Lasheras en La extracción de
la piedra de la locura.


Así que "Pinter es marciano" quiere decir "Pinter nunca escribió La malquerida". Y "Valera es marciana" significa "Valera nunca dirigirá Las Leandras". Abundemos: la vi en un monólogo titulado La extracción de la piedra de la locura con el que poca gente se atrevería en este planeta, no sé en otros. En esta acepción, marciano engloba también, por ejemplo, a Hugo Pérez e Irina Kouberskaya, y marcianada a su espléndida Bernarda Alba, ahora en el Español. Son marcianos de otro Marte distinto.

También la vi hace unos meses en otro maravilloso Pinter que Rodolfo Cortizo dirigía y que ambos interpretaban: Cenizas a las cenizas. Es una actriz de raza, con un poder de convicción sin fisuras. Para dirigir, ha elegido cuatro piezas. Dos breves -Una especie de Alaska y Estación Victoria- y dos brevísimas, que no creo que lleguen ni a los diez minutos cada una: El nuevo orden mundial y Con precisión (mejor opción que Precisamente, traducción que da la Wikipedia). Las ha traducido ella, y las ha traducido espectacularmente bien. No es preciso subrayar que traducir a un autor del que, desde cierto punto de vista, podría decirse que tiene por único tema el modo en el que hablan los seres humanos, es una pesadilla. Con ánimo ya no de crítica, sino de colaboración, señalaría tres minúsculos detalles que me parecen mejorables. "Sólo habla con ella", un poco forzado en castellano y que podría ser "limítate a hablar con ella" o, más coloquial y más habitual, "habla con ella y ya está", "habla con ella y basta". "Estoy en él", que creo que quedaría más natural "estoy en el coche": mejor la redundancia que me parece recordar que se produciría con "coche", que "él" sustituyendo a un objeto. "Ayúdame con esto" es, como las dos fórmulas anteriores, correcto, pero mucho menos frecuente en castellano que su equivalente en inglés.



Pais y Blanco
Las cuatro piezas están yuxtapuestas de manera muy sencilla, con minúsculos cambios de vestuario de los actores a la vista del público, y dirigidas con precisión de cirujano. Es como si Varela las hubiera diseccionado con un bisturí y las hubiera remontado después, tras haber puesto bajo los reflectores del quirófano los recovecos, las costuras y los puntos de unión de los tejidos. Con los tres actores que la acompañan, ha conseguido el extraño prodigio de que no sumen peras y manzanas, sino que fluyan con tal naturalidad que sólo a posteriori se da cuenta uno de la dificultad del reto. A Pais lo vi en Este sol de la infancia y en Madre coraje, y a Sayo Almeida, si no recuerdo mal, en Esperando a Godot (¡en 2005!), así que sabía de la eficacia de ambos. Confirmo que son intérpretes de la casta de Varela: mucho dominio, pocas concesiones. A Blanco no lo conocía, pero parece un pez que se mueve con soltura en estas aguas de La Pajarita de Papel (que es como se llama la compañía). 

Son setenta minutos de chute teatral directamente en vena que uno ve a escasa distancia de su propia nariz. Si le gusta Pinter, no se pierda éste. Si no le gusta, tampoco. Insista, antes o después le gustará.
P.J.L. Domínguez

P.S. Quería decir un par de cosas sobre Pinter y el realismo, pero no quiero retrasar más la publicación de la entrada. Si voy bien de tiempo, a lo mejor lo agrego mañana.
           

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