Sala: Teatro Maravillas Autor: Florian Zeller (versión de David Serrano) Director: Claudio Tolcachir Intérpretes: Carlos Hipólito, Natalia Millán, Armando del Río y Mapi Sagaseta Duración: 1.20'
Información práctica (el enlace inactivo puede significar que la función ya no está en cartel)
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
Encuentro la foto en el twitter de Atención, obras |
La crítica de una función que habla de la verdad y la mentira sólo puede ser encabezada por la madre de todas las citas en esta cuestión. Es de Voltaire y aparece en una carta a Thiriot del 21 de octubre de 1736. Si algo cultivaban las élites francesas del XVIII -aparte de la opresión del prójimo y el lujo sin medida- era el estilo epistolar.
Le mensonge n'est un vice que quand il fait du mal; c'est une très grande vertu, quand il fait du bien. Soyez donc plus vertuex que jamais. Il faut mentir comme un diable, non pas timidement, non pas pour un temps mais hardiment et toujours.
(no se fíen mucho, que la traducción es mía)
La mentira sólo es un vicio cuando hace el mal; es una muy gran virtud cuando hace el bien. Sed pues más virtuoso que nunca. Hay que mentir como un diablo, no tímidamente, no por un tiempo, sino osadamente y siempre.
Ésta fue mi crítica en la Guía del Ocio:
Florian
Zeller debe de ser el autor francés vivo más representado fuera de Francia. José
Carlos Plaza y Héctor Alterio traerán al Bellas Artes este mismo mes El padre, su obra más premiada. Flotats
montó en 2012 La verdad, una pieza
que –ya desde el título- hace juego con La
mentira, como dos candelabros en la repisa de la misma chimenea. Aquélla quizá
más juguetona, ésta a lo mejor un pelín más reflexiva; ambas centradas en los
puntos tangenciales y las intersecciones entre la sinceridad y la hipocresía,
un despliegue de esprit francés sobre
un asunto –el amor y el engaño- que fascina a nuestros vecinos del norte por lo
menos desde el XVIII.
La mentira amontona réplicas ingeniosas,
usa con habilidad el contraste entre lo que los personajes dicen y lo que sabemos
que piensan, está escrita para funcionar con la mecánica de la risa. Sin
embargo, Tolcachir no ha optado por la carcajada constante, sino por un humor
más sosegado. No por ello es la función carece de ritmo; avanza con decisión y
procura un buen rato. Es posible que Carlos Hipólito y Natalia Millán hubieran dominado
también esa alternancia constante de frase y risotada del público que es
prácticamente un subgénero –el que termina provocando dolor en las costillas-
pero se desenvuelven perfectamente en un registro que ha querido escorarse
hacia la alta comedia.
Y lo que no cabía allí:
1.- Voy a soltarlo cuanto antes. La crítica en papel mencionaba sólo a la pareja protagonista: Hipólito y Millán. Siempre estupendos. No pío de la otra, porque esto que voy a decir no puede condensarse en el espacio del que allí dispongo, so pena de herir injustificadamente. Mapi Sagaseta es un error de casting. La culpa no es suya, sino de quien la eligió. Me explico. Mencionemos una actriz indiscutible. La Espert, que está demostrándolo otra vez todas las tardes en la Abadía. ¿Podría interpretar a Heidi? No, no podría. Es una reducción al absurdo, ya lo saben ustedes que son muy espabilados. ¿Quién es su tenor favorito? ¿Domingo, Kraus, Carreras, Pavarotti...? Da igual, todos patinaban cuando se ponían a cantar repertorio popular. Por un motivo muy simple: la técnica del bel canto les impedía radicalmente adoptar el estilo que exige un tango o lo que fuera. En fin, no seguiré diciendo tonterías. Este papel no era para Sagaseta que, entre otras cosas, compone una pareja completamente in-ve-ro-sí-mil con Armando del Río. La entrada de ambos es estrepitosamente turbadora, saca al espectador de la ficción de golpe. Cuanto más se achuchan más salta a los ojos la ausencia de lo que suele llamarse química (estomagante metáfora, pero seguro que la entienden). Esto no quiere decir que sea una actriz buena, mala o regular, no es fácil saberlo tras verla en el Maravillas. Yo diría que las coloca bastante bien, pero no soy capaz de asegurarlo. Por cierto, vi a Armando del Río en la reposición de la versión dirigida por Mariano de Paco de Danny y Roberta en la Mirador, y estaba estupendo. No tuve tiempo de contarlo. Mayor y más peligroso que Álex García en el mismo papel. Otra visión, ambas posibles.
2.- La cuestión de la carcajada. Les contaba a propósito de Serlo o no que quien ha hecho La mentira en Francia es el muy popular Pierre Arditi. Por los pocos fragmentos de vídeo que encuentro, y como en el caso de Serlo o no, me parece que la versión original está más orientada hacia la risa que la de Tolcachir. Y, después de pensarlo un poco más desde que escribí la crítica en papel -y a diferencia quizá de Serlo o no- creo que iría mejor así, bien trufada de carcajada, pausa de la acción para esperar a que el respetable recupere el silencio, y adelante. Hemos visto a Hipólito hacer de todo, hasta cantar. Seguro que también lo haría bien. ¿Por qué me parece que la función puede rendir más así planteada? Simplemente, porque diría que es un texto construido con ese fin. È la morte sua, en imagen culinaria italiana. Aunque les aconsejo que dejen todo esto que digo en el cajón de las hipótesis: yo he oído el texto una vez y quienes lo han puesto en pie lo han leído mil veces. Es muy posible que me equivoque.
3.- Es un pasatiempo inocente, sí, pero no sólo eso. Comulgo con Voltaire tanto como Voltaire mismo. Cuando el personaje de Flotats en La verdad (también fue Arditi quien lo hizo en Francia) defendía con orgullo el mérito que entraña esforzarse por mentir a quienes desean que les mientan, yo pensaba "qué gran verdad" mientras el público se partía de risa. Vamos, que no me parecía un chiste. Pues bien, a pesar -o quizá por eso- de mis convicciones en este asunto, mientras veía La mentira no hacía más que ponerme en la piel de quienes creen sinceramente no sólo que es preciso decir la verdad siempre, sino que además están honradamente convencidos de hacerlo. Supongo que la pueden ver o tronchados de risa porque todo va de broma o quizá un poco soliviantados por alguna ráfaga de indignación. En cualquier caso, en medio de un vendaval de ardides y trampas, y de giros en la argumentación de los protagonistas (llega un momento en que uno ya no sabe quién miente ni para qué), en medio de estas risas, hay una interpelación bastante seria a la moral del espectador.
4.- Excelente traducción de David Serrano. No creo que, a oído gentil, fuera posible adivinar de qué lengua proviene el texto. Está en castellano-castellano, algo que no pasa casi nunca. Hasta a Mauro Armiño (uno de mis héroes) / Flotats se les cuela alguna en Serlo o no. Los pongo con barra porque no sé si es galicismo del traductor o catalanismo-galicismo del actor.
5.- Supongo que está claro como el agua clara, pero por si acaso lo digo: la comedia está correctamente dirigida, pero NADA hace ver que detrás de esto esté Tolcachir, el de la trilogía o el de, mismamente, Emilia.
P.J.L. Domínguez
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. La pena no haberte leído antes. Yo creo que la historia no da mucho de sí, quizá, como dices tú, con más comedia. El director tampoco me pareció que fuera el de Emilia. Sigo deleitándome con tu trabajo
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Ánimo, comente. Soy buen encajador.